Otra obra magnífica del catálogo editorial de la editora Siglo XXI, que se acerca de forma muy completa a lo que supuso el nacimiento del Imperio del SPQR, tras el final de la República romana. Los pasos sigilosos de los hombres del Lacio y de sus estructuras republicanas socio-políticas anunciaban el nacimiento de una nueva relación entre todas sus clases sociales, a la que se debería denominar Principado o Imperio. La inesperada e inexplicable derrota de Aníbal Barca “el Grande”, en la mal planteada batalla de Zama, conllevó el fin anunciado de los cartagineses y, sobre todo, del denominado como Imperio Bárcida; pero la cohesión social de los romanos no existió nunca entre los púnicos, y los mayores enemigos de los Barca se encontraron, en todas las ocasiones, entre los clientes del general púnico Hannón “el Grande”, ‘caudillo’ de la oligarquía. «MAR NUESTRO PARA LOS ROMANOS, MAR BLANCO PARA LOS TURCOS, GRAN MAR PARA LOS JUDÍOS, MAR MEDIO PARA LOS GERMANOS, EL MEDITERRÁNEO HA RECIBIDO TANTOS NOMBRES COMO PUEBLOS SE ACERCARON A SUS ORILLAS DESDE LA ANTIGÜEDAD. CANAL ESENCIAL PARA LA COMUNICACIÓN DE IDEAS, MODELOS Y VALORES, ASÍ COMO PARA EL INTERCAMBIO DE MERCANCