Marie Helene Frauendorfer nació en el municipio austriaco de Frauenstein, el 11 de abril de 1920 y murió en la capital austriaca el 21 de marzo de 1970 víctima de un cáncer de huesos.
A pesar de la dificultad para escribir siguió haciéndolo con denodado afán y una gran constancia.
Recibe por parte de su familia, una esmerada educación desde sus primeros años, muy centrada también en el aprendizaje de idiomas que luego practicaría en sus visitas a distintas ciudades europeas.
Participa de muy joven en distintos programas de voluntariado en beneficio de su comunidad, para pasar a continuación a cursar estudios germanísticos en la universidad de Viena y con posterioridad en la ciudad de Graz.
Su carrera como escritora comienza a los 26 años con la publicación de relatos cortos en diferentes periódicos, un auténtico ejercicio para desarrollar buena pluma, así como estilo y técnica muy solventes. No tardará mucho en que le llegue el éxito con la novela titulada El quinto año, en 1952. Tal y como se anticipa, encontramos un contenido lleno de descripciones veraces acerca del crecimiento y desarrollo del niño protagonista. Capta la esencia de la realidad y de las emociones con una plasticidad encomiable.
Con el paso del tiempo, y sin dejar sus colaboraciones en la prensa, adquiere una gran fama con el libro La pared (Die Wand), novela que vio la luz en 1963 y, sin lugar a dudas, la más importante para la trayectoria profesional de la autora, y por la que fue mucho más conocida y hoy aclamada. Siguiendo sus rasgos narrativos, el contenido, sorprendente por aquel entonces -marcado por unos argumentos realistas-, refleja la vida de una mujer, sin otro asidero tras despertarse, que encontrarse sola en un mundo despoblado y sin un alma como compañía. Así pues, nos adentra en un universo de incertidumbre y pesadilla, aislada en un extraño y minúsculo bosque, rodeado por un muro invisible, pero existente, a pesar de la paradoja. La pared fue llevada a la gran pantalla, rodada por el cineasta Julian Roman Pölsler.
En las décadas más recientes, el conjunto de su obra está siendo objeto de numerosos reconocimientos y ya desde sus últimos años de vida, fue cosechando, hasta hoy, diferentes premios internacionales; las características literarias que mejor la definen pasan por una depuración terminológica y una síntesis dialógica. Los caracteres que plasma son seres reales ubicados en coordenadas fingidas, pero posibles, en un futuro no muy lejano.
Desde hace unos años y dada la importante repercusión literaria de la autora, se ha creado con carácter bienal, el premio de literatura que lleva su nombre: Marlen Hauhofer de Steyr.
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