Que desde Occidente nos hemos esmerado en construir una imagen del Oriente que fuese la más conveniente, estética y tranquilizadora para nuestros puntos de vista, deformando sus múltiples realidades regionales y nacionales, es todavía una realidad admitida a regañadientes de este lado del meridiano de Greenwich.
Sucede que la Otredad, la diferencia tajante con lo conocido y admitido por nosotros en cuanto a las características reales de sociedades y culturas complejas y mucho más antiguas que las nuestras, resulta inquietante y desestabilizadora para nuestra complaciente imago mundi, que deseamos sea unívoca y concluyente.
El problema se torna más espinoso y difícil de resolver cuanto más nos alejamos de nuestro reino occidental y cristiano: el Cercano Oriente ya muestra diferencias mucho más que cabales; Oriente Medio no se nos parece en nada y el Lejano Oriente es simplemente otro universo.
Para el individuo medio occidental, abundantemente acribillado desde su mismo nacimiento por la televisión, el cine, la paraliteratura “orientalista” y los medios de comunicación de todo pelaje, al menos el espejo deformante de la otra mitad del mundo ha resultado muy efectivo: la suma de los países árabes se reduce a un desierto uniforme poblado solo por camellos y extraños señores de largas barbas vestidos con túnicas blancas; la India “origen de una sabiduría milenaria, como todos sabemos” nos proveyó benéficamente de vegetarianismo y técnicas posturales y respiratorias muy útiles para relajarse uno; China es “el gigante asiático”, su sinónimo que se compra todo y anima lucrativamente la economía mundial.
Japón tuvo la buena idea de vestirse al modo occidental al menos para salir a la calle y se especializa en hacer miniaturas tecnológicas más eficientes y accesibles que las que fabricamos nosotros, pero eso se le puede perdonar porque es un aliado confiable si las cosas se ponen feas en el sudeste global. También está lo de Pearl Harbor, Nagasaki e Hiroshima, pero eso es para los más ilustrados y sucedió hace mucho. De su pasado, que data de 30 mil años antes de Cristo, conocemos gracias a la película El último samurai (2003) que alguna vez Tom Cruise se unió a un grupo de señores muy malos pero diestros con unas espadas muy afiladas para defender vanamente la causa ya perdida de un feudalismo decadente y que cuando no estaban guerreando componían versos incomprensibles sobre papel de arroz. Ah, me olvidaba: también sabemos que cuando dos japoneses discuten, si no se ponen de acuerdo resuelven sus diferencias destripándose por mano propia cada uno por su lado y Santas Pascuas.
Sobre este romántico Japón cruel, sanguinario y refinadísimo a la vez, compusimos inclusive un lugar común muy bonito, que lo resume todo: “El crisantemo y la espada” (*), síntesis muy lograda de lo que nos parece que era.
El insolente de Sakacuchi no opina lo mismo que nosotros
Farsas y ensayos (1), que Evaristo Editorial tuvo la feliz idea de publicar, dedicando esta cuidada edición a la memoria del destacado editor, bibliotecario, gestor cultural y erudito investigador Damián Blas Vives (1978-2022) (2), contradice de plano toda la falsa idea grabada en la mente comunitaria occidental acerca del país de origen de su autor.
Ango Sakaguchi nos muestra una faceta muy distinta de lo que conocemos como “típicamente japonés” en cuanto a literatura se refiere, muy lejos de lo que hemos recibido y empleado para forjarnos una óptica sobre la historia y la letra niponas, en innumerables traducciones que muy seguidamente adolecen de considerables fallas técnicas y de interpretación cabal del texto original. Inclusive aquellos lectores ya familiarizados con la gran tradición literaria del país asiático se sorprenderán al recorrer las páginas de sus Farsas y ensayos. En poco y nada se parece Sakaguchi a otros autores consagrados y de su mismo origen. No esperemos encontrar en sus obras el trascendentalismo metafísico y existencialista tan propio de Kenzaburo Oe (1935) ni los temas nacionales y valores ancestrales que caracterizan a Junichiro Tanizaki (1886-1965); mucho menos la óptica tradicionalista de Yukio Mishima (1925-1970) ni el neorrealismo de Ryūnosuke Akutagawa (1892-1927). Vale aclarar, para tranquilidad del lector, que -estando a gran distancia de los grandes escritores antes nombrados y desde luego de Ango Sacaguchi también- nada hay de eso que escribe Haruki Murakami (1949).
