“Lo primero es que Alfonso XIII quería caer simpático a todo el mundo a costa de lo que fuera. He querido analizar su largo reinado de treinta años y ver cómo fue cambiando y evolucionando con el tiempo. Sobre todo en su visión de la política y también de la de sus apoyos que fueron cambiando según discurría su reinado y la idea del recambio que fue surgiendo con el tiempo”, cuenta Javier Moreno Luzón nada más comenzar una esclarecedora conversación en la cafetería de un céntrico hotel madrileño.

Respecto al Borbón hay dos escuelas interpretativas de sus actos, por un lado está la encomiástica, que pregonan los monárquicos más férreos y ven todo positivo; y, por otra, los críticos, casi todos liberales y republicanos, que pregonaron desde el principio del reinado su oposición y manifestaron estar defraudados por el comportamiento de Alfonso XIII y remarcaron todo lo negativo del monarca.

“Alfonso XIII siempre quiso que se supiera que todo lo que hizo fue por España, incluida la Dictadura de Primo de Rivera y el salir al exilio, lo hizo para que no hubiese una guerra en España”, dice el catedrático de la Complutense. Cosa que como se demostró más tarde no valió de gran cosa.

En 1998, cuando se perdieron las colonias de ultramar, Alfonso XIII era un mozalbete. “Fue un teenager del desastre. Vivió de manera angustiosa esa derrota. Fue una humillación nacional. El monarca quería sacar a España del atraso finisecular que sufría y para ello, entre otras cosas, tenía que intervenir en la política exterior. El rey dominaba perfectamente los idiomas inglés y francés, y algo de alemán, aunque reconocía que no era muy ducho en este idioma”, apunta el autor de la biografía. El rey no fue un gran estudiante, sí aprendió mucho de estrategia militar y de historia universal, su profesor de esta materia le insistía constantemente en los grandes personajes de la historia. También estudió mucho la Constitución, pero lo que más leía era la prensa.

Uno de los objetivos principales de Alfonso XIII era que “quería que España volviese a ser un nación gloriosa, respetada por todos; por eso, planeó ir a Hispanoamérica, pero nunca lo hizo”, recuerda. Uno de los libros de cabecera del monarca era el que Julián Juderías publicará en 1914 “La leyenda negra” que reivindicaba al Imperio español frente a la llamada leyenda negra. Una de las obsesiones del rey.

Según Javier Moreno Luzón, “el reinado se puede dividir en tres etapas. La primera desde 1902 hasta 1917. Donde al rey le gustaba intervenir en la vida política, aunque era una monarquía parlamentaria, Alfonso XIII se convierte en el motor de la regeneración, se llegó a romper relaciones con el Vaticano, en el monumento de su padre en el parque del Retiro no había ningún motivo religioso. En esos años, se hizo una cierta política social, se impuso el servicio militar obligatorio y se puede decir que hubo una nacionalización de la monarquía. El rey se llevaba bien con los liberales, con el que más química tuvo fue con el regeneracionista José Canalejas y continúa diciendo “la segunda fase fue de 1917 a 1923. Muy atormentado con los acontecimientos que sucedidos en Rusia con el Zar, al monarca le inquietó el desastre del ejército ruso; por eso, quiso que la neutralidad de España no se rompiese, pero por otro lado quiso estrechar sus vínculos con el ejército y modernizarlo. Con la esperanza de que en España no hubiese una revolución como la rusa”.

“El mayor error de Alfonso XIII fue decantarse por la dictadura de Primo de Rivera”

El tercer periodo, comienza con el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera (1923) e iría hasta su salida de España en 1931. “En esa época, interviene más en la política y se decanta por Primo. Quizá fue su mayor error político: apoyar a Primo e Rivera, alguien ajeno a la democracia. Amigos como el doctor Marañón, que se volvió republicano, señalan fue una traición muy grande y una pérdida de legitimidad muy importante”, expresa el historiador.

En ese tiempo, Alfonso XIII tuvo que aguantar diversas burlas y mofas del pueblo y de los estudiantes, “se llegó a poner un cártel enorme en el Palacio Real que ponía: Se alquila”, cuenta entre risas el autor de la biografía, también recuerda otra anécdota: “el rey dependía mucho emocionalmente de su madre María Cristina a la que pedía consejo; después de su muerte,solía ir al pudridero del monasterio de El Escorial para rezarla”.

Javier Moreno Luzón también apunta alguna de las muchas incongruencias del rey. “Él quería entrar al lado de ingleses y franceses en la Gran Guerra. El ejército y la división del pueblo lo disuadieron de hacerlo. Para remediarlo, quiso jugar la carta de mediador entre ambos bandos. Así, a partir de ese momento tuvo la meta política de ser el principal país neutral. En 1915, creó la Oficina Pro Cautivos, también denominada Oficina de la Guerra Europea, dicha institución intentó localizar a civiles y soldados apresados o desaparecidos. Se hizo una labor extraordinaria, pero el éxito fue muy reducido. No es cierto que se crease con el dinero del rey, fue gracias a los presupuestos de la Real Casa y Patrimonio, que dependía de los presupuestos del Estado los que mantuvieron dicha institución. Los principales hacedores de esa oficina fueron los diplomáticos españoles de las embajadas de los países en guerra”, cuenta.

Alfonso XIII fue un rey muy viajero

“Alfonso XIII fue un rey muy viajero, estuvo hasta en la isla del Hierro, además de los viajes que realizó por toda la península, el más famoso el de las Hurdes, donde se hizo la célebre fotografía desnudo junto a Gregorio Marañón que se bañó en calzones. También quiero desmitificar la patraña esa de que el rey produjo películas pornográficas. No hay ningún papel que lo demuestre. No hay ni una sola prueba fehaciente. Sí es verdad que tuvo varias amantes y que se corría bastantes juergas. Llegó a tener 5 hijos ilegítimos”, repasa el escritor e historiador. “Hubo un deterioro de la monarquía y del rey por corrupto, pero sus aventuras estaban, incluso, bien vistas”, subraya.

Javier Moreno Luzón ha escrito una gran biografía política de Alfonso XIII, “sus temas sentimentales ya han sido lo suficientemente tratados y no me interesaban”, corrobora. Así que su biografía ha seguido los cánones cronológicos. “Una de las cosas que mejor hizo el rey fue que prestó mucha atención al elemento escénico. Le hicieron algunas películas que se exhibían en los cines de la época para reforzar la personalidad del monarca ya que estaba bastante deteriorada. Sin embargo, sin el apoyo del ejército, toda esa actividad propagandística no le valió de nada. De ahí, que decidiese irse de España después de las elecciones municipales de 1931. Le quedaban muy pocas salidas y no quiso empecinarse en forzar una resistencia que no le conduciría a ninguna parte”, concluye. El resultado ya hemos visto cual fue.

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