Quizás por eso, muchos las tildan de brujas. Un estereotipo que en muchas ocasiones ha producido hilaridad y desprecio. Brujas buenas y también malas.
Pero son más que eso, porque pueden ser lo que se propongan si les viene en gana. Por fin. Porque hasta ahora, (y en cierta manera, así continua), debían ser las sumisas, las perfectas casadas, las madres abnegadas, las compañeras eficientes y, a la vez, sensuales, las hijas dispuestas, las novias comprensivas, las amigas confidentes, las buenas personas.
Por eso este grupo de 18 mujeres se plantan en el escenario y deciden contarnos que quieren ser malas, que ya están hartas de ser buenas, que de tan buenas tontas.
Malas porque huyeron de su maltratador. Malas porque se atreven a cantar más allá de la ducha. Malas porque no quieren servir más en casa. Malas porque no quieren tener hijos, malas porque meten la pata (según otros), malas porque tienen una mirada salvaje y gritan, si hace falta. Malas porque quieren salir de la rutina y la esclavitud y las zapatillas en casa. Malas porque si no se limpia, no pasa nada. Malas porque salen a divertirse, malas porque si hay que mentir se miente y no pasa nada. Que se vayan los buenos y se queden las malas.
Tantos años de expiación de la culpa, del pecado original, (ya ves tú, dar de comer una manzana), de estar pendientes de los demás, de tener que resultar, a toda costa, guapas, de comprar regalos a los demás y esperar que los demás digan lo que está haciendo falta.
Malas por hacer lo que les plazca.
Beatriz Santiago lleva de la mano a este grupo de mujeres del Laboratorio Teatral “Cómo me pone la lavadora”, donde crean y se cuentan sensaciones, donde quieren ser ellas mismas, sin vara de medir y mucho menos sin vara que se frene en sus espaldas. Quieren dar la talla sin ajustes de vestuario, tal cual, como un día de calor en su casa. Quieren cantar, pero no coser. Y tan solo con unas sillas de tijera marcan ritmos, escupen palabras, se ríen de su pasado, hacen historia sin histerias, ponen alma, cuerpo, pasión, y si eso es ser malas, serán malas.
No más noches en vela, no más castillos de arena, no más es lo que de ti se espera, no más remordimientos de conciencia, no más en la cocina y con la pierna quebrada, no más costuras y dedales, no más soñar despiertas esperando a un príncipe que ni existe ni llega, ni tampoco, a la larga, las compensa.
Malas, sin pecados concebidas, y sin condenas.
FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Beatriz Santiago
Dramaturgia: Laboratorio Teatral “Cómo me pone la lavadora”
Textos: Laboratorio Teatral “Cómo me pone la lavadora”
Elenco: Amalia González Bermejo, Ana Bayo Calleja, Ana Mateos Granados, Ana Ruiz Bolaños, Beatriz Barón Beraud, Begoña Pérez Arias, Belinda Esquinas Auge, Blanca Serradilla Alonso, Concha Salinas, Concha Real Verde, Isabel Arcos Fernández, Laura Alonso Cano, Lola Izquierdo Molina, Mabel Pearson, María Serrano Caballero, Narcisa López Domínguez, Paloma Tabasco Torinos, Pilar Mateo Meléndez, Rosario Frisuelos Muñoz, Silvina Rodríguez Fernández, Victoria Gullón Diego.
Espacio: Teatro del Barrio, todos los jueves de marzo