Noticias del otro lado (Reino de Cordelia, 2022) está compuesto con treinta y siete poemas, escritos entre 2017 y 2022, con un prólogo de Luis Alberto de Cuenca fechado el 23 de octubre 2022 en el que define al autor como “un letraherido desde que nació” y en el que nos incita a los lectores a identificarnos con cada uno de los versos ya que en ellos, se incumplen las cláusulas del contrato amoroso como una realidad y un malestar del hombre.
El poeta intenta transmitir la espacialización del tiempo en la vida cotidiana. Las calles, los rincones, el centro. La constitución geométrica del espacio se identifica con las sensaciones, las percepciones, la constitución de la ciudad, el espacio habitado y soñado del poeta. Debido a la abundancia de referencias topográficas, la voz poética induce a pensar en un Cosmos antropológico tal y como definiría (Gaston Bachelard) donde el rol de la memoria sería el detonador del conocimiento sobre el espacio urbano. El espacio es la parte constitutiva de las relaciones sociales donde la “casa” adquiere cierta carga simbólica o emocional percibiéndose la inmensidad y la grandiosidad que el poeta hace de los diferentes rincones de ella. Existe una simbología importante a reseñar entre la puerta y el umbral de la casa como límite entre lo profano y lo sagrado, lo exterior y lo interior, lo pasajero y lo eterno relacionado con el sentimiento amoroso. La ventana en el poema “La casa del amor” es una metáfora igual que se considera un símbolo que representa y da sentido literario a la existencia, es una abertura en la pared que permite que entre la luz y facilite al ser humano que vea lo que le rodea y le acerca con curiosidad, al exterior, al paisaje, a la vida. Del mismo modo, la puerta abre al lector a la vida de otros seres humanos que en principio son distantes pero acaban siendo fieles reflejos de nosotros mismos. Un hueco, una abertura frágil en un muro firme ante unas paredes que limitan nuestra realidad cercana en la que unos cristales firmemente sujetos por un marco permiten que se establezca un límite exterior que entra en nuestra mente por medio de la imaginación. El encuadre de la ventana nos acerca al mundo y a la realidad.
Quizás este libro de poemas sea una reflexión sobre la morada en su vínculo con la memoria y la poesía. Como bien sabemos, en La poética del espacio de Bachelard ocupa aquí un lugar central la casa, aquella en la que vivimos conforma nuestra experiencia y nutre nuestros recuerdos más íntimos. De ese modo Lorenzo Rodríguez destaca entre sus palabras clave el rincón, el cajón, los huecos, que son los lugares que conforman nuestra memoria. Nos ofrece poemas que de forma intimista reflejan sus recuerdos y trasladan al lector al topoanálisis de lugares íntimos que según Gaston Bachelard, reflejan un entendimiento humano del espacio basado en experiencias del ser humano. El espacio soñado por el poeta y el espacio concebido se separan. Sin embargo, la ensoñación del poeta es recuperar el tiempo, el ayer, lo que tal vez, nunca vuelva a ser como era antes. La flecha del tiempo nos atraviesa a todos y más, al que se despoja en sus versos mediante el pensamiento y lógicamente, el conocimiento.
La pandemia se mezcla con los silencios, las ausencias y las pérdidas y de ese modo, son atravesados por los días y los meses; los recuerdos se instalan en este conjunto de poemas en los que reaparece la llama y la esperanza del amor pasado. Pasadizos y secretos del amor sublimado, nos conducen a los aromas y vaivenes en los que a veces, se sustenta. Ese fluir continuo de la vida nos acerca al mundo onírico, al mundo sensible, al mundo físico y al espiritual. Una reflexión sobre la evocación del amor y el desamor, sobre los encuentros de dos seres que se fusionan y se pierden, sobre la separación y finalización de los sueños y las risas compartidas y, sobre todo el mundo que rodea a la pérdida ontológica del ser.
El lector aprecia desde el principio, una clara dicotomía de conceptos en los poemas llenos de sensualidad e incluso, de espiritualidad. El autor mira el mundo desde la experiencia poética, se rasga las vestiduras y se desvela como un ser humano más, que mira al amor y al olvido; menciona el espacio y el tiempo y la forma de desvanecerse del primero en el segundo. Con el mismo título de la obra, cierra y finaliza con el último poema en que a pesar de la memoria, el recuerdo, el olvido que se aglutinan con el verso libre de Lorenzo Rodríguez Garrido, siempre existe una luz en el camino, un ápice de esperanza aunque sea solo, por medio de la escritura poética.
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