Tiene la necesidad de contarlo, de hacerlo vivo, no puede callarlo. Debe dejar de ser una historia escondida donde lo que importa es la calidad del lenguaje, el entorno en el que vivió, casi como nos lo estuviera transmitiendo de puño y letra, de lágrima viva, de voz quebrada.
El personaje busca el hogar, dulce hogar, que nunca ha tenido, y se encontrará, posteriormente Pasan los veranos, los interrogatorios, un padre ausente, el fútbol y los colores de las telas que imagina para llegar a ser el mejor sastre del campo de refugiados. Ahí crece, con su imaginación desbordante, con su emoción silente, planteándose el porqué de las cosas, y pensando en que Italia es hermosa y es a donde quiere dirigirse, cuando lo dejen.
Basado en el texto de Saverio La Ruina, Riccardo Rigamonti interpreta un personaje mansamente humano, en un relato cargado de sentimientos, con vueltas al pasado, poético, casi artístico, casi musical, porque todos los italianos tienen parte de ello.
Desubicado. Ya no sabe si es italiano en tierra albanesa o albanés en Italia. Es el niño que ve colores, que se fija en la única cara amable del campamento, que después será su pareja, que aún ve a su padre abrazándolo, aunque nunca lo haya conocido, pero todo dejará marcas en su piel y en sus huesos pero, sobre todo, en su alma.
En un monólogo entre lágrimas y palabras, no tiene respuestas. Constata unos hechos y nos hace depositarios de esas sensaciones y emociones.
Difícil vida de un niño, después adolescente, después padre, siempre medio huérfano. Y, a pesar de tener el alma herida, el actor nos muestra un hombre íntegro, bueno, por muchos malos tragos que haya pasado en su vida, la bondad también ha dejado marcas.
Es una puesta en escena sobria y transparente, donde nos planteamos, ¿cuánto vale el amor de un padre? Donde nos cuestionamos, ¿cuántos campos de refugiados, de concentración, de trabajo, han abusado de su autoridad, de su fuerza, de su inhumanidad y, pese a todo, sigue existiendo gente con ganas de vivir, de perdonar, incluso, de sentir qué camino elegir cuando solamente queda uno, un solo camino, el de la resistencia, el del aguante?
En la dirección también encontramos, junto con Ricardo Rigamonti, a María Gómez de Castro que creo que es importante para reconducir conjuntamente el gran trabajo del intérprete en esa mirada de ayer que aún duele hoy.
Ni mártires ni santos, seres humanos que sobreviven y tienen que hacerse fuertes sin perder su sensibilidad, buena gente.
Ficha artística
Autoría: Saverio La Ruina
Dirección: María Gómez De Castro y Riccardo Rigamonti
Elenco: Riccardo Rigamonti
Espacio: Teatro del Barrio (Sábados de enero)