Con un excelente proemio del poeta y periodista valenciano Miguel Veyrat, para quien Inventario de desperfectos a su entender, viene a suponer la consagración del autor: “El joven poeta Nicolás Corraliza se ha convertido, en unos pocos libros escritos y publicados, en un auténtico maestro de lo que acabamos de exponer, sabiendo que la poesía es la que logra que sintamos lo que antes no habíamos sentido”.
Nicolás Corraliza, que vino a nacer en 1970, ha publicado los libros La belleza alcanzable (Norbanova 2012), La huella de los días (Norbanova 2014), Viático (La Isla De Siltolá 2015), El estro de los locos (Ravenswoood Books Editorial 2018) y Abril en los Inviernos (Chaman Ediciones, 2019). Ha sido incluido entre otras, en las revistas Norbania, Estación Poesía, Ágora y Cuadernos de Humo. Su obra ha sido traducida parcialmente al francés, rumano y catalán. Y este año 2022, recién finalizado, nos presenta una selección personal de su obra, una antología bajo el titulo Inventario de desperfectos editada por Huerga y Fierro: “Para ser otro / falsifico las cédulas de los registros / y olvido el número que me otorgaron. / Hoy viajo con cuerpo de niño / y pasaporte extranjero / para engañar a los monos de la aduana. / Cuando llego al lugar del espíritu, / el disfraz se desvanece / y nace el sueño.”
Con el subtítulo de Decenario poético 2012-2022, Corraliza divide esta nueva entrega en dos partes, Cosas de poca importancia que contiene sesenta y un poemas y Asiento de bienes con setenta y tres. Una verdadera delicia, un conglomerado de perlas talladas, de sincréticas y pulidas formas: “Por el estado de las fuerzas / debemos estar cerca / del -ton- de la campana. / No es malo estar contra las cuerdas: / aquí fingimos la lucha como en el cine /para ganar la vida y los aplausos. / El cielo es una lona que sigue en pie. / El árbol una vacuna para la espera.”
También hay que destacar en Inventario de desperfectos que Nicolás Corraliza, por aquello de buscar la esencia en la poética, la sustancialidad, anda abonado a la brevedad en el decir, como se confirma en un buen número de sus poemas: “Dime quién eres. / No encuentro las palabras / para nombrarte.”
El recuerdo innominado y perseverante, pero acontecido, lo pretérito siempre persistente que nos hizo como somos, y que él acuña de la siguiente forma: “Dicen que hubo una cárcel / donde estaba la escuela. / Recuerdo el alboroto a la hora del recreo. / Corríamos escaleras abajo / buscando tras la puerta la amnistía de la luz. / Cuando tocaba subir, / el viento quedaba preso entre los muros del patio.”
La angustia del vate siempre acechado y herido por la palabra: “Nace el poema desdentado y sin rumbo. / Se va haciendo. / Carne de sílaba en frágil esqueleto / que crece o se emborrona. / Solo es un rostro infantil. / La escritura de un hombre sin mañana.”
El crecimiento desorbitado de las urbes, que se extienden como oleadas que busquen la iteración perniciosa del tsunami: “Aquí / antes había caballos. / Si nos quedamos quietos, / se acercaban a regalarnos / el musgo de su hocico. / Hoy pastan las excavadoras / el óxido amargo de los puntales.”
La falta de humanismo en mundo hecho a la medida de los mercaderes, de aquellos pocos que cosifican al ser humano convirtiéndonos en peones intercambiables cuando fuere menester a sus negocios: “Doctor: / hoy me duele el mundo / a la altura del Hombre.”
El horror de los conflictos bélicos, ese insistir del hombre por no utilizar el verbo, la diplomacia, escondida siempre tras los intereses crematísticos de las multinacionales o los gobiernos: “Sacad / la artillería de paseo. / No permitáis / que se oxide sin sangre.”
Nada se escapa a la mirada del poeta en este abanico con ciento treinta y cuatro ofrendas, las que componen Inventario de desperfectos: “Han llegado todos vivos. / El doctor Malo recita a Gil de Biedma / y sus enfermos poetas se abrazan a las musas / como el aire a los caballos. / Es invierno en este frío tul; / en esta eternidad que se antoja alargada. / Desde el cristal de la cajita, / los ojos de León Felipe parecen no mirar.”
Dice el autor en el epílogo del texto: Inventario de desperfectos “es un viaje por el tiempo de la memoria basado en hechos reales y ficticios donde el poema toma forma y espacio”.
Usted mismo.
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9788412537352