Yo no sabría discernir si el sexo es un deporte, un juego, un automatismo, un vicio o puro instinto básico. Pero de lo que estoy segura es que cada uno lo vive a su manera. “My Way” que dirían Frank Sinatra y los concursantes de la Isla de las Tentaciones. No voy de purista, tío. Que cada cual se entregue a sus bajas pasiones como pueda y como le dejen. Ya sabes que no creo en la grandeza del ser humano, que por lo general suele ser chabacano y soez en casi todas sus manifestaciones. Lo mínimo que se le puede exigir es que muestre destellos de un pudor algo sofisticado en los encuentros eróticos.
Dicen los franceses que el pudor es cuestión de iluminación. De utilizar en la intimidad luces indirectas, mates y desvaídas que difuminen las imperfecciones del cuerpo. Los que no ocultan la celulitis del cuerpo ni del alma son los invitados de “First Dates”. Ese instructivo programa presentado por Carlos Sobera. Un hombre mesurado, templado, sereno y sin duda, curado de espantos, que ha hecho por la tolerancia, la convivencia, la empatía, el amor y el sexo más que todos los políticos y terapeutas juntos de este país ¡Sobera for President!
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