Ordine, de una forma tan inteligente como sencilla, nos invitó a dedicar nuestra existencia a la búsqueda de esa luz humanística de la mano de la literatura y la solidaridad humana. Y lo hizo bajo la aparente y bendita contradicción de la utilidad de lo inútil. ¿Y por qué hacerlo de ese modo? Porque quizá no exista una forma más inteligente de malgastar el tiempo que nos ha sido concedido. Conjurarse a esa búsqueda de la posibilidad de lo imposible fue a la que se dedicó Nuccio Ordine, haciéndolo en infinidad de ocasiones bajo la tutela de los clásicos como fuente de inspiración, y sobre todo de encuentro, ya que, como nos dice en uno de sus últimos libros traducidos al español: «Los hombres no son islas». Los hombres deben ser el resultado del encuentro entre conocimiento y experiencia. Sueño y deseo. Esencia y lucha. Una lucha en favor de la materia prima de la que estamos creados. De ese mapa de las emociones que nada tiene que ver con la sociedad actual narcotizada y manipulada por la tecnología. Lejos de la tiranía de la máquina es donde se encuentra la autenticidad del alma humana. Un concepto inmaterial que la IA nunca llegará a conquistar, porque el alma siempre será el último e inalcanzable refugio de la civilización y del hombre tal y como los conocemos.
El gran logro de Nuccio Ordine, el humanista que exploró la posibilidad de lo imposible, ha sido el de abrirnos una nueva ruta por la que explorar el alma humana. Una opción que, de nuevo, sitúe al Hombre como el centro del universo. Hombre libre de ataduras. Hombre que explore la fuente del conocimiento basada en las humanidades que nos acerquen a la libertad y a la belleza como el culmen de una existencia. En este sentido, Mario Vargas Llosa, en el discurso que pronunció en Estocolmo cuando le fue entregado el Premio Nobel de Literatura en el año 2010, afirmó que aprender a leer había sido el mayor descubrimiento de su vida. Quizá, porque esa posibilidad fue la que le sirvió para vivir esa otra vida, y además, hacerlo en otros mundos que van de la mano de la imaginación. Una experiencia, la de la literatura y la lectura, que no puede ser comparada a ningún otro bien que el Hombre pueda atesorar. Porque el poder de la imaginación que la lectura nos proporciona, es el culpable de que seamos más libres y, de que sin apenas darnos cuenta, vayamos en busca de un cierto tipo de belleza más pura, aparte de más sensible, lo que incide de una forma directa sobre todas y cada una de las emociones que somos capaces de expresar.
Ese miedo a que seamos seres humanos más libres e iguales, ha sido el que ha llevado a los poderes públicos y a los Estados a enfocar su gran apuesta por la voracidad inagotable de la tecnología, lo que sin duda nos hace más manipulables y nos mantiene más distraídos, por la ausencia que la misma conlleva a tener un pensamiento crítico. La comodidad de las máquinas nos embrutece cada día más, aparte de volvernos más primarios y obesos. ¿Dónde se encuentra ahí la belleza más allá de comportarse como un concepto meramente acomodaticio y si acaso veloz? Ordine, para rebatir la primacía de la máquina sobre el hombre, con muy buen criterio nos propuso el regreso a los clásicos, pues en ellos, ya se encuentran la materia prima de la que un día fuimos concebidos. Una apuesta que a día de hoy nos parece imposible, pero que el entusiasta profesor y filósofo italiano enarboló como la mejor manera de vivir, con la plenitud que se merece, nuestras vidas. Plenitud, bien es verdad, a la que acompañan la incertidumbre y el misterio, pero que sin duda, nos llevarán hacia una curiosidad propia y no autoimpuesta por otros a través de unas redes sociales alejadas de los conceptos de sociedad y compasión hacia el otro. Una capacidad de entendimiento con la que Nuccio Ordine nos replanteó la necesidad de explorar nuestra curiosidad a través de la lectura reflexiva y la escritura crítica basada en la utilidad de lo inútil.
Nuccio Ordine falleció el 10 de junio de 2023 en Cosenza, Italia.
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