En vez, Sakaguchi nos muestra el revés de la trama del Japón que imagina cándidamente que fue y es el hombre medio occidental y que no reflejan en sus obras los autores que son literariamente respetables entre los nombrados en el párrafo anterior. Es sus Farsas y ensayos campean por sus fueros tullidos y borrachines que resuman vino de arroz y protagonizan historias de un humor feroz; monjes zen que dominan el difícil arte de la levitación ejercida sobre la base de un control y direccionamiento perfecto de sus más logradas flatulencias, más una vasta galería de personajes entregados a todos los grados de los excesos más desbordantes y disparatados.
Hay un factor común a todos ellos que consiste en el recorrido completo por la escala de grises del fracaso, desde la pifia existencial más clarita hasta la más oscura, porque su autor, definitivamente, pertenece a la rama literaria japonesa del decadentismo y lo que inserta en las letras de su país es una genuina estética del fracaso, donde la frustración y el descalabro terminan por ser valores en sí mismos, como puntas de lanza del inconformismo a rajatabla y la provocación nihilista y perforante de cualquier armadura triunfalista, sea esta nacional o individual.
El niño de diez años que talló con una navaja, en la madera de su pupitre de escolar, la frase “algún día la historia me recordará como un gran fracaso”, y que se vio obligado seis años después a mudarse a Tokio tras haberle dado una paliza a uno de sus maestros, tampoco imaginó en su vida adulta, signada por una impresionante producción literaria en muy variados géneros y estilos, que en la actualidad, dentro y fuera del Japón, resultaría ser uno de los autores asiáticos más interesantes, admirados y estudiados, aunque luchó toda su vida por lograrlo.
Desde que en 1928 comenzó a dar a conocer sus cuentos breves, imposibles de confundir con los de otros autores de su misma generación tanto por las temáticas abordadas como por el singular estilo que los anima, su fama y el interés de la crítica y el público lector por sus obras fue paulatinamente aumentando, aunque todavía en esa etapa temprana estaba lejos de concitar el interés que despertó y mantiene entre su posteridad presente.
Su primera obra de mayor extensión y ambicioso alcance fue la novela Fubuki monogatari (3), cuya oscura y compleja trama gira en torno a un ménage à trois, pero que no alcanzó la popularidad que su autor esperaba. De hecho, Fubuki monogatari clausura la etapa autobiográfica que venía cultivando hasta entonces: la obra se refiere a una perniciosa relación amorosa del propio autor, desastrosa para él y que lo indujo a recluirse durante un año en Fushimi, uno de los distritos de Tokio, hasta terminar la novela en la que había cifrado sus esperanzas de mayor trascendencia.
Es a partir de este momento que Sakaguchi pone su mayor énfasis en la escritura farsesca, propia de la tradición oral budista, el género literario japonés llamado setsuwa (4), aunque dotándolo de su particular estilo para abordar la bufonada y el enredo. El presente volumen, Farsas y ensayos, reúne una decena de trabajos de este género que el autor escribió entre 1931 y 1949, destacándose como los más cercano al setsewa los titulados Kanzan (1938) (5) y Murazaki dainagon (1939) (6).
En cuanto a los ensayos, que ocupan la segunda parte de este volumen, desde la página 185 hasta la 223, se incluyen cuatro de ellos: El payaso evangelista (1931), Sobre la farce (1932), La tierra natal de la literatura (1941) y Hasta abrirme camino por el mundo (1955). Una obra de este género, la titulada Darakuron (1946) (7), donde Sakaguchi examina con rigurosidad de bisturí el bushido (8) y su rol y responsabilidad durante la Segunda Guerra Mundial con la consiguiente desastrosa derrota de su país a manos de los Aliados, fue aquella que le brindó la celebridad que, en su predilección por el fracaso, sin embargo tanto ansiaba.
Párrafo aparte para la meticulosa traducción del original japonés realizada por Matías Chiappe Ippolito y Mónica Kogiso. Esta última, durante la presentación en sociedad del volumen realizada en Buenos Aires el pasado 15 de julio, le confió a Todo Literatura (9) las dificultades que ofreció el traslado a nuestra lengua de esta recopilación de obras de Ango Sakaguchi, escritas en japonés antiguo y con abundantes referencias al budismo zen, complejidades que ambos expertos resolvieron merced a una detallada investigación y una formación académica rigurosa. Es de subrayar que Farsas y ensayos es una de las pocas obras de Sakaguchi traducidas directamente del original nipón, cuando muchas otras fueron concretadas apelando a traducciones previas a la lengua inglesa.
