Y si las cosas que se dicen, que se comentan en un banquete, en una celebración donde corre el vino y las viandas, quizás la realidad acabe distorsionada. Además, ¿qué es lo que fue realmente? ¿Como yo lo recuerdo o como lo vivieron otros? ¿Cómo era? Mis apreciaciones son distintas a las tuyas, a pesar de haber estado en el mismo lugar, en el mismo tiempo, en la misma celebración. Y si resulta que no has estado, como le pasa a Apolodoro, que nos lo cuenta tal y como cree que se lo han dicho, entonces, la historia puede tener mil interpretaciones, otros visos, distintas conjeturas, diversas emociones, porque cada uno lo habrá vivido de una manera distinta. O no.
Soy porque somos, o somos porque tú me ves de esa forma. Aunque hayamos trabajado hombro con hombro, hayamos asistido al mismo discurso, a idéntico banquete, dependerá del grado de alcohol, de atención, de interés, de hastío, de adulación, de sorpresa, de razón y sin razón,. las variables serán múltiples y variadas.
Somos lo que los demás quieren que seamos. De ahí, también, la importancia de las palabras. Será lo que quede. Porque nosotros nos habremos ido sin remedio. Y aunque todos seamos testigos, no todos serán protagonistas, y nadie somos iguales.
Con humor, con la chispa necesaria para atraer la atención del espectador, somos invitados casi de piedra al Banquete, oímos a los grandes acólitos de Sócrates, a Agatón, a Fedro,. hijos de la filosofía, unidos por el interés del pensamiento, por saber qué es el amor, por entender para qué puñetas estamos en "este mundo absurdo que no sabe a dónde va" y del que cada uno tendrá su punto de vista personal.
La Ferviente Compañía acompañará, valga la redundancia, los discursos y diálogos con frases dichas/escritas por eminentes (o no tanto) figuras de la cultura y el pensamiento creativo.
Pero, ¿cómo será cuando pase el tiempo y mi percepción haya cambiado? ¿Cómo será si lo vivo o me lo cuentan y yo mismo estoy disperso, atolondrado, interesado, atento? ¿Cómo será si lo que dice uno lo que escribe otro?
Todo se puede, hasta ser un actor/actriz interpretando a un personaje que ni siquiera sabemos cómo era físicamente. Pero no todo vale. Sí vale este montaje compuesto por un escrito previo, aunque sea de los años 385-370 a. C., y por la imaginación de Tony Galán, que le da forma y se la quita cuando quiere, con la dirección de Adrián Pulido, que pule cada escena, cada matiz de sus intérpretes, como metre que quiere que todos quedemos satisfechos. Y así nos vamos, brindando a la salud de estos comensales especiales en torno a una mesa teatral donde todos somos filósofos.
FICHA ARTÍSTICA
Intérpretes: Carmen Adrados, Tony Galán, Leyre Morlán, Reyes García, Carolina Neka y Eneko Larrazabal
Dirección: Adrián Pulido
Dramaturgia: Tony Galán
Producción: La Ferviente Compañía
Espacio: Nave 73