- ¡Ay Vani! Qué bueno es tener cerca amigos competentes que te escuchan, entienden y enseñan, y a los que puedes abrir tu corazón sin miedo a críticas ni juicios interesados; solo interesantes.
- Y que lo digas Puri, siempre es un desahogo, pero no hay tantos y hay que tener cuidado si no quieres contar más de la cuenta, porque a veces, los muy ladinos, buscas otra cosa enmascarando la amistad y tú eres muy crédula.
- No jodas tía, que tampoco soy tonta aunque me lo digan a menudo. Un verdadero amigo es generoso, quiere tu bien sin pedir nada a cambio, está a tu lado sin necesidad de estar presente y te apoya, aunque te equivoques. Te valora cuando tú no lo haces y te pone el espejo delante para que te mires de frente sin velos que oculten tu verdadero yo.
- ¿Como haces tú conmigo cuando me llamas poligonera? Que a veces te pasas joder, y todo por un par de tacos bien puestos a tiempo.
- No te desvíes Vani, que esto es más profundo y sabes que te quiero como eres porque siempre das en el clavo. Hoy me ha descubierto una antigua fábula tailandesa, “La serpiente y la luciérnaga”, y tiene tela el cuentecito. Y moraleja.
- ¿También los tailandeses tienen fábulas? Yo me había quedado en Iriarte y Samaniego, porque no llegué a La Fontaine y Esopo me queda lejos… Habrá que profundizar…
- Según la leyenda, había una vez una serpiente que empezó a perseguir a una luciérnaga; la pobre huía lo más rápido que podía de este reptil taimado y feroz que quería atraparla, pero el crótalo seguía erre que erre. Así un día, y otro la muy cansina.
- No jodas Puri, que las serpientes comen mayormente ratas, aves y peces. Una luciérnaga no le llega a un diente.
- Eso preguntó la pobre luciérnaga a su perseguidora, ¿pertenezco a tu cadena alimenticia? ¿Te hice algún mal? La respuesta, lógicamente, fue no. Entonces, ¿Cuál es la razón de que quieras acabar conmigo?
- Me dejas de piedra tía, porque no tiene lógica que una serpiente se quiera comer una humilde luciérnaga. ¿Qué contestó la sierpe?
- Porque no soporto verte brillar. ¿Y sabes lo que hizo el insecto? Actuar de manera más brillante aún que la luz que desprendía: sonreír y volar más alto y rápido, de tal manera que la serpiente se quedó con ganas de zamparse ese bocado tan luminoso que demostró estar fuera de su alcance a la vez que le decía, “Es hora de que aprendas a brillar tú misma de un modo tan hermoso que aún nosotras las luciérnagas, observemos con admiración, tu gran resplandor”.
- Joder, me parto. La otra se quedó con dos palmos de narices porque la luciérnaga, en vez de temor, demostró huevos, si es que esos bichos los tienen.
- Lo bueno es que la lampyris noctiluca siguió iluminando el camino, no solo de esta taimada áspid, sino de otros seres que tampoco tienen luz, a la vez que el suyo propio, porque tiene refulgencia interior y brillo propio que la otra quería fagocitar.
- Puri, yo creo que la bicha en cuestión estaba enferma de la cabeza y que solo buscaba la infelicidad de la luciérnaga por su propia frustración e incapacidad de ser alguien por sí misma. Es una devoradora del brilli brilli de los demás porque sola no es nadie. Se siente poderosa con los que considera más débiles. Me da que, para salir airoso de una situación comprometida que te puede acabar destruyendo, solo hay que echarle cojones al asunto. Si no, qué se lo digan a la luciérnaga, que, en vez de mostrar ira o cabreo, voló más alto y siguió iluminando el camino, pero apartándose de las fauces destructoras de la culebra.
- La fábula tiene mucho que ver con la envidia, con un entorno en el que siempre hay personas que quieren destruir nuestros logros anteponiendo los suyos para avanzar más deprisa utilizándonos; habla también de la necesidad de defendernos de manera pacífica cuando percibimos que una relación nos puede anular; habla de tolerancia, respeto, diálogo y de adoptar una posición firme sin hacer sufrir a los que nos quieren de verdad. Tu reflexión es buena, Vani, porque podemos llevarla al aquí y al ahora, que dirían muchos conocidos. A lo largo de la vida todos pasamos por tesituras parecidas, en las que alguien nos atrapa y no quiere soltarnos. Léase una relación amorosa que te destruye y ningunea, un trabajo alienante que no te deja crecer, un amigo absorbente que te quiere solo para él, una madre castrante que te tiene pegado a sus faldas… La única manera de salir de estas encrucijadas es aceptar quiénes somos y quiénes queremos llegar a ser sin atajos, tomando decisiones arriesgadas cuando sea necesario, transformando la ansiedad que se deriva de una elección difícil en fuerza para seguir nuestro camino de manera firme, con valentía, con audacia.
- Todo esto me recuerda al complejo de castración al que nos llevaría el amigo Freud, siempre hablando del falo, aunque sea imaginario. El miedo a la pérdida del pirulo, que diría el Nobel. Hombres que se sienten impotentes frente a mujeres manipuladoras dejando que se aprovechen de ellos de manera absurda y pusilánime, justificando sus acciones como infantes.
- Tienen tarea por delante si quieren recuperar su rol, la confianza y seguridad en sí mismos, sobre todo cuando intentan poner a la serpiente en un pedestal por su valor social, y encima sienten que alagan su ego…
- Tía, ¿te das cuenta de que siempre hablamos de mujeres malas? Desde que el hombre es el sexo débil, no tenemos más remedio que sacar la pancarta y ya me jode… ¿Nos vamos a la noche al parque a ver cómo las luciérnagas iluminan nuestro camino?
- Yo me encargo de las birras fresquitas y tú de los cacahuetes y la mantita.
- Roll across the universe with laughter. I´ll abduct you from across the universe, if that´s what it takes…
- Traduzco: Rueda a través del universo con risas. Secuestraré el universo entero si es lo que quieres…
- La, la, la…