A la primera que me acerqué fue a Bodegas Mocén. Sabía de las andanzas de don Camilo José Cela por estas tierras, pero no me podía imaginar lo que me encontraría allí. En uno de los edificios de esta singular bodega hay una biblioteca que lleva su nombre. Fue inaugurada en 2001 por el propio escritor nobelizado en 1989.
El fundador de Bodegas Mocén fue José Luis Ruiz Solaguren, que en 1988 compró las conocidas Bodegas Antaño de la finca de los Pimentel, que estaba prácticamente en ruinas. El conocido restaurador desarrolló una de las cadenas más prestigiosas de alta gastronomía en Madrid: el "Grupo José Luis", con varios establecimientos en la capital. José Luis fue un gran visionario y cuando accidentalmente visitó Rueda no pudo por menos que comprar esas bodegas para abastecer su negocio creando su propio vino.
Siempre estuvo muy implicado en el mundo de la cultura y el arte, como demuestran las muchas fotografías de personajes de este mundo que lucen en sus paredes; luego hablaremos de ello. Una de esas inquietudes fue la literatura. De ahí que, en 2001, invitase a don Camilo a inaugurar una biblioteca que llevaría su nombre; en ella nos podemos encontrar con más de 25.000 ejemplares.
A la llegada del escritor gallego a la villa de Rueda, lo esperaba José Luis a la entrada de su bodega.
-Buenas, don Camilo. ¿Un vinito?
-¡Hace!, pero de Rueda.
-Por supuesto y además del mío.
Así aterrizó Cela para dicha inauguración. En la bodega anduvieron como locos durante días para preparar el evento. Le dieron bien de comer, de beber, de dormir y le allanaron el camino para que pudiese desplazarse por los pasillos de la cueva con facilidad. Me cuenta una de las parroquianas del pueblo que el Nobel se zampó ocho huevos fritos de una sentada, además de otras viandas típicas de la zona. José Luis, como zorro viejo, había mandado preparar una cama en uno de los despachos de la bodega para que el escritor gallego pudiese reponerse con tanto trasiego.
-Una siestecilla, don Camilo- le dijo después de la opípara comida con la que le obsequió.
-Sí, de las de pijama y orinal.
El escritor se recluyó monásticamente para hacer una digestión lenta y suave. Sintiéndose recuperado, avisó a José Luis de que ya estaba dispuesto para inaugurar lo que hiciese falta. A escasos metros se encontraba la biblioteca a la que habían puesto su nombre y el escritor de Iria de Flavia se quedó impresionado con lo que allí vio. Una biblioteca de gran altura que tiene dos pisos en alguna de sus zonas, en otras se pueden ver los dos pisos de estanterías, la superior tiene un pequeño corredor. En el centro de la misma hay unos amplios pupitres donde el visitante puede ojear los libros que allí se encuentran.
Destacan muchas joyas bibliográficas, entre ellas una edición de "Gavilla de fábulas sin amor", de Camilo José Cela con ilustraciones de Pablo Ruiz Picasso y que se imprimió por Papeles de Son Armadans. Por supuesto, el libro está dedicado por nuestro premio Nobel a José Luis Ruiz Solaguren, el fundador de las bodegas Mocén. Hay muchos libros interesantes, algún incunable y otros libros de ediciones populares que el propietario fue adquiriendo para su uso particular, pero que decidió ceder a la biblioteca tiempo después. ¡Por algo eran suyos!
La biblioteca surgió fruto de la amistad de José Luis con Manuel Martínez Llopis, estudioso de la gastronomía española, que recorrió toda la geografía del país rescatando y recopilando las recetas que albergaba la tradición oral. A su fallecimiento, quiso que sus estudios quedaran a buen recaudo y acordó con José Luis dejarlos en un lugar destacado como era Bodegas Mocén. Además, entre los volúmenes que allí se guardan, podemos encontrar clásicos de la literatura española como algún "Don Quijote", tratados de enología y estudios sobre la el pasado de la región.
La guía de las Bodegas Mocén nos cuenta muchas anécdotas del antiguo propietario; en la actualidad, son sus dos hijos los que llevan las riendas del negocio. José Luis contaba a todo el mundo sus inicios como limpiabotas a los 14 años. Fue un niño de la posguerra española, de madre cocinera y padre taxista. A sus padres, solía decir que "les debo todo mi saber culinario y la devoción que siento por los clientes que son más que amigos". Fruto a su dedicación consiguió pasar de ser gerente de una pequeña taberna a desarrollar una de las cadenas más prestigiosas de la alta gastronomía madrileña: el Grupo José Luis".
Si miro la inversión estoy claramente perdiendo dinero, si miro la ilusión estoy claramente ganando
En 1988 adquiere unas históricas bodegas en la villa vallisoletana de Rueda, que estaban prácticamente en ruinas. Consigue abrirlas de nuevo y comienza a investigar para hacer su propio vino. Plantó 140 hectáreas de viñedos con seis variedades distintas de uvas. Gracias a los avances tecnológicos consigue una buena productividad. Aún así, llegó a afirmar a comienzos de este milenio que "si miro la inversión que he realizado en las bodegas, estoy claramente perdiendo dinero, si miro la ilusión estoy claramente ganando".
