"La verdadera identidad de Madame Duval": (Victoria Kent)

Por Alberto Morate

sábado 29 de abril de 2023, 18:17h

Fechas, hablamos de fechas. Desde 1975 en Nueva York, en un salto hacia atrás, a París, en 1941 y los años previos a la II Guerra Mundial.

Y en esos períodos una mujer. Varias mujeres. Comenzando por Madame Duval, es decir, Victoria Kent. Enamorada de la vida. Luchadora infatigable, valedora de sus amigas y defensora de sus ideas políticas y progresistas.

Victoria tiene mala prensa. O, al menos, regular, por su enfrentamiento con Clara Campoamor y su negativa a que las mujeres votaran, de momento. Pero tenía su sentido, no se queden solo en eso, simplemente pedía más preparación y autonomía. Victoria Kent tuvo que exiliarse, pero no se arredró ante las amenazas de Franco, de la Gestapo, de Pedro Urraca, el policía que la perseguía sin tregua, de las ratas que querían sacar provecho. Defendió los derechos, no solo de las mujeres, también de la libertad, de las condiciones de vida de los presos, de los derechos laborales, de los ideales feministas, del amor, de la vida.

Tuvo que exiliarse con una identidad nueva. Pero La verdadera identidad de Madame Duval era la solidaridad, las mejoras sociales, la reivindicación de la mujer en un tiempo gobernado y controlado solo por hombres.

Escribe el texto Antonio Miguel Morales, haciendo hincapié en la humanidad de esta mujer con una personalidad arrolladora, pero también con una gran ternura, con unos deseos claros de ayudar, con la resistencia como bandera, que tiene que subsistir en condiciones precarias de miedo, acoso y persecución.

Lo dirige con un cariño inconmensurable Antoine Jean Julien Rouillard, con escasos recursos materiales, pero con excelentes interpretaciones por parte de María Díaz y Nuria Alloza, donde ambas expresan el amor que se profesan, el cuidado, la soledad, los recuerdos, la sencillez de las personas sin trampa.

A pesar de la importancia de estas historias, de estos personajes fundamentales en nuestro pasado más o menos reciente, aún no conocemos en profundidad el calado de dichas protagonistas y de sus acciones. Se siguen empeñando en acallarlo y, por eso, es absolutamente necesario este tipo de textos y de montajes. Fue un tiempo en blanco y negro. Va siendo hora de darle aire y abrir las ventanas del conocimiento, entender la huella que dejaron, conocer los amores que tuvieron, los miedos que pasaron, la soledad que sintieron.

Fechas que nos pueden parecer lejanas, pero en las que el amor ocurría, y no había guion previo. Había que ir improvisando en la medida que se ganaba terreno al fascismo, a la opresión, al holocausto.

Dos mujeres en el escenario como una canción con música y letra, una canción que queremos seguir escuchando, aunque haya que repetirla mil veces, para no olvidarnos.