Otro mérito más de este interesante lanzamiento que Evaristo Editorial, bajo la dirección de la poeta, narradora, dramaturga, profesora y licenciada en Letras Roxana Artal, pone a disposición del lector hispanoparlante.
El autor
El célebre escritor que conocemos como Ango Sakaguchi nació en Niigata, el 20 de octubre de 1906, y falleció en Kiryü el 17 de febrero de 1955 a consecuencia de un derrame cerebral. Su nombre de nacimiento fue Heigo Sakaguchi, el quinto de trece hijos dentro de una numerosa familia que había poseído, en el siglo XIX, un enorme poderío. Criado, sin embargo, en un momento de decadencia económica del núcleo familiar, Ango fue un niño desobediente y rebelde, rasgos que lo llevaron a tener enfrentamientos con sus padres y maestros, pero sobre todo, que le hicieron desarrollar un cinismo inquebrantable. No hubo aspecto de la sociedad japonesa de las distintas épocas que le tocó vivir que no fuera para Ango objeto de burla y crítica, tal y como lo atestigua su vasta y mordaz literatura. Ango se volvió particularmente famoso luego de la derrota del Imperio de Japón en 1945, gracias a su ensayo Sobre la decadencia (“Darakuron”, 1946) y a diversos relatos que narran su supervivencia al bombardeo estadounidense de Tokio. La omnipresencia que desde entonces cobró la guerra como un tema de su literatura ha dejado gran parte de su obra previa sin traducir ni analizar.
El presente volumen ofrece desde sus primeros relatos farsescos de la década de 1930 hasta uno de sus últimos cuentos que tocan la descripción del antedicho bombardeo, pasando también por ensayos y textos autobiográficos que escribió y reescribió a lo largo de su vida. Su obra inclasificable ha fascinado a críticos literarios como Köichi Isoda (1931-1987) y Köjin Karatani (1941), y sigue siendo objeto de culto entre escritores como Masahiko Shimada (1961) y Hideo Furukawa (1966), quienes lo convirtieron en personaje de sus obras.
Obras de Ango Sakaguchi
Cuentos y escritos breves: Kogarashi no sakagura kara (De la bodega a la tormenta), Furusato ni yosuru sanka (Elogio de mi país), Kaze hakase (El profesor Viento), Kurotani mura (La aldea de Kurotani), Takeyabu no Ie (La casa en la caña de bambú, 1931); Kindan ni karamaru shiteki yōso no shinpisei ni tsuite (Acerca del misterio de los elementos poéticos en torno a una solicitud de préstamo, 1935); Kanzan (1938); Murasaki dainagon (El gran consejero Murasaki), Benkyōki (Un relato de mis estudios), Sōridaijin ga moratta tegami no hanashi (La historia de la carta recibida del Primer Ministro, 1939); Shinozasa no kage no kao (El rostro detrás del arbusto de bambú), Inochi-gake (A riesgo de la vida, 1940); Shimabara no ran zakki (Notas variadas sobre la rebelión de Shimabara, 1941); Teppō (Pistolas); Waga chi o ou hitobito (Gente que busca derramar su propia sangre), Izuko e (¿A qué sitio?), Hakuchi (El idiota), Ishi no Omoi (Pensamientos de piedra), Gaitō to aozora (El abrigo y el firmamento azul), Jotai (Cuerpo de mujer, 1946); Kaze to hikari to nijū no watashi (Viento y luz a mis veinte años), Nijūshichisai (Veintisiete años); Koi o shi ni iku (Voy a hacer el amor), Watakushi wa umi o dakishimete itai (Quisiera tener el mar en mis brazos), Sakura no mori no mankai no shita (Bajo el bosque de cerezos en flor), Aooni no fundoshi o arau onna (La mujer que lava el taparrabos de un ogro verde), Furenzoku satsujin jiken (Homicidios fuera de contexto, 1947); Oda Nobunaga (1948); Nichigetsu sama (Señor Sol Luna, 1949); Machi wa furusato (La calle, mi país), Ango torimonochō (Las trampas de Ango, 1950); Meiji kaika Ango torimono-chō (La Ilustración Meiji: las notas detectivescas de Ango, 1950-52) y Yonaga hime to Mimio (La princesa Yonaga y