Al periodista Rubén Amón le fascina el término “contracultura”; de hecho, asocio la palabra a su persona siempre que la identifico en algún lugar –imagino que por la cantidad de veces que le he leído o escuchado empleándola–. No obstante, si hablamos de contracultura en Estados Unidos hay un nombre que destaca como un lucero en una noche cerrada sobre la mar: Richard Brautigan. La editorial Kriller71 nos describe minuciosamente la brillante pero inadvertida trayectoria de una figura de culto de la contracultura de los años sesenta: "Richard Brautigan forma parte de la estirpe de escritores cuyo legado literario se ha visto eclipsado por sus circunstancias biográficas, como una infancia dickensiana, una frágil salud mental y una muerte grotesca". La editorial presenta la poesía del icono de la contracultura norteamericana por exelencia: “Cargar mercurio con una horqueta”. Nació en Tacoma, Estados Unidos, el 30 de enero de 1935. Fue poeta, novelista y cuentista, vinculado, en sus inicios, a la generación Beat y los movimientos contraculturales originados en San Francisco. Publicó allí sus primeros libros de poesía, "The Return of the Rivers" (1957), "The Galilee Hitch-Hiker" (1958) y "Lay Marble Tea" (1959). Durante los años setenta la fama de Brautigan fue menguando a la par que su delicada salud mental y llegó a su muerte prácticamente olvidado. Con el paso del tiempo, sin embargo, su obra ha sido reconocida como una gran influencia en escritores como Raymond Carver, Haruki Murakami o David Foster Wallace, y muchos músicos de la escena indie norteamericana. La obra de Richard Brautigan es prolífica, se sostiene por su propio peso y con el correr de las décadas ha cosechado fanáticos y detractores. Con muchos vasos comunicantes entre sí, aislar su producción poética de sus novelas, publicadas en España por Blackie Books, no resulta sencillo cuando ambas comparten la capacidad de inventiva, la tragicómica consciencia del fracaso y el ácido sentido del humor teñido de melancolía que caracterizan al autor norteamericano. Ambientados muchas veces en las extensiones de la América profunda que retratan sus novelas, los poemas de Brautigan observan, desde esa distancia que es fruto del desencanto, personajes y escenas corrientes que, descontextualizados, adquieren un cariz absurdo o parecen ser la antesala de algún tipo de desastre que no termina de acontecer.
En “Cargar mercurio con una horqueta” la brevedad del verso deviene el modo de expresión ideal para una mirada extrañada sobre el mundo, mientras el estilo directo y una aparente ingenuidad se convierten en las señas de identidad de una poética fuera de norma que, sin embargo, tiene un personal oído para la tradición y se gesta bajo la influencia de poetas como William Carlos Williams, Emily Dickinson y E.E. Cummings.
Entre carreteras, pastizales, cementerios y excéntricas criaturas, este volumen es una invitación para descubrir la faceta menos conocida de un escritor inclasificable que se inició en la poesía para aprender a escribir una oración y encontró en el género una forma de plasmar toda su imaginación y su talento. Toda esta información que proporciona Kriller71 abre una puerta muy sugerente a los lectores más abanderados de los Beatniks.
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