Para López Amor la exopoesía es aquello que rompe lo establecido, que camina en el límite, pero que es también llama y luz:
“La exopoesía como toda disciplina artística, no es ajena a dicho determinismo. Su patrimonio es fruto de esa irrompible cadena de condicionamientos, pero también, una extenuante lucha contra ella”.
Luego repasa la mirada de los poetas que hacen del verso su propia mirada, que no es la convencional, porque tipográficamente es transgresión, como la vida en su proceso de cosificación en la que nos hallamos en muchas ocasiones. Para los poetas, escribir es un acto de libertad, que no se somete a ningún código establecido, que camina y respira abiertamente por la página. La página en blanco como esos pasos en la nieve de Jaime Siles es una puerta al decir, al expresar lo que uno siente y no tiene por qué estar marcado por lo convencional.
De todo ese camino surge este libro, que expresa a poetas que rompen a través de su originalidad lo establecido: César Márquez Tormo, Nuria Ruiz de Viñaspre, Ramón Campos Barreda, Blanca Morel, Julio César Galán, Eddie (J. Bermúdez), Cleofé Campuzano, David Trashumante, David Acebes Sampedro, Nieves Salvador Bayarri y Eva Hiernaux.
Sería muy extenso citar cada uno de los poemas de los citados, pero recojo como muestra cómo Cleofé Campuzano dice el verso:
“Los fondos huérfanos / me han impedido conformar / el vértigo sobre todo lo que vendrá, / todo lo que he sido”.
Lo importante es esa conjugación de palabras, porque todo es poema si el poeta siente el vértigo de la creación, todo es poema si uno se ilumina cuando escribe.
Nos hallamos ante un libro valiente, por lo peculiar, porque se aleja de lo convencional y nos ofrece otra mirada, no menos válida y llena de deslumbramiento.
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