La muerte siempre ha sido una gran incógnita para el ser humano, siempre hemos intentado batallarla. Henry Marsh vivió esa batalla de primerísima mano –ejerció como neurocirujano durante más de treinta años en et Atkinson Morley del St. George’s Hospital de Londres—, pero, al final, a la guerra va uno solo, aunque vaya acompañado; y nadie puede escapar de las garras de la muerte. El inesperado diagnóstico de un cáncer avanzado llevó al autor a celebrar la vida y todo aquello que de verdad importa.
El testimonio de Marsh presenta una colección de recuerdos y reflexiones sobre el inestimable valor de la vida, dotados de una franqueza y una elegancia que empujan al lector a leer del tirón la obra y a guardarlo como un tesoro.
Medios de renombre como The Guardian o el Financial Times han aclamado la obra del reconocido doctor inglés y esperan “que siga escribiendo textos tan buenos como este, que cautivan y enseñan” y nos transmite la “necesidad constante de hacer cosas” con nuestro día a día.
Todas estas cuestiones abarcadas por el autor humanista ante la posibilidad de estar mirando a la muerte a los ojos prometen sorprender a los lectores. No es una meditación sobre la muerte sino un canto a la vida: el matrimonio, las rupturas, el cambio climático, el miedo a la demencia y su obsesión por la carpintería son algunos de los temas sobre los cuales Marsh reflexiona en una obra tan conmovedora como admirable.
Henry Marsh (Oxford, 1950) cursó Ciencias Políticas, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford, antes de estudiar Medicina en el Royal Free Hospital de Londres. Ingresó en el Colegio Real de Cirujanos en 1984 y ejerció durante más de treinta años de especialista en neurocirugía. Su primer libro, “Ante todo no hagas daño” (Salamandra, 2016), obtuvo el PEN Ackerley Prize y el South Bank Sky Arts Award, convirtiéndose en éxito de ventas internacional, llegando a traducirse a más de treinta idiomas. Además, el doctor Marsh ha protagonizado dos documentales y fue nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico en 2010.
Al final, entre la vida y la muerte, nos quedan las memorias. “Somos nuestros recuerdos” dijo Borges una vez. Las memorias y los recuerdos de Henry Marsh quedan pues reflejados en una obra sincera, en un canto a la vida que, si bien es cierto que a veces acaba de forma prematura, siempre es de agradecer que uno pueda llegar al final del camino dando gracias por todo lo vivido.
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