Mimio, 1952). Novelas: Fubuki monogatari (Relato en la tormenta de nieve, 1938), Furenzoku satsujin jiken (Delitos desordenados, 1947), Kanzō Sensei (Doctor Hígado, 1950) y Nobunaga (1953). Ensayos: Piero dendōsha (Pierrot el misionero, 1931); Faasu ni tsuite (Sobre la farsa, 1932); Yama no kifujin (La mujer de la montaña), Dosutoefusukii to Baruzakku (Dostoievsky y Balzac, 1933); Kagerōdangi (Discursos frívolos), Chaban ni yosete (Sobre la farsa), Daigo no sato (El pueblo Daigo, 1939); Bungaku no furusato (El país originario de la literatura, 1941); Seishunron (Sobre la juventud), Nihon bunka shikan (Mi visión de la literatura japonesa, 1942); Darakuron (Ensayo sobre la decadencia, 1946); Panpan Girl (La chica Panpan, 1947); Waga jinseikan (Mi visión de la vida, 1950-51); Ango kōdan (Discursos de Ango, 1950); Ango shin Nihon chiri (La geografía del nuevo Japón según Ango), Sengo Bunshō Ron (Sobre la prosa después de la guerra), Ango jinsei annai (La guía de Ango para la existencia, 1951), Ango gyōjo nikki (Diario de conducta de Ango), Ango shidan (Relatos históricos de Ango, 1952) y Ango shin Nihon fudoki (Registro topográfico del nuevo Japón según Ango, 1955).
NOTAS
(*) El crisantemo y la espada: los patrones de la cultura japonesa, es la traducción al español de un estudio realizado por la antropóloga Ruth Benedict (1887-1948) por encargo de la Oficina de Información de Guerra de EE.UU, que recibió fuertes críticas desde el momento de su misma publicación, bajo el título original de The Chrysanthemum and the Sword: Patterns of Japanese Culture, editado por Houghton Mifflin Harcourt, Boston, 1946.
(1) Evaristo Editorial, ISBN 978-987-4911-26-1, Traducción directa del original japonés por Matías Chiappe Ippolito y Mónica Kogiso; estudio preliminar de Matías Chiappe Ippolito, 230 pp., Buenos Aires, 2023. WebSite: http://evaristocultural.com.ar/
Facebook: https://www.facebook.com/evaristocultural/?locale=es_LA
(2) Nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1978, falleció a la temprana edad de solo 43 años. Fue en vida un estudioso de renombre de las culturas orientales e impulsor muy reconocido de numerosas iniciativas culturales. Entre sus diversas realizaciones, fue el editor de la revista Abanico (2004), de la revista de estudios asiáticos Seda (2006) y de Evaristo Cultural (2007), que sumó su presencia al segmento de la actividad editora en 2015 como Evaristo Editorial. A partir de 2020 ejerció el cargo de Director de Gestión y Políticas Culturales en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, de Buenos Aires.
(3) Traducida al español como Relato en la tormenta de nieve, 1938.
(4) Literalmente significa “historia hablada” y consistía originalmente en un cuento popular, anecdótico, que se transmitía de boca en boca hasta que pasó a convertirse en texto y género literario muy en boga hasta el siglo XIV. Numerosas colecciones de setsuwa fueron reunidas principalmente en el curso de los períodos Heian y Kamakura (s. VIII-XII, s. XII-XIV, respectivamente).
(5) De igual título en español e incluido en Farsas y Ensayos (págs. 119 a 130).
(6) En español, traducido como El gran consejero Murasaki.
(7) En español, traducido como Ensayo sobre la decadencia.
(8) Factible de ser traducido al español como El sendero del guerrero, consiste en un código singular y extremadamente exigente, propio de los antiguos samuráis, que implicaba la entrega absoluta a los deberes de honor, valor y lealtad en él prescriptos, vigentes hasta la misma muerte. Era el modelo de comportamiento exigido a las fuerzas militares japonesas durante la Segunda Guerra Mundial.
(9) Único medio europeo presente en el encuentro cultural de referencia.
Puedes comprar el libro en: