Pero quizá su poder no está tanto en el argumento de que es imposible para una mujer concentrar sus energías en la vida intelectual si carece de las posibilidades materiales para hacerlo, si tiene hambre, la interrumpen, tiene que hacer la comida o cuidar de los niños; ni siquiera en el más desvergonzado de pedir esas comodidades por puro placer.
Es alta literatura preñada de argumentos poderosos e ideas radicales. Por eso, casi cien años más tarde, aún lo consideramos clave para contribuir al debate actual del feminismo, y por eso sigue apareciendo en las bibliografías de los estudios de género.
Publicada en 1929, Un cuarto propio trata, básicamente, de la relación entre la condición femenina y la literatura, desde el punto de vista de una de las mejores y más singulares escritoras del siglo XX, Virginia Woolf (1882-1941), que volcó en cada una de sus páginas su inconfundible sensibilidad, el acervo de sus vivencias y su particular subjetividad.
Es el producto de una profunda reflexión sobre las mujeres, la sociedad, la literatura y lo que importa en la vida, temas que preocuparon a todo el círculo de Bloomsbury, especialmente a sus mujeres, igual que nos preocupan hoy a nosotras.
Lejos de ser un alegato furibundo contra los hombres, Un cuarto propio es un elegante ensayo que ya ponía sobre la mesa unos temas que aun hoy son objeto de debate, como la dependencia económica de la mujer con respecto al hombre, el cuidado de una familia y la figura de la mujer como musa inspiradora del artista pero con poca presencia en la práctica de la creatividad.
Virginia Woolf (Londres, 25 de enero de 1882-Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941) fue una novelista, ensayista, escritora de cartas, editora, feminista y escritora de cuentos británica, considerada como una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX.
Durante el período de entreguerras, Woolf fue una figura significativa en la sociedad literaria de Londres y un miembro del círculo de Bloomsbury. Sus obras más famosas incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su largo ensayo Una habitación propia (1929).
Fue redescubierta durante la década de 1970, gracias a este ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.
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