El propio autor nos indica que es lo que pretende con este libro. "CRÓNICA FADRIQUIANA: La asombrosa y sorprendente crónica del itinerario marítimo al Mar Tenebroso de maese Fadrique de Barbastro, sus reflexiones acerca de la naturaleza y 'architectura' del universo mundo y otras muchas cosas". El padre Fortea Cucurull es un sacerdote y teólogo importante, dedicado a la doctrina católica y, asimismo, está cualificado por la Curia Vaticana para realizar exorcismos. Nacido en Barbastro, Huesca, en 1968, es un estudioso de referencia en todo lo que refiere a la demonología. Lo único que se puede indicar: es que el protagonista de esta obra fue un bibliotecario de Barbastro, que trabajaba en la Universidad de París, ¡no hay más!; no obstante, los datos históricos son muchos y lo investigado igual, ambos hechos avalan la obra de 550 páginas, comenzada en 1999 y corregida y ampliada n-veces. «'El libro del fin del mundo es la crónica de un viaje geográfico y espiritual que nunca ocurrió, pero que pudo haber sido'. "Año del Señor de 1327. Mi nombre es Fadrique Ramiro, de la familia de los cereros de Barbastro. Como no pocas son las vueltas y giros que la vida da a la rueda de la Fortuna, acabé estudiando en Bolonia y convirtiéndome en bibliotecario de la Universidad de París. Allí pasaba los días entre libros y manuscritos, hasta que el rector me encomendó una misión que muchos otros habían rechazada antes que yo: dirigir la travesía por el Mar Tenebroso para averiguar cuál era longitud y describir en un libro todo lo que halláramos". Así da comienzo esta novela en la que José Antonio Fortea, con gran maestría, se ha metido en la piel de un antiguo cronista medieval para recrear los preparativos y la ejecución de una expedición en la que embarcaron quince marineros y volvieron seis tras cien días de peligros, tormentas y calma chicha, por el ignoto océano». La novela-histórica intenta lograr la equidistancia entre la ficción, que puede ser comprensible o próxima, en función del acercamiento a los conocimientos históricos que rodean a la obra y, sobre todo, que posean los lectores, ya que de esta forma se puede desentrañar mejor el argumento narrado en la obra de que se trate; en los momentos actuales, los escritores de dicho género literaria, en mayor o menor medida, nos aportan, o tratan de hacerlo, bastante a los que somos historiadores sensu stricto. Lo exigible es que el grado de rigor histórico que sustente a la novela-histórica sea de una exigible honestidad. Y a mí, como medievalista que soy, me parece laudatorio el grado de apoyo que me dan las novelas-históricas sobre el Medioevo. Esta obra está narrada en primera persona, y lo que se refiere es un pretendido viaje a través del Océano Atlántico, el denominado como Mar Tenebroso en la época narrada. La obra nos ofrece un análisis intelectual y teológico, y estos son sus asertos, relativos al sentido de la vida y de la virtud. "¡Cuántos extravíos han caído sobre el fruto de la mente de este pobre bibliotecario que fui!". La dedicatoria o praefactum se realiza en el Nombre del Señor, que viniendo de un sacerdote de la iglesia católica es de agradecer, por esclarecedora y prístina. "En el año de gracia de Nuestro Señor Jesucristo de 1327 fueron escritas estas letras en estas líneas. En el mismo triste año en que el incrédulo, malvado, cruel, inicuo, intemperante, lascivo, fornicario, ebrio, falaz, infame, perverso, disoluto, vil, embaucador, vicioso, envidioso y ambicioso emperador Ludovico entró en Italia con el afán de coronarse laicamente y de hacer otras muchas cosas tan plenas de perfidia como luengas de ser contadas. En el mismo año en que no sabemos a ciencia cierta quién sea el rey y señor del reyno de Francia, pero en que sí que conocemos que es nuestro bueno y santo padre Juan XXII el que gobierna el timón de la nave de san Pedro. Año, también, en el que una semana después del ayuno del miércoles de ceniza apareció el cometa en el firmamento harto visible durante tres días". Estas líneas fueron escritas por fray Adriano de Cluny, diez años después, aunque manteniendo la fecha original del comienzo del primer manuscrito. Y en algunas de sus partes el texto tuvo como amanuense la mano diligente de su silencioso y fiel secretario, fray Lázaro de Thorms". El protagonista explicita de donde provenían, y quienes eran sus ancestros familiares, explicando cual es la causa de su cualificativo profesional, 'de cereros', porque eran fabricantes de velas; aunque su tronco familiar era el de plateros, relacionados con la joyería argentea. Sea como sea, su vida le conduciría, sin solución de continuidad, por los recovecos que suele dar la vida, a estudiar Humanidades en la más que prestigiosa Universidad de Bolonia, sita en la capital homónima de la región italiana de la Emilia-Romaña, donde desde la Baja Edad Media se ha cultivado el laicismo más característico. No obstante, por parte de su abuelo materno, su familia-materna se dedicó a la chacinería, que es realizar embutidos y fiambres con las carnes del cerdo, y de ahí el apelativo de 'el Chacinero'. La narración presenta un léxico de una enorme riqueza lingüística, como corresponde a tal narrador, ¡tal honor! Como si de un prototípico Cristóbal Colón se tratase, va desgranando día a día todo lo que le ha ido ocurriendo, en lo que se puede calificar de un conspicuo cuaderno de bitácora, stricto sensu. Textos largos expositivos, que nos permiten conocer todo lo relativo a lo que se está relatando en la trama. "Cuando uno está lleno de tedio, fácese toda guisa de cosas. Mi madre decía que cuando el diablo se aburre, caza moscas con el rabo. El aburrimiento es maestro de comportamientos asaz insospechados. Y así yo, persona de natural grave, veía dormir a nuestro gato muy cerca del entrepuente, en la semiobscuridad de la segunda cubierta. Observaba yo a ratos que el felino, recogido en una bola, y con el rabo pasándole por detrás de la oreja derecha, respiraba al modo de las personas humanas cuando duermen, es decir, con una respiración lenta y plácida que se localiza en la región del estómago". Una importante y esclarecedora novela-histórica sobre un viaje, que se debió producir, para dejar un poso muy importante en lo que, a partir del año 1492, iba a ser una revolución esencial para el encuentro los pueblos europeos y los americanos. La realidad palpable es que la obra es interesante y, si se lee con cuidado e interés, nos deja una sensación muy importante para conocer el resto de la trama. El protagonista es un importante humanista, por lo que su cosmovisión es paradigmática, por ser alguien de tanta enjundia cultural. En suma, el conocimiento de esta obra, que tanto ha representado para su autor, es de necesaria lectura Deseo, además, destacar, por ser muy interesante, la figura del cardenal Jacobo Dueze, quien será el Papa Juan XXII, ya citado en la obra. «Si fas endo plagas caelestium ascendere cuiquam est mi soli caeli maxima porta patet». Puedes comprar el libro en:
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