En julio de 2011, desapareció de la catedral de Santiago de Compostela el Códice Calixtino, un manuscrito del siglo XII considerado como la primera guía de viajes del mundo y uno tesoros culturales más importantes de España, que algunos expertos valoraban en unos cien millones de euros mientras otros afirmaban que su valor era incalculable.
El libro parte de ese robo para narrar con mano maestra una investigación que va mucho más allá. Es el descubrimiento de cómo una de las catedrales más importantes y lucrativas del mundo estaba regida con prácticas oscuras propias de la Edad Media. Durante la investigación policial se revelaron chantajes sentimentales, guerras entre canónigos, acusaciones de homosexualidad y consumo de drogas; pero sobre todo, que se llevaba robando el dinero de los peregrinos desde hacía años ante la «clamorosa desidia» de los sacerdotes. El caso también desveló que la razón para robar el Códice Calixtino no era ni mucho menos la que los investigadores se esperaban: el robo tuvo un “móvil emocional”. Pero antes de descubrirlo se investigó fuera de España, llegando las pesquisas hasta un supuesto millonario y mafioso ruso que podía haber hecho una oferta por el Códice... El libro relata todas las investigaciones llevadas a cabo durante aquel año, al tiempo que sigue las peripecias de dos policías extraordinarios: un veterano al borde de la jubilación, visceral y experto en arte; y una mujer joven, más cerebral, perspicaz y paciente.
Los ratones de Dios es una obra extraordinaria que atrapa desde la primera línea, que rezuma tintes de novela gótica trasladada al siglo XXI, aunque se trate de una historia real por completo. Una historia con todos los ingredientes para convertirse en uno de los libros del año:
Una protagonista casi milenaria
«La catedral de Santiago de Compostela es el corazón de Galicia. Tiene vida propia desde que Alfonso VI aprobó su construcción, en el año 1075 de nuestra era. Los reyes y los gobernantes pasan. Los siglos pasan, se deshacen bajo su piedra, bajo el granito colocado allí desde hace casi mil años (...) Tiene vida propia y también tiene moradores, los señores del templo: son los canónigos, de diez a quince hombres que viven y mueren allí, que gobiernan entre pasillos, dependencias privadas y escaleras de caracol la vida del gigantesco y sagrado edificio».
Un robo sorprendente
«La mañana del 4 de julio del 2011, mientras las campanas del templo anunciaban el mediodía en Santiago de Compostela, un hombre de pasos tranquilos cruzó el claustro, dejó atrás la formidable biblioteca y entró en el archivo de la catedral en dirección a la cámara acorazada. Las llaves de la caja fuerte estaban puestas. Miró hacia el piso superior. Nadie podía verlo. A su merced estaba el manuscrito encuadernado. Apenas treinta centímetros de largo y veintidós de ancho. Lo cogió, lo metió bajo sus ropas y salió de allí con los mismos andares tranquilos».
Un sospechoso escurridizo
«Manolo Fernández Castiñeiras, el antiguo electricista del templo, un tipo retraído y sinuoso que sigue yendo casi a diario a la catedral aun después de haber sido despedido. El hombre había trabajado oficialmente en la catedral hasta el año 2005, pero nunca había dejado de ir por allí, todos los días, salvo los fines de semana. Manolo conocía todos los recovecos del templo, también del archivo, y había sido grabado entrando y saliendo de la zona en los días críticos».
Un descubrimiento perturbador
«Ana acudió a la catedral y le comentó todo eso al deán como hacía siempre: sin alzar la voz, pero con firmeza. “¿Es posible, deán, que les falte dinero desde hace años, que ustedes lo supieran y no denunciaran nada, en la catedral de Santiago, con miles de peregrinos de todo el mundo? ¿Cómo vamos a ayudarlos, nosotros, la policía, a descubrir al ladrón o a los ladrones si ustedes no dicen nada?...” Una vez más, el deán reacciona como siempre desde que la inspectora de policía lo ha conocido: con frialdad, sin perder los nervios. Responde en voz suave con una sentencia que quiere explicarlo todo: “Donde hay queso, siempre hay ratones”».
Un desenlace redondo
«El dinero que dejan los peregrinos se ha multiplicado, como si fuera panes y peces, desde que cualquiera ya no puede meter la mano en los cepillos. Un año vigente con el sistema anterior, con el descontrol del queso y el festín de los ratones, la catedral declaraba que había recibido unos quinientos setenta mil euros en donativos. El primer año que se cambió el sistema, en el 2014, los ratones desaparecieron y el queso, las donaciones, se multiplicaron hasta dejar en la catedral más de un millón treinta mil euros, casi un 70 % más de ingresos».
Luis Rendueles (Gijón, 1967) es periodista de sucesos e investigación. Trabajó en el diario El Sol, TVE y Antena 3. Fue reportero y subdirector de la revista Interviú y ahora forma parte de El Periódico de Catalunya. En radio copresenta, desde hace diez años, el espacio de «Territorio Negro» dentro del programa Julia en la Onda, de Julia Otero. Fue nombrado Periodista del Año por sus reportajes sobre el secuestro de la farmacéutica de Olot y ganó el premio de la Fundación Policía Española por el programa de radio. Ha escrito, con su compañero Manuel Marlasca, los libros Así son, así matan; Mujeres letales, Una historia del 11M que no va a gustar a nadie y Territorio negro
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