Que el tiempo, así como la realidad última de las cosas, es materia inescrutable, no resulta obstáculo para que la poesía intente acercarse siquiera a sus bordes y desde allí espiar cuanto sucede fuera del límite. Y se atreve y lo hace porque, de todas las formas de expresión lingüística de lo humano, es aquella mejor capacitada para arriesgar una aproximación. Así lo entiende y bien a las claras la talentosa autora nacida en La Plata en 1979, poniendo en juego un muy bien trabajado discurso, afiatado y preciso, capaz de sumar nuevo territorio al género. El resultado, que no adolece de experimentalismos ni de intentonas fallidas, es un dispositivo capaz de transportar al lector a terrenos que, no por nebulosos, dejan de recibir el haz de luz que Pontorno arroja sobre ellos para que nuestros ojos lo sigan y aprecien los contornos de aquello que, en el mismo momento de pronunciarse, desaparece. El devenir, en su fuga infinita, es detenido las más de las veces con efectividad por Inventario del tiempo (1), al menos lo suficiente como para que, en cada verso, perdure el vestigio, el indicio cierto, la impronta de aquello que lo atravesó momentáneamente durante su lectura. Y al reabrir posteriormente las páginas de Inventario del tiempo -la poesía es el género de relectura por excelencia- confirmamos que nuestra impresión no fue resultado de un instante entusiasta, de que esa prueba de agua que certifica que la genuina poesía está allí, sigue exactamente donde la dejamos (o fue ella quien nos dejó) por primera vez. Sin estridencias, sin la menor pretenciosidad (que tantas veces macula las tentativas de similar abordaje por parte de otras plumas menos capacitadas para afrontar un desafío de tales dimensiones) Pontorno es capaz de ir y venir del microcosmos individual a lo macro empleando una voz baja, íntima, donde imágenes y metáforas, de tan bien ensambladas como están, jamás se apartan del eje central que atraviesa todo su poemario. Ninguna artificiosidad, nada de función decorativa, sino todo muy propio de lo medular, parejamente distribuido y presente en composiciones preferentemente cortas y concisas, pero que en aquellas que arriesgan una mayor extensión sostiene equilibradamente su presencia desde el primer verso hasta el último, sin ripio alguno. La maestría discursiva al servicio de un imposible objetivo, aunque eternamente meritorio del género, distingue a esta muy destacable segunda entrega de Pontorno, lo que señala que se trata de una poeta cuyo desarrollo debemos y vamos a seguir, título tras título, a partir de Inventario del tiempo. La autoraCecilia Pontorno nació en La Plata, Argentina, en 1979. Poeta, maestra, profesora de Psicología. Coordina talleres de poesía. Se desempeña como correctora de obra poética y académica. Participó en antologías nacionales e internacionales, colaboró en blogs, revistas digitales y segmentos radiales de difusión poética. Mención de honor en el Concurso Internacional Hespérides (Poesía) por La mirada es un lugar (2020). Publicó los poemarios La hora suspendida (Ediciones Hespérides, 2021) e Inventario del tiempo (Prueba de Galera Editoras, 2022). Algunos de sus poemas fueron traducidos al francés y la Universidad Nacional Autónoma de México publicó una selección de sus escritos en el Periódico de Poesía (México 2022). Su tercer poemario, Morfina para los muertos, se encuentra en proceso de edición. NOTAS (1) Prueba de Galera Editoras, Colección Bóreas, ISBN 978-987-48553-0-5, 80 pp., Riguelet, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 2022. Facebook: https://www.facebook.com/PruebadeGalera/?locale=es_LA E-mail: [email protected] Puedes comprar el poemario en:
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