LA REALIDAD, LOS TORREZNOS: La Realidad somos nosotros

Por Alberto Morate

lunes 17 de abril de 2023, 18:20h

Hay unos cuadrados blancos en el escenario. Dispuestos para que se desarrolle una supuesta acción, aparezcan unos personajes y ocurran unos hechos determinados. Se supone que eso es el teatro.

Pero Los Torreznos no hacen teatro. Hacen La Realidad. ¿Y qué es La Realidad? Puede ser cualquier cosa que no sea mentira. O sí, que sea ficción, que sea engaño, que sea posibilidad, que sea la luz, que sea ir a mear, que sea una zanahoria, que sea un mensaje, una metáfora, un silencio.

Podríamos hablar de la teoría de La Realidad, porque cada uno lo verá con ojos distintos y lo recordará de una manera diferente, aunque hayan vivido lo mismo.

No es el mensaje, no es el receptor, no es el emisor tampoco, es. lo que está sucediendo. Y sucede que Jaime Vallaure y Rafael Lamata, Los Torreznos, esprintan en su quehacer de clown, de performance, de actores, de ponentes, en una verdad maquillada, aunque ellos no se maquillen, y nos quieran hacer ver la relación entre Realidad, Arte, Vida, Cultura, y chapuzas varias.

Se mueven, entre luces y sombras, proponiéndonos sin proponerlo, que les sigamos el juego, que movamos ficha, que seamos los que ocupemos el fondo negro de aquellos cuadrados blancos que nos hemos encontrado en el suelo.

"Lamer la penumbra y llenar la gran boca de miel", o algo parecido. De repente, se dan cuenta, nos percatamos, que hay una pared falsa sobre otra pared, o que el suelo que nos sostiene no es la realidad, es un espejismo, un mito, una zanahoria que se le pone al burro para que avance sin quererlo.

De repente, preguntan la hora y se dan cuenta de que el tiempo pasa rápido, que tampoco es real. Y nos cuentan lo que deberían estar haciendo y no hacen y lo que hacen pero no han hecho. Yo qué sé, es un lío esto. Pero lo que no se hacen, son el muerto. Están vivos y cogen al vuelo lo que les sugiere el ambiente, el momento, la realidad, que es hipócrita y se viste dramatismo, pero por eso ellos, la desmontan, y en un absurdo que es muy cierto, muy real, nos proponen estar despiertos.

Podría parecer que están jugando al teléfono escacharrado, pero es que están en todo de acuerdo. Y concluyen que la realidad es aire, que la realidad no permite las puertas cerradas, ni los cuadrados blancos, que la realidad pierde su fuerza por la boca, que la realidad se la están perdiendo los que no han venido a verlos.

Y entendemos, que La Realidad somos nosotros, los que en ese momento estamos con ellos, los demás no existen, que fuera es un cementerio. La Realidad es atreverse a vivir, aunque no tenga sentido nada de lo que hacemos.