Dentro de la colección Corona de España, que presenta desde hace tiempo la editora asturiana-gijonesa TREA, que no se puede negar que ha realizado importantes estudios, mayoritariamente biográficos, sobre personajes regios de la Edad Media. En el presente libro se acerca a una reina, con mayúsculas, y que goza de toda mi simpatía e interés. Forma parte de una dinastía familiar regia (de Inglaterra), de la que soy un humilde especialista (Plantagenêt), dentro del siglo XII e inicios del XIII, y que rigió los destinos de la Europa del momento; solamente sus enfrentamientos familiares los debilitaron, y permitieron que el reino de Francia fuese preeminente. La dinastía de los Capeto, pues, venció frente a la de los Plantagenêt. Por consiguiente, me estoy refiriendo a la eximia Reina Leonor Plantagenêt de Castilla, de familia de insigne prosapia. Sus padres fueron los Reyes de Inglaterra: Enrique II y Leonor de Aquitania. Sus hermanos: Guillermo, Enrique “el Joven”, Ricardo “Corazón de León”, Godofredo de Bretaña y Juan “Sin Tierra”. Sus hermanas: Matilde y Juana. Sus hermanastras: Marie y Alais. Y su sobrino: Arturo de Bretaña. Con toda esa pléyade de familiares, es obvio que su mano fuese cotizada en la Europa del momento. Sería la Reina-consorte de Alfonso VIII Sánchez de Castilla “el de Las Navas de Tolosa”. «Leonor Plantagenet, reina consorte de Castilla entre 1170 y 1214, esposa de Alfonso VIII e hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, hermana de reyes como Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra, perteneció a una de las familias más poderosas y conflictivas de la Europa medieval, protagonista de libros, novelas, series de televisión y películas. Sin embargo, ella no ha tenido la atención historiográfica y mediática que se merece, aun cuando hace algunos años se ha conmemorado el octavo centenario de su muerte. Nacida en Normandía y educada en Aquitania, promotora de las artes y las letras, mecenas de la Iglesia y la cultura, esta consorte ejerció su autoridad y la diplomacia con inteligencia y determinación en un mundo dominado por hombres. Desplegando una armoniosa colaboración conyugal con Alfonso VIII, convirtió a la ciudad de Burgos en la urbe capital de Castilla y en el centro dinástico, religioso y cultural del reino, estableciendo un complejo palaciego con la fundación de la Abadía de Las Huelgas y el Hospital del Rey y generando un maravilloso espacio cortesano, nutrido de trovadores, intelectuales y artistas provenientes de toda Europa. Madre de reyes y reinas, abuela de dos monarcas santos, esta notable mujer podría considerarse la Reina Victoria del siglo XIII y modelo para las reinas consorte de la época. En un periodo crucial en la historia de Castilla y Europa, Leonor fue esposa, reina y madre de un joven y frágil reino, disponiendo decisivamente la estirpe, carácter y capacidades de una princesa Plantagenet al servicio de un proyecto monárquico y dinástico, cuyo éxito significó uno de los reinados más célebres de la España medieval y que no se comprende sin considerar su decisiva intervención y desempeño». El siglo XII, y su continuación en el XIII, fue un siglo de enorme riqueza cultural y política, no exento de diatribas y de controversias entre personajes de relumbrón historiográfico. Verbigracia se produjo el esperpéntico asesinato del arzobispo Tomás Becket de Canterbury, directa o indirectamente promovido por el trono de Enrique II Plantagenêt de Inglaterra; asimismo la relación amorosa escandalosa entre el maestro Pedro Abelardo y su muy joven discípula Eloisa; es el momento cultural regio de la Reina de Francia primero y luego de Inglaterra, como fue Leonor de Aquitania; también el de la esperanzada pero fallida Tercera Cruzada, la denominada como ‘De los Reyes’, y conformada por Ricardo I Plantagenêt de Inglaterra ‘Corazón de León’, el emperador Federico I Hohenstaufen ‘Barbarroja’ y el Rey Felipe II Capeto de Francia ‘Augusto’, enfrentados a un kurdo mahometano genial como lo sería el sultán Saladino. En la península ibérica se está produciendo una aceleración indubitable de la Reconquista, conducida por monarcas del calibre de Fernando II y Alfonso IX “el de las Cortes o el Legislador” ambos en el Reino de León; Sancho III y Alfonso VIII “el de Las Navas” en Castilla; Sancho VI “el Sabio” y Sancho VII en el Reino de los vascones de Navarra; Pedro II “el Católico” en Aragón, y el Rey Alfonso de Borgoña “el Gordo” en Portugal, etc. Francisco de Asís crea su orden franciscana, que daría una nueva forma de acercamiento espiritual a la divinidad. Dentro de las órdenes militares nacen los caballeros hospitalarios y templarios, que llevarán el peso militar de la lucha palestinense contra el Islam. Es preciso citar la reforma cisterciense de San Bernardo de Claraval, que otorga carta de naturaleza a las reformas papales más importantes dentro de la Iglesia católica; es necesario mencionar el nacimiento de las Cortes del Reino de León del año 1188 y con su Rey Alfonso IX, como cuna del parlamentarismo; también se crean las primeras universidades, la de Castilla en Palencia, y al poco tiempo la de Salamanca para el Reino de León. En suma, se están creando los pilares esenciales para una Europa medieval diferente. El rey Alfonso VII “el Emperador” de León separó al territorio regio castellano de su dominante Reino de León, en el año 1157, y será a este territorio en crecimiento a donde llegará esta joven princesa Plantagenêt, la cual proviene de una familia con mucha enjundia y prosopopeya, para matrimoniarse con su joven monarca. “Los hermanos de Leonor dejaron una importante huella en la historia: el mayor, Guillermo, murió joven, y Enrique, el segundo varón, perdió la vida en una rebelión en contra su padre en 1183. La primera hija, Matilde, llamada así como su abuela emperatriz, siguió el destino de su homónima y se relacionó con la casa imperial alemana en alianza nupcial con Enrique el León, duque de Sajonia y Baviera, primo del emperador Federico I. Dos de los hermanos de Leonor se convirtieron en reyes de Inglaterra: Ricardo Corazón de León, famoso por su gesta cruzada y el malogrado Juan, conocido en la posteridad como Sin Tierra. Su hermano, Godofredo, tuvo menos suerte que ellos pues fue duque de Bretaña, mientras que la hermana menor, Juana, se casó con Guillermo II, el rey normando de Sicilia, y tras enviudar, con el conde de Tolosa. De una forma u otra, los miembros de esta familia incidieron en el devenir de Europa y marcaron los destinos continentales en los albores del siglo XIII. Un estudio comparativo de las tres hermanas Plantagenet concluye que estas princesas fueron preparadas para asumir ‘sus roles como esposas y madres, como propagadoras de las tradiciones y reputaciones familiares, como continuadoras de la línea dinástica y educadoras de sus propios hijos…”. Recomendación sí. «Reformare homines per sacra, non sacra per homines». Puedes comprar el libro en:
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