La historia comienza en Japón, 1344. Yutaka Tanaka, señor feudal de la provincia de Sagami, debe vengar la muerte de su padre, asesinado por una banda de samuráis enmascarados. La investigación del crimen lo arroja a los campos de batalla, a las intrigas cortesanas y sus traiciones para averiguar la identidad del asesino. Como un príncipe Hamlet perdido entre los pliegues de un país que no llega a comprender, Yutaka se enfrentará a la fascinación de los autómatas, las maniobras sentimentales de dama Ashikaga y los secretos del sokushinbutsu.

"Un crimen japonés" es tan oriental como argentina, es un relato policial, una especulación sobre los reinos de ultratumba, una fantástica y melancólica historia de amor.

"A la hora de escribir quiero ser como Borges que situaba sus cuentos lejos de Argentina, yo lo quiero hacer con una verosimilitud tolerable. Ese ejercicio de distanciamiento, me permite tomar cosas de mí país, pero con objetividad. Me permite acercarme y alejarme del foco de la actualidad como el sistema policial y gubernamental de la Argentina del siglo XIX y trasladarlo a Oriente", comienza diciendo el autor en nuestro encuentro.

"Un crimen japonés" surge de la "fascinación" que tiene Daniel Guebel por la película "Kagemusha", de cineasta Akira Kurosawa y su "obsesión" por "Hamlet". "Siempre me atrajo cómo mató Hamlet a su tío Claudio. Me molestaba que la realización de un asesinato fuese tan fácil. Era una parodia de crimen. En ningún momento se refleja en su rostro ninguna traza de culpabilidad y no había investigación del crimen", cuenta el escritor.

Para Daniel Guebel, "la escritura nace de un sistema contable. Los guerreros japoneses eran unos seres hedonistas que cultivaban el arte del amor. Ese sistema de ataduras se convertía en el arte erótico. Las ataduras van envolviendo al protagonista, un shogun o señor feudal, general de generales, que quería unificar todas las fuerzas y poder convertirse en emperador, y todo quería que se escribiese como una crónica".

"Un escritor siempre tiene que tener dudas"

El autor argentino confiesa que "decidí ser escritor muy temprano, ya en secundaria hacia mis pinitos literarios, y eso me obligó a estudiar mucho. Tuve una fase de reparación con el proceso de estudio. Comienzo a escribir un libro cuando tengo una imagen. Soy un escritor de brújula, si tengo un mapa de antemano en la cabeza, ya no me interesa. El escritor siempre tiene que tener dudas. Yo voy documentándome según voy escribiendo. Para mí, Borges era un jíbaro, un maestro en el arte de citar cambiando todo. Mi novela creo que es un festín caníbal".

Las mujeres construyen al hombre

En su opinión, "tengo una forma de escribir muy especial, lo que yo llamo literatura anfibia, donde se dan la mano la mixtificación con el mestizaje. Por eso, leo mucha literatura tanto histórica como criminal. Siempre me ha interesado más la trama de los hechos que la identidad del criminal. El asesino es lo que menos importa. Lo que más es el legado del protagonista".

Daniel Guebel tardó tres años en escribir "Un crimen japonés". "Algunos pasajes tienen elementos autobiográficos, señala el escritor que tiene la costumbre de escribir dos novelas a la vez. "No sé escribir una obra tras otra", subraya. En su novela, tienen una presencia fundamental las mujeres. "Son ellas las que construyen al hombre, por eso creo que mi novela es feminista. También creo que es un libro post-colonialismo, en un mundo que nunca termina de definirse", elucubra.

Daniel Guebel nació en Buenos Aires en 1956. Escritor, dramaturgo y periodista, es autor de las novelas "Arnulfo o los infortunios de un príncipe", "La perla del emperador" (Premio Emecé y Segundo Premio Municipal de Novela), "Los elementales", "Matilde", "Cuerpo cristiano", "El terrorista", "Nina", "El perseguido", "La vida por Perón", "Carrera y Fracassi", "El caso Voynich", "Mis escritores muertos" y "Enana blanca", y de los libros de cuentos "El ser querido", "Los padres de Sherezade", "Genios destrozados" y "Tres visiones de las mil y una noches".

Random House editó las novelas "Ella", "La carne de Evita", "Las mujeres que amé", "El absoluto" y "El hijo judío". En teatro publicó Adiós mein Führer, Tres obras para desesperar, Padre y Pornografía sentimental. Es coautor, junto con Sergio Bizzio, de Dos obras ordinarias y El día feliz de Charlie Feiling. Con El absoluto -el mejor libro de ficción de 2016, según el diario La Nación- obtuvo en 2017 el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras y en 2018 el Premio Nacional de Literatura, categoría Novela. En 2019 El hijo judío recibió el Premio de la Crítica de la Feria del Libro al mejor libro de creación literaria.

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