La familia de los Bolívar de Venezuela, provenían de la Vizcaya del Bajo Medioevo; su patriarca nominado como Simón Bolíbar “el Viejo” llegó a la colonia hispanoamericana de Santo Domingo, ya en el siglo XVI. Su trabajo sería de Contador y Escribano de la administración de Las Indias, ya América Hispana. En este momento histórico, el todopoderoso monarca español, de la Dinastía Habsburgo, es el “rey Prudente”, léase Felipe II. En las tierras caraqueñas ya constituyeron una poderosa dinastía económica y política, de criollos plutócratas. Una de sus obras más paradigmáticas sería la de la fortificación del Puerto de la Guaira. «José Ignacio Lacasta ha estudiado la vida y obra de Simón Bolívar, que se exponen en esta monografía. Sobre todo en tres de sus dimensiones capitales: a) la creación de la Gran Colombia, un proyecto estatal que sobrepasaba las fronteras actuales de Ecuador, Venezuela y Colombia, e incluso también las repúblicas hoy denominadas de Panamá, Perú y Bolivia; b) la creación de un ejército de liberación nacional , que derrotó a las huestes realistas del monarca español Fernando VII e incorporó en sus filas a todas las clases sociales y razas iberoamericanas; c) la presencia en el programa de Bolívar de la abolición de la esclavitud, manifestada como objetivo desde sus primeros hasta sus últimos pasos revolucionarios. Este personaje impresionante, que cambió el mapa del mundo, está mucho más allá en la historia de no pocas interpretaciones estrechas y manipulaciones interesadas». Siguiendo con su evolución, estimo modestamente, que no se deja claro la crueldad innata del ‘Libertador’, sus muertes, quizás no por debajo de las de los realistas, sus amenazas y, porque no decirlo, su desilusión anímica al ver y contemplar como fallaba lo que era su planificación vital. Detrás de todo ello, y no entro en juicios de valor, ha estado la masonería hispana; y en la cúspide, uno de los monarcas españoles más desastrosos de la Historia, verbigracia Fernando VII “el Felón”. La familia de los Bolívar se hizo millonaria, al transformar en haciendas exitosas, viejas encomiendas venezolanas. “Minas, metálico abundante, esclavos por centenares, ganadería, cultivos de cacao, casas en lo más granado de Caracas, hablan de ese lucimiento social incrementado por la riqueza adquirida. Y corroboran el alto origen privilegiado en la extracción familiar de Simón Bolívar, a quien le cuadra desde luego el adjetivo mantuano, pero no tanto el de aristócrata, del que en realidad se abusa”. Todo en este personaje, desde un lado u otro de su análisis, está tintado de misterio, y huele a bastante prosopopeya. Está claro que los Borbones vendían los títulos en las Américas, y uno de ellos, el de Marqués de San Luis lo solicitaría, abonando los 22.000 doblones de oro que costaba, el abuelo paterno, Juan Bolívar; pero que no fue posible, ya que la limpieza de sangre no lo era al 100%, algo de lo que la nobleza vizcaína se lleva el premio, y es una de sus manías, con los López de Haro a la cabeza. En este caso, y no está corroborado, de forma suficiente, y fehaciente, su abuela materna, llamada Petronila de Ponte, esposa legal del abuelo-Bolívar citado, era mulata, y la madre de ella, María Josefa Martín de Narváez era de raza negra. El autor nos cita un texto, de 1798 escrito por el sacerdote español José María Blanco White, clérigo-católico desde 1799 y, luego, pastor-anglicano desde 1814, para terminar, siendo (1834) unitarista, corriente teológica que cree en un Dios unipersonal, y sostiene que Jesucristo no es el mismo Dios, y su estricto monoteísmo cree en un solo Dios-Padre o Yahvéh. Estimo de Blanco White, que tantos bandazos ideológicos y mentales como dio a lo largo de su vida, no puede ser paradigma de ninguna verdad absoluta y, es obvio, que a alguien tan fuliginoso como Bolívar le encantase, más cuando era paradigma de lo que él pretendía, y así podía descalificar a su Reino de España. Por ello deseo colocar el texto, sensu stricto, que cita el profesor Lacasta Zabalza. “Existe otra distinción de sangre que, según entiendo, es propia de España y a la que la masa del pueblo se halla tan ciegamente apegada que el labriego más humilde juzga su carencia como una fuente de miseria y degradación que está condenada a transmitir a toda su posteridad. La menor mezcla de sangre africana, india, mora o hebrea tiñe la totalidad de una familia hasta la generación más distante. El conocimiento de tal hecho no desaparece en el curso de los años ni llega a pasar inadvertido en razón de la oscuridad o insignificancia de los interesados”. Quizás existiese un comportamiento discriminatorio entre la plutocracia y la aristocracia españolas en América, ambos grupos en lucha cruenta por el poder; lo que se deduce del escrito enviado por el padre del ‘Libertador’ a Francisco de Miranda, luego padre de la independencia hispanoamericana, para que pusiese coto a los comportamientos oprobiosos del intendente-regio, a quien se le califica como: ‘el maldito Señor Ministro Gálvez’, y al que, Juan Vicente Bolívar, padre del ‘Libertador’, acusa de tratar a los americanos, y se refiere a los blancos-peninsulares o criollos, ‘como si fuesen esclavos viles’. Quizás en este sentimiento de prepotencia criolla, humillada, se encuentre el germen de la futura revolución. Simón Bolívar, ya nació, un 24 de julio de 1783, con estrella, ya que fue bautizado por su primo-carnal, el presbítero Félix Xerez de Aresteguieta y Bolívar, quien le dejaría, como testamento, una copiosa herencia y una insigne casa en la propia Caracas. Sería huérfano de ambos progenitores, desde su más tierna infancia, por lo que se crío sin mucho control a su conducta, y con muy poca disciplina, todo ello consentido por su ama de cría, de raza negra, llamada Hipólita, a la que el ‘Libertador’ denominaría como su padre y su madre; hasta tal punto es el hecho así, y el agradecimiento insigne, que escribe, un 10 de julio de 1825, a su hermana María Antonio Bolívar, desde el Cuzco incaico, lo siguiente: “Te mandó una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre como ella”. En este inicio de su educación, caprichosa por antonomasia, se encuentra el germen, pernicioso en muchas ocasiones, de un carácter que no admitía topes, en ninguna ocasión, para su carácter indómito e ingobernable, lo que está muy cercano a un devenir dictatorial, obvio en muchas ocasiones de la vida del ‘Libertador’. Hasta aquí el preámbulo, lógico, sobre esta monografía, qué recomiendo, ya que estimo que es preciso tener los mayores puntos de vista, en número y en cualidad, sobre este personaje que presenta tantos claroscuros, y cuyo devenir no solucionó ninguno de los problemas de la América Hispana, que en la actualidad están creciendo y, a la par, que tan manipulado está de un lado y de otro del espectro político e historicista o historiográfico. Obra interesante, por todos los conceptos. «Nulla crimen, nulla poena sine lege». Puedes comprar el libro en:
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