El primero es Bernard Arnault, rey del emporio del lujo LVMH, casado con la actriz Salma Hayek, otra que anda bien servida de pectorales. Igual o parecida a Natasha Bassett, última novia conocida de Elon Musk, segundo en el podio de los billonarios ociosos. Mejor sería que compitieran ellas sacando pecho (talla mínima 120 de sujetador) y no ellos con sus yates de la época Gil y Gil marbellí.
Además de aburridos, caprichosos y extravagantes, son muy cutres tío. Necesitan más un cursillo para manejar su vida que para gestionar su pasta. Y sin embargo encarnan el paradigma de la felicidad en una sociedad hasta los güevos de políticas utópicas y hambrienta de placeres y emociones. La lista Forbes, las Kardasian y la revista Hola, han democratizado la riqueza. Ahora que las ideologías han muerto, desde la cultura del pelotazo, no veíamos una exhibición de poderío tan impúdica. De las cloacas del Deep State surge un nuevo modelo de democracia donde todo se compra y se vende: los votos, la decencia, la ética, la justicia, la honra . y hasta el cariño verdadero.
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