Este año tiene lugar la 82ª edición. El primer año que se celebró la Feria fue en 1933, que se instaló en el Paseo de Recoletos. Pensarán que las cifras no coinciden y tienen razón, les daré una buena explicación. Durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra nadie tenía ganas de leer y mucho menos de comprar un libro, así que en esos años que faltan, la feria estuvo cerrada, concretamente desde 1937 hasta 1943, ocho añitos porque no volvió a abrir sus imaginarias puertas de papel hasta mayo del 1944. Los años anteriores se celebraron en abril, coincidiendo con la Semana Cervantina.
El "Tren de la Cultura" nos llevó desde la estación Almudena Grandes-Atocha hasta la estación Delicias de Zaragoza. En la capital aragonesa asistimos a la hermandad de ambas ferias del libro en el Ateneo Mercantil. En sus salones se han celebrado cientos de conferencias, conciertos, coloquios, recitales y otras actividades, pero de lo que están más orgullosos es de la celebración del 42 cumpleaños de Albert Einstein en sus salones, justo en el que tuvo lugar la presentación.
"Einstein llegó a nuestra ciudad el 12 de marzo de 1923 para ofrecer sendas charlas, justo un año después de conseguir el Premio Nobel de Física de 1921. El día 14 era su cumpleaños, y se celebró en este salón", nos cuenta uno de los responsables del Ateneo Mercantil. Anteriormente, había estado en Barcelona, donde llegó en tren, y en Madrid, siendo agasajado por el monarca Alfonso XIII. Einstein llegó a España invitado por el físico Esteve Terradas y el célebre matemático Julio Rey Pastor para das varias charlas en Barcelona y Madrid y por las que cobró 7.000 pesetas, una auténtica fortuna para la época. Como también pasó por Zaragoza, los responsables del Ateneo le invitaron a dar otras dos conferencias en el salón donde se celebró el hermanamiento. Un salón de características modernistas, que es una de las principales joyas arquitectónicas de Zaragoza.
En el tren de regreso tuve la oportunidad de compartir conversación con los escritores Megan Maxwell y Pedro Mañas, y con el ilustrador David Sierra. La autora madrileña es una de las escritoras superventas en el género de novela romántica, y ¿por qué no decirlo? También erótica. En sus novelas intenta, y lo consigue, añado yo, explicar cómo y por qué se enamoran sus protagonistas. "El amor es pura magia, pero si no lo cuidas puede caducar como los yogures", nos dice en la conversación. ¡Vaya, yo me como muchos yogures caducados debido a lo despistado que soy, pero me saben bien! ¿Lo mismo me ocurre en el amor?
Megan, dicharachera y simpática ella, apunta que "no solo me leen las mujeres, también lo hacen los hombres y algunos me escriben para felicitarme". La autora de Aluche reconoce que escribe tres novelas al año. "Este año, he dicho a mi editora que sólo voy a escribir dos, que también tengo derecho a disfrutar de la vida viajando con mis amigas", afirma. Hace bien Megan. ¡Hay que disfrutar de los réditos de sus muchas obras! En especial de su última novela "Mírame y bésame", cuyo título creo que lo dice todo. ¡Hala, a no perder tiempo!
Respecto a la experiencia del tren nos dice "poder celebrar el 90 aniversario de la Feria del Libro de Madrid en el Tren de la Cultura de Renfe es algo maravilloso, porque nunca hemos de olvidar que la vida está repleta de viajes que nos llenan la vista, el alma y el corazón", expuso la simpática escritora de novela romántica que también ha escrito algún que otro libro de literatura infantil.
Pedro Mañas es el célebre escritor de la saga infantil "Anna Kadabra", que publica en colaboración con el ilustrador David Sierra. Forman una entrañable pareja que está haciendo las delicias de los lectores más menudos de la casa. Por supuesto que Pedro no ha escrito ninguna novela romántica. "Me da pudor escribir sobre el amor", asevera rotundo. No se da cuenta de que en sus obras hay mucho amor, sobre todo el que él aplica a sus páginas. Antes solía escribir solo sus libros y después se los pasaba al ilustrador. "Ahora también participo en el proceso de creación", señala David, y cada día están más compenetrados.
Su experiencia del viaje ha sido fantástica. "Tal vez nada represente mejor al libro que un tren en marcha. Ese espacio que es a la vez un refugio seguro y un vehículo en el que dejarse llevar sin apenas darse cuenta. Un lugar en el que confluyen lo íntimo y lo público, lo que nos une a todos. Un tiempo para uno mismo, pero también para mirar de reojo a los demás viajeros. Esa doble dimensión opera no solo cuando leemos, sino también como creadores. Por eso nos alegra tanto celebrar el 90º cumpleaños de la Feria del Libro de Madrid a bordo de este Tren de la Cultura y rodeados de tanto talento. Es el mejor modo de demostrar que la feria, a pesar de ser ya nonagenaria, sigue moviéndose y llevándonos tan lejos como sus libros", expusieron al unísono los autores de la serie de novela infantil de Anna Kadabra.
Una experiencia irrepetible y única, lo mismo que nos dice Cristina Campos por haber sido finalista de la pasada edición del Premio Planeta. "Conseguir el galardón de finalista ha sido algo magnífico. Me ha cambiado la vida, es como si estuviese desde entonces viviendo en Disneyland. La ilusión unida a la magia", concluye la escritora.