REPRESIÓN EN NICARAGUA

Sergio Ramírez es uno de esos escritores que nos permite creer todavía en la literatura como obra de arte, en la fortaleza de la palabra para construir mundos. En su última novela, Tongolele no sabía bailar, última de la trilogía que componen El cielo llora por mí (2008) y Ya nadie llora por mí, crea un edificio narrativo de singular calidad literaria no solo por la gran cantidad de caracteres que son construidos en él con apenas unos trazos, sino por su amor a la palabra que todavía da esplendor y guía a nuestra lengua, así como por la solidez de la propuesta, sus argumentaciones, su capacidad de observación de la realidad y la solvencia al desarrollar una historia que siempre clama interés y acierto en unos diálogos excelsos donde vibra con potencial utilidad la lengua coloquial de Nicaragua con sus bondades léxicas, su riqueza expresiva y sus grandes aportes creadores concitando la calidad de un texto literario siempre icónico y sazonado. Pero también por la integración a veces de diálogo, narración, descripción, y uso de diversas personas narrativas muy en la línea de lo que habíaN hecho en el pasado muchos autores como Carlos Fuentes y la instrumentación de diversos tipos de textos.

La trama nace en la Nicaragua del siglo XXI donde se prepara una masacre de ciudadanos organizada desde el poder, en una época en la que se ha perdido el rumbo social y vital, y donde los efluvios de la revolución sandinista fueron finiquitados por el desatino de una dictadura que él propio autor está sufriendo en sus carnes pues, como todos sabemos, está siendo perseguido por sus ideas. Es el mal de la historia de América reflejado perfectamente en muchos narradores que ahora sería promiscuo recordar, pero baste citar a Miguel Ángel Asturias, García Márquez o Vargas Llosa. En la novela "toma en cuenta los hechos sucedidos a partir de abril del 2018 en Nicaragua, cuando una serie de manifestaciones populares desató una brutal represión estatal". Pero no solo esto sino el uso del poder para el ejercicio de la violación, el asesinato y la tortura.

La cita inicial de la Electra de Eurípides es muy emblemática ("Vengan y verán terribles y prodigios de felices tiranos") por cuanto lo que el lector/a va a visualizar en su interior es la construcción de esos momentos de una tiranía a través del elemento unificador de la figura del inspector Morales que se adentrará desde Honduras hacia Nicaragua para recuperar un momento de la historia de este país. Se estructura en dieciocho capítulos (organizados en dos partes) y un epílogo, con unas páginas iniciales de Wikipedia donde crea la ficción de la realidad del inspector Dolores Morales con esa alianza ficción-verosimilud. Va alternando los momentos dialogados de los represaliados que regresan de Honduras con Morales a la cabeza, y el grupo de Tongolele. Junto con los personajes iniciales se encuentran Lord Dixon, el padre Pupiro, Rambo, el padre Pancho, Edelmira, la sobrina de monseñor Ortez, pero también acontecimientos como el asesinato de un sobrino de monseñor y el atentado al propio monseñor que genera todo tipo de especulaciones, y representa un discurso progresista de la iglesia latinoamericana. De otra parte el mundo que gira en torno a Tongolele (el comisionado Anastasio Prado), responsable de la máxima represión en el país junto con sus ayudantes Pedrón, Alba Rosa, Zoraida (la madre de Tongolele, aficionada al esoterismo), el teniente Benavides, el coronel Patrana, el capitán Salvatierra. y Leónidas, entre otros.

Ramírez tiene la facilidad de construir sus propios mundos a través del diálogo y retratos e imágenes, siempre erigidas con un lenguaje muy expresivo, tan querido para nuestros clásicos, y con el permanente trasfondo de la situación social y del poder en Nicaragua con el brazo omnipresente de Daniel Ortega, al que no se cita pero su figura está presente. El compromiso del escritor está muy presente tanto como su visión sarcástica de personajes y situaciones, así como la degradación progresiva de Tongolele al amparo de su mamita Zoraida o la caída en manos de la instrumental Fabiola Miranda, a la que convierte en amante y finalmente bajo el poder de Leónidas (que dirá: "Fui contra, es cierto. Pero un contra a favor"), que acaba convertido en jefe de los paramilitares y alma de este grupo de asesinos que se organizan para evitar que el pueblo se manifieste contra los desmanes del poder: "La nueva clase fastuosa y arrogante de quienes un día se llamaron revolucionarios, y hoy también solo creen en el dinero". La obra nace de procesos dictatoriales y también de traiciones y la imagen de un poder omnímodo que todo lo controla con una "colección de viejos guerrilleros de barrigas prominentes". Toda una aventura para los lectores.

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