Hagamos un poco de historia sobre el vino. Fueron los romanos los pioneros en cultivar la vid. Tras la Batalla de Roda- 981- entre musulmanes y cristianos, se introduce la uva autóctona de Rueda: la verdejo. Pasados los años, llegaría a ser el vino preferido de la corte de Felipe III (1578-1621), así adquirió prestigio mundial, pero la filoxera y los incendios asolaron la villa entre 1896 y 1904 hizo que muchas bodegas fueran abandonadas. Y no fue hasta que José Luis Ruiz Solaguren comienza la restauración de las que va adquiriendo cuando volvió a recuperar su auge, fueron varias bodegas con las que se hizo y las fue uniendo. Dichas tierras están formadas por 300 hectáreas de viñedo propio y otras 100 de viñedo controlado, parte del cual tiene un tratamiento totalmente ecológico.
El suelo es muy específico de la zona, el canto rodado mantiene el calor durante el día y lo libera lentamente por la noche, protegiendo las cepas de las importantes oscilaciones térmicas propias del terreno, parte del lecho del río Duero durante la era del deshielo y las inundaciones, que hace que la tierra sea rica en minerales aptas para el cultivo de la vid. El buen drenaje obliga a las cepas a hundir sus raíces en busca del agua y los largos veranos e inviernos fríos a que se adapte constantemente. Este balance entre dureza y mimo, entre exposición y abrigo, entre carencia y abundancia, es el que caracteriza al entorno de la viña de Bodegas Mocén, generando su sustrato y el origen de la calidad de los vinos.
Para elaborar un vino de alta excelencia, es fundamental que los enólogos realicen controles de frecuentes a lo largo de todo el proceso, combinando tradición con las nuevas tecnologías. Pesan y miden su producción para constatar el potencial alcohólico, analizan cada remolque para medir la acidez total de Ph que presentan los mostos; por cinta transportadora se seleccionan los racimos y se procede al despalillado y estrujado.
Los tanques de fermentación, todos ellos de acero inoxidable, poseen camisas de estabilización térmica por las que circula agua a diferentes temperaturas y que es dirigida a través de un panel central. De este modo, se controla con exactitud el parámetro clave de la temperatura, de vital importancia en esta fase.
Con la uva blanca o verdejo se elabora los famosos vino de Rueda, conocidos popularmente como verdejo. Su color amarillo pajizo con reflejos verdosos; aromas de hierba recién cortada con fondo de fruta tropicales de hueso con sabor afrutado; el paso en boca es fresco y ligero, afrutado y con una excelente acidez característica de la varietal. También se elaboran caldos tintos con la variedad de Tempranillo. Pasan una estancia de 12 meses en barricas de roble americano y luego unos meses más en conos de 10.000 litros de roble francés, con el fin de obtener matices de ambos tipos de madera. Rubí de intensidad alta con ribete azulado; nariz típica de los tintos españoles clásicos de crianza, sobrio y elegante, con predominio de la madera frente a la fruta. El paso en boca es amable gracias a sus taninos sedosos.
La historia de los vinos de Rueda se fraguó paralelamente con el talento castellano de saber huir del calor, adentrándose hasta 25 metros bajo tierra, en busca de una temperatura y humedad constante, donde proteger la crianza de sus vinos. Éste es un viaje al centro de la Tierra por un laberinto que no es otro que el corazón de Rueda. Las galerías de Bodegas Mocén se suceden, se cruzan, se buscan y se alejan, pero manteniendo una correspondencia entre ellas. Hay muchos rincones dedicados a personajes como don Juan de Borbón, diferentes artistas plásticos y de la copla, músicos cultos y otros más populares.
La propia bodega es un museo de viejas tradiciones vinícolas donde tanto nos sorprendería ver aparecer, como surgidos de la penumbra, a los esforzados porteadores que transportaban los pellejos de vino a sus espaldas, subiendo y bajando, oliendo a uvas y a sudor. En el patio de la bodega se pueden ver los diversos aperos que se utilizan tanto en la recolección de la uva como los que se utilizan en la pisada de uvas, lagares de madera hechos a medida para la bodega
También podremos encontrarnos con una interesante galería de arte. Como numerosos artistas contaron con el servicio de catering José Luis para sus salas de exposiciones en Madrid, muchos de ellos le recompensaron con una obra de arte. Fruto de este trueque Ruiz Solaguren fue atesorando esa colección hasta crear una impactante galería, ahora parte de Bodegas Mocén. El hostelero vasco encontró así la posibilidad de enriquecer la bodega con campos afines al mundo del vino que le dotaran de cultura y sofisticación. Un marco inigualable para la presentación de sus caldos.
Terminada la visita fuimos a reponer fuerzas al restaurante que tienen en su interior las bodegas de Yllera donde está la gastrobodega "El hilo de Ariadna", regentada por Martín Berasategui y allí realizamos un interesante recorrido por sus galerías, pero es la comida y los caldos que sirven con ella lo realmente impactante. Decir que quedamos encantados es poco. Deseamos volver a pinchar cerca de Rueda para poder seguir visitando las otras muchas bodegas que se encuentran en esta villa tan acogedora, agradable y hospitalaria.