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"Razón de estado y cultura política en la Monarquía de los Austrias", de Eduardo Fernández García

Ed. Tecnos. 2022
martes 25 de abril de 2023, 18:17h
Razón de estado y cultura política en la Monarquía de los Austrias
Razón de estado y cultura política en la Monarquía de los Austrias
Este libro es el relato literario sobre la política, en el tiempo de los Austrias mayores (Carlos I y Felipe II) y de los Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), dentro de los siglos X VII y XVII.

«A la educación de los príncipes se destinó una parte muy relevante de los tratados sobre política publicados en los reinos hispánicos durante la época de los Austrias. En ellos se volcaron las principales aportaciones de la teoría política española de los siglos XVI y XVII, sin tener que aguardar a las formulaciones maquiavélicas, bodinianas o boterianas. Dieron forma a la cultura política hispánica de la Modernidad conjuntando teoría y pragmática del poder, providencialismo, virtud política y realismo. Conformaron mediante potentes tópicos retóricos, junto con las obras historiográficas, las artes visuales y el teatro, un relato dinástico y un discurso sobre el ejercicio moralizado del gobierno que sirvió para las fases expansivas bajo la rúbrica de conservación y aumento de la monarquía, y para la declinación en forma de restauración de España. Encontraron en la razón de Estado un mecanismo mejor que el subterfugio de la disimulación para explicar las prerrogativas exorbitantes que requería el gobierno de reinos con una extensión geográfica descomunal y una complejidad institucional notable en una monarquía compuesta con un sistema polisinodal. Y lo hicieron, en muchas ocasiones de la pluma de extraordinarios pensadores, para ofrecer soluciones netamente propias a problemas de un mundo inestable en incesante competencia por la hegemonía continental».

El sistema polisinodial era lo más acertado que se podía realizar, para aquella monarquía tan poderosa, con tanto territorio, y que era tan complejo de administrar; todos esos consejos, tenían un nexo común que era el poder y la decisión del monarca de turno. Felipe II fue un monarca todopoderoso, pero triste, aunque reflexivo. Su reinado se caracterizó por la exploración global y la expansión territorial, que se estaba realizando a través de los mares dominados por la política española, a saber, el Atlántico y el Pacífico. Felipe II de Habsburgo era quien encabezaba la monarquía de la primera potencia de Europa, aunque no pudo ser nunca emperador, porque los grandes electores europeos no se fiaban de poder controlar al hijo de Carlos V, que tantos problemas les había creado; y por primera vez en la Historia del planeta Tierra, el imperio, concretamente el español, integraba o abarcaba a territorios y habitantes de todo el planeta. Existía una necesaria diversificación entre las Casas y los Cuartos del Rey y del Príncipe de Asturias, en un intento filipense de dotar de substancia política a la malhadada figura del Príncipe Carlos.

"Particularmente cuando la figura del valido de turno estaba en una posición inestable o de riesgo, cuando sus adversarios políticos maniobraban con frecuencia para lograr el favor del príncipe y aprovechar su capacidad de intercesión ante el rey o cuando las pretensiones o ambiciones del príncipe chocaron con las expectativas o la voluntad de los reyes; el ejemplo de los acontecimientos vividos entre Felipe II y el príncipe Don Carlos es suficientemente elocuente respecto a estos riesgos. Algo semejante ocurre cuando se suceden las camarillas que rodean a las sucesivas reinas, con el agravante de que suelen nutrir sus séquitos de acompañantes extranjeros que suscitan en la Corte de los Austrias rechazo o al menos reticencias".

En la corte matritense se encuentran numerosos personajes, como si fuese una corte de los milagros, tres destacan sobremanera y de forma genérica y, lógicamente, todos ellos relacionados con la educación de Don Carlos, para tratar de prepararlo en un futuro como monarca de todo el Imperio español; y me estoy refiriendo a preceptores, maestros y consejeros. Pero, algo tenía en su mente aquel joven, que cuando fue a presentarse ante su abuelo Carlos V, este no quiso volver a saber nada de él. Aunque, a pesar de los problemas físicos que le atenazaban, desde una caída padecida por las escaleras de la Universidad de Alcalá de Henares, era un lector voraz y un apasionado bibliófilo de la Historia; tras esta desgracia de la que fue salvado por el médico Andrea Vesalio; el embajador alemán, el conde Dietrichstein lo describía como: 'Excesivamente pálido, la pierna derecha más corta que la izquierda, el pecho hundido y algo de joroba'; aunque sus capacidades intelectuales no quedaron mermadas, sino todo lo contrario, ya que crearía en sus aposentos una selecta 'Academia' de personalidades sumamente cultas. El canonista, jurisconsulto, canónigo e inquisidor, Jerónimo Fernández de Otero (1586-1635) en su obra 'EL MAESTRO DEL PRÍNCIPE' escribía sobre: 'la necesidad que tiene un Príncipe de Maestro desde sus primeros años', aunque esto no significaba que el Príncipe de Asturias, o cualquier otro heredero, no necesitase seguir teniendo guías políticos, que le indicasen el pertinente análisis sobre las consecuencias que se podían extraer de los acontecimientos vivenciales evolutivos; todo ello sería un necesario aprendizaje para el buen gobierno ulterior de la res publica.

"Ademas de que si el Rey, Principe y gran Señor se desvela en la conservación y aumento de su Corona valiendose para ello de los hombres mas doctos, prudentes, sabios y valerosos que ha podido hallar dentro y fuera de sus Estados, ¿quanto mayor cuydado debe poner en la buena educación de su propio hijo para quien los procura conservar y aumentar?". Desde la Iglesia católica y desde la Universidad, Alcalá de Henares o Salamanca, que ya son instituciones excelentes, se incorporan maestros para conformar los cuadros profesorales encargados de la educación de los personajes que van a ocupar los tronos en el futuro. En todos estos siglos, las personas que acudían a las Universidades, se educaban lo más profundamente posible, con la finalidad prístina de ocupar, a posteriori, los puestos directivos de la burocracia regia de los Habsburgo, en muchas ocasiones tan compleja y diversificada, que conllevaba lentitud en las decisiones de todo tipo, las cuales precisaban, en todas las ocasiones, la firma del propio soberano, que en el caso de Felipe II era la meticulosidad por antonomasia.

"Es recordada la visita que Felipe II hiciera siendo príncipe a la Universidad de Alcalá de Henares en enero de 1540, cuando oyó clases de maestros diversos. Para ello se prefería una formación jurídica que preparaba a los letrados para el servicio en los Consejos y Juntas, pero no para el gobierno". En la página 430 se citan los nombres anhistóricos de las dos Coronas de Castilla y de Aragón, inexistentes hasta en la diplomatura del propio Felipe II, que se refiere siempre a los Reinos de Castilla y de León, o a los Reinos de Aragón; cultivaremos incrédulos. Sea como sea, libro de importante densidad política, que analiza en más de 600 páginas, casi todo lo que se debe conocer sobre el régimen de los Austrias, que ocuparon la parte más paradigmática del gobierno de las Españas y su consiguiente Imperio. «Honorum populi finis est consulatus. ET. Panem et circenses».

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9788419553102
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