Ahora publica "Akasha", una novela de ciencia ficción con elementos de novela negra ¿Es una crónica del futuro que se avecina? En la la novela, el protagonista, Raiden, se reconoce y en ese conocimiento descubrirá quién fue, quién es y quién será. En una nueva era el bien más valioso es el alma de las personas. En una existencia que no se rige por la regla del tiempo lineal es necesario iluminar el instante para diferenciar el Bien del Mal. ¿Las especies extinguidas que poblaban la Tierra los distinguían? ¿Lo hacía el lobo y el león? ¿Y los supervivientes de las Guerras? ¿Acaso las estaciones orbitales que controlan el poder político, económico y militar?
En una Tierra que se extingue, la Iglesia del Nuevo Renacer, guiada por el Reverendo detenta el poder sobre la inmortalidad controlando los registros akashicos. Las cosas siguen siendo como han sido toda la Historia humana. En un tiempo y un espacio que se desintegran, la memoria del Universo marca el pasado, el presente y el futuro. En el impacto que se avecina, la akasha de Raiden luchará por salvar el bien más valioso: la comunión de su alma con la de su amada, Akira. Porque solo las almas viejas son eternas. El autor comienza con una pregunta: “¿Realmente vivimos antes de morir?” Para descubrirlo, el protagonista, al modo de Orfeo, deberá bajar hasta el inframundo para así poder salvar a su amada Eurídice; pero en un tiempo futuro muy relacionado con el nuestro. Un sci-fi noir en un universo transversal que por momentos resulta pulp pop.
Akasha tiene aires de tragedia clásica en un futuro mezcla de ciencia ficción y novela negra.
"Akasha" es una historia de conexión entre almas. Los dioses permitieron a Orfeo regresar al mundo de los vivos con Eurídice, pero con la condición de que debía ir delante de ella y que no mirase atrás hasta volver al mundo de los vivos. Orfeo cumplió, pero no hay que fiarse de los dioses. ¿Volverá Raiden la cabeza hacia su amada o será fuerte? Hay que leer Akasha.
¿Cómo surge la idea de mezclar una novela de ciencia ficción, futurista, con novela negra?
El confinamiento me permitió encontrar espacios en mi interior que no había buscado antes. Una parte de nosotros está anestesiada por la vida contemporánea. Comencé a meditar sobre un tema que se obsesiona, la lucha eterna entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal. Y pensé escribir esa historia en un futuro cercano, dentro de un siglo, pero allá donde el tiempo lineal, tal como lo conocemos, no existe. En una existencia que no se rige por la regla del tiempo lineal es necesario iluminar el instante para diferenciar el Bien del Mal. En el mundo de mi novela lo más importante es el alma. Supongo que parecerá curioso que alguien afirma algo así en esta época.
¿Muchas influencias mezcladas en este libro?
Sí, evidentemente hay influencias de Asimov, de la cultura clásica, incluso del cómic Nathan Never. Y de los grandes de la novela negra. Pero esas influencias han llevado a hacer una novela muy personal, transversal entre los ámbitos noir y scifi, y creo que no va muy desencaminada sobre cómo será el futuro cercano.
¿Recuerdas cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?
Tengo que reconocer que, siendo adolescente, me dejó alucinado la novela de Boris Pasternak, El doctor Zhivago. Coincidió en el tiempo en que vi un reestreno de la película de David Lean con un fantástico Omar Sharif. Me enseñó lo que podía significar en esencia el amor en tiempos de guerra y lo que significó el comunismo.
Agradezco al jurado del Premio Celsius que apuesta por una novela que mezcla la ciencia ficción con la tradición de la novela negra y con la filosofía
¿Quién es tu escritor favorito noir?
De los clásicos me quedo con Ross MacDonald. En la generación de segunda mitad de siglo, Lawrence Block. Me han influido también autores como Elmer Mendoza, con el que tengo una excelente relación y una admiración mutua, y Reverte.
¿Qué se siente al ser finalista del Premio Celsius de la Semana Negra de Gijón con una obra de cifi noir?
Lo primero, agradecer al jurado que apuesta por una novela que mezcla la ciencia ficción con la tradición de la novela negra y con la filosofía. Sabía que era una apuesta arriesgada. Por otro lado, para mí es un honor que mi novela Akasha compita con Paramorfo, de mi vecino Víctor Conde. Es la demostración que la literatura de las islas empieza a ser reconocida en la península. Y la grancanaria Laura Más es finalista del Premio Espartaco de Novela Histórica. Espero que la Semana Negra de Gijón suponga un em pujón a la literatura insular, y que sirva de reconocimiento no ya para nosotros, sino para la rica literatura canaria, tan poco difundida. España tiene una rqiueza literaria muy al sur, a miles de kilómetros, y espero que sirva para que todos la disfruten.
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