"La gobernadora", de Mario Escobar

De forma primigenia no les habrían debido corresponder los tronos de dichos Reinos. Verbigracia: Carlos de Viana y Juana “la Beltraneja” y Alfonso de Trastámara “el Inocente”, entre otros de mayor o menor prosapia, estaban antes. Fernando era el segundo vástago del Rey Juan II “el Grande” de Aragón, hijo de la segunda mujer del soberano aragonés, Juana Enríquez, y aunque fuese el hijo predilecto y preclaro de su padre, éste más enfrascado en problemas con sus múltiples amantes y los líos dinásticos en Nápoles y Navarra. Por todo lo que antecede, la herencia del futuro y maquiavélico rey estaba más que enrevesada. Isabel lo tenía más complicado, ya que su regio-hermanastro, Enrique IV “el Impotente” de León y de Castilla no pensaba en ella para la sucesión, ni mucho menos, ya que la antecedían su hermano Alfonso, quien fallecería en extrañas y fortuitas circunstancias, nunca aclaradas; y asimismo, por delante de ella ya estaba la posible hija del monarca, llamada de forma burlesca Juana “la Beltraneja”, por la nómina de su secreto padre, el secretario Beltrán de la Cueva.

«Beatriz de Bobadilla y Ulloa (1462-1504) fue una de las mujeres más influyentes de su tiempo y, sin embargo, hoy es una gran olvidada. Amante de Fernando el Católico y Cristóbal Colón, llegó a ser gobernadora de las islas de La Gomera y El Hierro. Mario Escobar ha novelado con maestría la increíble y aventurera vida de esta mujer que contribuyó a la conquista de Canarias y que destacó por su crueldad, belleza y pasión. Con apenas veinte años, llegó a la corte de los Reyes Católicos apoyada por su tía la marquesa de Moya. Su extraordinaria belleza pronto la convirtió en el objeto de deseo de los hombres más poderosos de su tiempo. Incluso el rey Fernando quedó tan prendado de ella que la reina Isabel y la marquesa de Moya tramaron un plan para sacarla de la corte: casarla con Hernán Peraza, quien estaba al frente de la conquista de La Gomera. Beatriz nunca olvidó a todos aquellos que la utilizaron y durante toda su vida buscó venganza, usando a Cristóbal Colón y otros hombres poderosos para conseguirlo». Por lo tanto, la presenta obra nos narra los avatares de la simpar Beatriz de Bobadilla: “La mujer que sedujo a Fernando el Católico y Cristóbal Colón y supo manejar el poder para convertirse en la señora de las islas Canarias”.

La infanta Isabel de León y de Castilla debió padecer el intento fraterno de matrimoniarla con varios soberanos europeos; los cuales al no fructificar, fueron mutados por las apetencias maritales del muy maduro y cuarentón Gran Maestre de la orden militar de Calatrava, Pedro de Girón. Pág.27, mutatis mutandis: “…Fernando le había elegido para su primera misión importante tras la guerra civil en Castilla…”, no existió ninguna guerra civil en ese reino, ya que la titulación regia SIEMPRE ES: ‘…Porque yo soy la Reina e subcessora destos Reynos de Castilla et de León…’, salvo que la Reina Isabel I no conociera sus titulaciones. Sea como sea, el susodicho marqués pasará a mejor vida, por medio de un más que oportuno, sobre todo para los deseos de Isabel, envenenamiento. Asimismo, se negó a contraer matrimonio con los Reyes de Portugal (ALFONSO V) y de Francia (LUIS XI “el Rey Araña). El taimado Juan II de Aragón falsificará la bula-dispensa papal, y firmará las capitulaciones matrimoniales de Cervera de Lérida, el 5 de marzo de 1469; y de esta forma Fernando e Isabel se pueden ya casar, el 19 de octubre de dicho año en el Palacio de Viveros de Valladolid. La lista de infidelidades de Fernando “el Católico” fue inconmensurable, aunque la más compleja sería con Beatriz de Bobadilla, quien era sobrina-carnal de la marquesa de Moya, la cual era la mejor amiga y valedora de la propia soberana de Castilla y de León. Se cita, como destacada, la belleza legendaria de Beatriz, y esto encandilará al rey Fernando. Isabel no lo puede permitir, por lo que planificará asesinar a su rival, pero será la marquesa de Moya quien intercederá ante la soberana para que se pueda casar con Hernán Peraza (será ajusticiado en 1488, por su maltrato a los indígenas de La Gomera), que ya es el señor insular de La Gomera.

Se conoce que, cuando la reina Isabel se retiraba a sus aposentos, en las fiestas de palacio, todo ello derivaba en auténticas orgías, donde la nobleza masculina y femenina daban rienda suelta a todas sus pasiones amatorias y sexuales. La Corte de los Reyes Católicos siempre fue muy problemática, ya que existía mucho poder político para repartir; sin olvidar todo lo que provenía de las recientes descubiertas Indias. Inclusive el cardenal Cisneros, el cardenal Mendoza, fray Diego de Deza, etc. trataron de realizar las necesarias reformas para la moralización de la Corte de los Reinos de Castilla y de León, y de Aragón, etc. Nicolás Maquiavelo en su obra ‘El Príncipe’ escribió: “En primer lugar, me parece que es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que puedan producirse. De tal modo que, si el príncipe es de mediana inteligencia, se mantendrá siempre en su Estado, a menos que una fuerza arrolladora lo arroje de él; y aunque así sucediese, solo tendría que esperar, para reconquistarlo, a que el usurpador tuviera el primer tropiezo”.

La portada del libro de La Esfera de los Libros es deliciosa, con un colorido que destaca. La Gobernadora tendrá, también, múltiples amantes entre los caudillos aborígenes-los guanches, esclavos negros, etc.. La narración presenta una enorme fuerza literaria, ya que Mario Escobar Golderos es licenciado en Historia y, por ello, se le nota su conocimiento sobre todo el mundo que narra. Beatriz de Bobadilla fue un personaje importante, que subraya la importancia de las mujeres en la Edad Moderna, y que decidieron todo lo habido y por haber en su época, en igualdad con los varones. Aclaraciones históricas estupendas (págs. 347-348), y Cronología necesaria (págs. 351 a 354), en una novela-histórica muy recomendable. «Virtus et vitium sunt contraria. ET. Ab imo pectore».

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