La ira de los más pequeños puede ser un problema muy grande para los padres. Pero la ira es una emoción más y a veces muy transformadora. ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a gestionar esa emoción sin cortar las alas de los pequeños?
Más que ayudarles a gestionar nada, yo apuesto por acompañarles en lo que sienten, para que esos peques, que se desbordan por inmadurez y porque no comprenden todavía todo lo que les pasa, puedan sentir que no están solos en ese momento de sufrimiento. Estar ahí, evitar que se hagan daño, abrazarles cuando les baje el enfado y ayudarles a salir de él. ¿No es difícil ayudar a los pequeños cuando los propios padres pierden rápidamente la calma? Sí, claro, cuanto menos autocontrol tienen los adultos y peor relación tienen con su propia rabia, más les costará acompañar la de los demás, sea de quien sea. Por eso es importante que los adultos nos pongamos las pilas en cuando a aprender a vivir y transitar nuestras emociones desde un lugar más asertivo y sano. Los niños son muy distintos unos de otros. En el propio libro se ve cómo las herramientas que sirven a unos, no sirven a otros. Porque no todas las cosas sirven a todos, y cada cual (y esto vale para todo) tiene que encontrar qué le sirve a él o a ella en función de qué le gusta, de cómo es, de qué necesita etc. Es un camino de escucha interna y de autoconocimiento muy interesante e importante que pueden empezar a hacer ya en la infancia. ¿Surge esta segunda parte, precisamente, de la necesidad de dotar de más herramientas a padres y pequeños? Así es, y porque muchos no son capaces (en pleno enfado) de parar y respirar su rabia. Esta segunda parte me la pedían muchos niños. ¿Cuál está siendo la respuesta de los lectores? ¿Te llegan comentarios de los propios niños? Están encantados porque se les ha abierto nuevas posibilidades. A los que les cuesta respirar ven que no están solos, que a Sam y a otros muchos peques también les cuesta y esto les hace sentir bien, y además, ven muchas otras cosas que pueden hacer para ir apagando su volcán y volver a su centro y esto les anima a encontrar “su” herramienta para estos casos. En los últimos años en España los padres y madres son cada vez más conscientes en la forma de criar a sus hijos. ¿Está incidiendo también esto en el tipo de libros que ofrecemos a los más pequeños? Sin duda, los cuentos infantiles están ayudando muchísimo a las familias a inculcar este conocimiento emocional que muchos adultos no teníamos porque nadie nos enseñó en su momento y porque tampoco tuvimos ni cuentos ni toda la información de la que se dispone ahora. Los cuentos infantiles están ayudando un montón tanto en las casas como en las escuelas, a que la infancia tenga una relación más sana y asertiva con sus emociones. Puedes comprar el libro en:
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