Muchos autores han iluminado con sus obras literarias el siglo pasado, una época que tuvo que soportar dos guerras mundiales, conflictos bélicos y pandemias. Entre ellos destacan James Joyce (1882-1941), Jorge Luis Borges (1899-1986) e Italo Calvino (1923-1985). Ninguno de los tres recibió el premio Nobel, lo cual fue muy injusto. Yo no conocí a Joyce porque murió antes de mi nacimiento, pero tuve la suerte de coincidir al menos cuatro veces con Borges. La última fue en 1984 en Sevilla para un curso sobre literatura fantástica junto a Italo Calvino y Gonzalo Torrente Ballester. Este último nos dejó en 1999, mientras que Calvino falleció un año después del curso en 1985.
Por aquel entonces, Siruela publicó un volumen titulado Literatura Fantástica con las aportaciones de los siete ponentes. Desde entonces, la editorial ha incluido 36 títulos diferentes del escritor italiano traducidos al castellano por excelentes traductores.
Ahora es el momento de elegir entre la gran cantidad de libros calvinianos que ofrece Siruela. Uno de los más conocidos es la trilogía Nuestros antepasados, que ha tenido mucho éxito y ha sido traducida a varios idiomas. Calvino era parte del movimiento vanguardista OuLiPo y fusionaba el impulso innovador con el trato frecuente con los clásicos. Con sesenta años de vida, nos legó una importantísima estela de libros llenos de sensibilidad e inteligencia. Por ello, Las ciudades invisibles es un libro perfecto para disfrutar de la magia de Calvino.
En definitiva, los tres escritores mencionados han dejado una huella imborrable en la literatura del siglo XX. Su legado nos recuerda que el arte es capaz de trascender los límites del tiempo y que siempre hay algo nuevo por descubrir.
Italo Calvino (Santiago de las Vegas, Cuba, 1923-Siena, Italia, 1985) es uno de los escritores más destacados y reconocidos del siglo XX. La lúcida mirada y su particularmente preciso estilo literario son herramientas claves para el desarrollo de una narrativa única con la que el autor indaga en el momento presente. Se vale para ello de una incisiva observación del mundo más contemporáneo, de las duras experiencias vividas durante la guerra como parte de la Resistencia, o en los años que siguieron al fin de la contienda.Trata el pasado como una genealogía fabulada del hombre actual y convierte en espacios narrativos la literatura, la ciencia y la utopía.
Intelectual en el sentido más estricto de la palabra, Calvino era escritor, pensador y filósofo. Su objetivo era la creación literaria y todos los entresijos con los que se enlaza íntimamente con la existencia humana. Cambiante, seductor, ingenioso, vitalista, provocador y visionario, se movió con atinada soltura en el neorrealismo, la literatura fantástica y la más artística experimentación narrativa..., hasta diluir las fronteras de los géneros. Fiel a la tradición literaria, también fue exigente crítico y ambicioso editor.
Aunque nacido en Cuba —hijo de Mario Calvino, agrónomo y botánico, y de Evelina Mameli, profesora de botánica—, a los dos años la familia regresa a Italia para instalarse en San Remo (Liguria), ciudad donde los padres dirigirán una estación experimental de floricultura. Su formación fue primordialmente laica y librepensadora, muy cercana al ideario mazziniano, fundamentos que conformaron su inquieto y rebelde inconformismo. En 1941 se traslada a Turín para estudiar en la universidad, licenciándose seis años después en Letras con una tesina sobre Joseph Conrad. Durante ese convulso periodo, luchó contra la ocupación alemana como partisano de la brigada Garibaldi y militó en el Partido Comunista Italiano.
De aquellos años de acción y lucha surge su primera novela de corte neorrealista, Los senderos de los nidos de araña (1947), que ya permitía adivinar la enorme potencia narrativa de su autor, así como los rasgos literarios que, aunando fantasía y realidad, caracterizarían su obra. Animado por Cesare Pavese, quien lo introdujo en la prestigiosa editorial Einaudi, ese primer trabajo se verá publicado. Calvino se hace entonces con el puesto de responsable publicitario en dicha editorial, para, en breve, comenzar a desarrollar una importante labor como editor. A través de ese trabajo, entabla amistad con grandes escritores y filósofos como Natalia Ginzburg, Elio Vittorini, Franco Venturi, Norberto Bobbio o Felice Balbo.
Su incursión en el neorrealismo evolucionó y dio paso a un periodo en el que la fábula —publicó varias antologías de relatos— y, especialmente el cultivo del género fantástico, dio grandes frutos. El vizconde demediado (1952), El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959) conforman una trilogía donde la poética, el absurdo, la narración filosófica y la más alegórica fantasía se conjugan para consagrar literariamente al autor. Asumido su papel de intelectual comprometido y crítico con la sociedad contemporánea que le ha tocado vivir, Calvino tratará temas como el miedo, la soledad y la libertad del individuo para buscar su sitio en el mundo.
Sus posteriores trabajos nacieron de su interés por los problemas que conlleva la pertenencia a una sociedad industrialmente alienada y corrompida. De esa época son La especulación inmobiliaria (1957), La nube de smog (1958) y La jornada de un interventor electoral (1963). Si en 1956, cuando la URSS invade Hungría, sus ideales se dan de bruces con el desengaño y abandona el Partido Comunista, en 1959 emprende un viaje a Estados Unidos que resultará trascendente para su forma de pensar y de afrontar nuevos trabajos. En 1964 se casa con la traductora argentina Esther Judith Singer, con quien tendría una hija.
Su relación con el grupo OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), especialmente con Queneau y Perec, propicia una nueva forma de escribir, más artificiosa y cercana a la experimentación literaria, como si se tratase de un juego combinatorio pero sin perder un ápice de su virtuosismo estilístico, atinada ironía y firme apego a las paradojas y a la deformación de la realidad. Las ccosmicómicas (1965), El castillo de los destinos cruzados (1969) o Las ciudades invisibles (1972), una de sus obras más conocidas por el gran público, verán la luz. La influencia de Borges y su interés por la semiología se dejan traslucir en muchos de sus párrafos.
Tras vivir trece años en París, en 1980 retorna a Roma, donde sigue trabajando para dar forma a esa interpretación del mundo que subyace en cada una de sus obras. En Calvino, la reflexión que evidencia el mundo interior del ser humano y la más sensorial percepción externa se alían entonces en libros de profunda madurez: Si una noche de invierno un viajero (1979), Punto y aparte (1980) o Palomar (1983). Durante el verano de 1980, prepara un ciclo de conferencias en la Universidad de Harvard. Se trata de Seis propuestas para el próximo milenio, su obra póstuma. El 19 de septiembre, a los sesenta y un años, fallece de una hemorragia cerebral en Siena.
Calvino siempre defendió la lectura de los clásicos —«Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir», afirmaba—, sin saber que él mismo acabaría por convertirse en uno de ellos, uno de los grandes clásicos de la prosa y del pensamiento contemporáneos.
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