El escritor madrileño es uno de los autores más prolíficos de nuestro país y el que más vende en el extranjero. Por ejemplo, en Polonia es el autor foráneo que más vende, siempre encaramado en lo más alto de las listas de más vendidos. Su nueva novela va a ser traducida a varios idiomas, incluidos el polaco, el húngaro, el italiano, etc. En España es un auténtico autor superventas, sobre todo con sus novelas protagonizadas por niños judíos. Sus historias son de lo más rocambolescas, pero reales. Tiene un olfato especial para encontrar acontecimientos que hielan la sangre a los lectores.

“Sigo teniendo un niño dentro de mí. Se suele decir que ser niño es fácil, pero no es cierto. Si bien tuve una infancia feliz, los adultos no me entendían, quizá por mis gustos. Uno se siente atrapado en un mundo de adulto. Cuando crecemos olvidamos a nuestro niño interior, pero yo siempre lo he tenido muy presente”, nos dice Mario Escobar al comienzo de la entrevista.

El autor madrileño reconoce que una de sus características principales es la imaginación, “siempre la he tenido desbordante, además de una curiosidad innata y un sentido profundo por aprender”. Eso le ha llevado a buscar siempre sucesos extraordinarios donde sean los niños protagonistas. “Las guerras provocan mucho stress a los adultos y en los niños se multiplica muchísimo más. En este campo hay pocos libros sobre y para niños, para adolescentes algunos más”, sostiene Mario Escobar.

“En las guerras, los niños son los grandes perdedores, lo mismo ocurre con la literatura que son los grandes olvidados, pero los niños nos muestran que el futuro puede ser diferente", señala el autor. Creo que ese es uno de los motivos de por qué le gusta tener protagonistas infantiles en sus novelas. Son el futuro. “Si en cualquier situación se juntan unos niños de diferentes razas e idiomas, al poco rato veremos que se ponen a jugar y que se hacen entender perfectamente, utilizando gestos o lo que sea”, comenta.

Documentándose para otro libro se encontró con la historia de Valérie Portheret, que dedicó 25 años de su vida en recorrer Europa, Israel y América para restituir la memoria de esos 108 niños que se habían quedado sin identidad porque muchos, para huir de los nazis, fueron adoptados por personas de diferentes países. “Esa memoria e identidad perdida había que recuperarla. Una sociedad desmemoriada como la nuestra tiene que recordar esa gesta. Lo que hizo la historiadora francesa es tan importante que había que contarlo”, cree el autor.

“Los franceses fueron muy indulgentes con los invasores nazis”

“He querido reflejar a la sociedad francesa ante el espejo. Fueron muy complacientes con los invasores nazis. Valérie fue un acicate para escribir este libro, ahora que parece que el capitalismo es el rey del mundo y que solo importa el dinero. Que estuviese 25 años investigando sobre los niños es admirable. Lo que hizo fue devolver la dignidad a muchas personas. Cambió sus vidas. Fue un acto de amor infinito. Estos hechos fueron muy dramáticos para los niños y el altruismo de ella fue fundamental”, explica Mario Escobar.

Para el escritor, la guerra mundial se gestó en el periodo de entreguerras. “Fue el miedo lo que provocó todo, el triunfo de los bolcheviques y la grave crisis económica del 29 crearon un caldo de cultivo a favor del fascismo. Las clases medias querían tranquilidad, estabilidad. Habían conseguido unas ciertas mejoras sociales y lo querían mantener”, expone el autor.

“En Francia había un cierto caos republicano. Había una sociedad bastante conservadora que no le gustaba nada hacia donde iba el gobierno del Frente Popular. Por eso, vieron la ocupación nazi como una oportunidad para volver a los valores tradicionales. Así que, si había que sacrificar a los judíos y a los gitanos, pues se sacrificaban. Se mostraron encantados con lo que estaban haciendo los nazis”, evalúa Escobar.

Mario Escobar sostiene que los nazis tenían una idea perversa. “Querían exterminar a los judíos y a los niños también, porque no los veían como tales sino como futuros judíos que en un futuro podrían vengarse. Por eso, los vencedores de las guerras violan a las mujeres, para dejar sus genes en ellas y para así deshumanizarla. Toda una perversión de la humanidad”.

Las sociedades son muy tolerantes con los intolerantes

La sociedad francesa se mostró permisiva con el nazismo y los gendarmes encargados de las redadas hicieron lo mismo. “El problema radica en el miedo. Si no cumplo órdenes me pueden degradar; sin embargo, otros muchos eran antisemitas, no les gustaban ni los judios ni los gitanos e incluso no querían a los republicanos españoles porque suponían que eran comunistas peligrosos y se podrían revelar contra ellos. Tuvieron una capacidad mínima de solidaridad”, manifiesta el escritor.

“Lo que hizo Valérie me parece muy bonito, al compartir su vida con esas personas. Lo que hizo no fue ningún cliché, éstos son malos, pero los modelos son buenos, hacen que mejoremos como personas. Creo que las sociedades de hoy en día son muy tolerantes con los intolerantes. Hay que enfrentarse a ellos pacíficamente. De ahí, que el grito de la Resistencia francesa contra los nazis fue fundamental y unía a todos. Ante esa situación tan terrible, se terminaron por movilizar”, expone el escritor madrileño.

Para finalizar, Mario Escobar apunta que “en el libro hay muy poco inventado. Se recuperan las ideas cuando hablamos de personas reales, y no de cifras. Cuando aumentas la lupa y nos fijamos en el protagonista, eso cambia la perspectiva. Detrás de la cifras hay dramas. Si un escritor llega a ese punto es cuando el lector conecta con lo que lee”.

“En España no tienen tanto éxito los libros sobre la Segunda Guerra Mundial como en otros países de Europa, pero nos influyó mucho, al igual que la Guerra Fría. En la actualidad, el nazismo está en boga al igual que otros populismos. Tenemos que estar prevenidos ante eso porque se puede volver contra nosotros”, concluye el autor madrileño. No sin antes recordarnos que “las novelas son una vacuna contra el mal. Cuando triunfan las dictaduras lo primero que prohíben es la literatura de ficción, por algo será”.

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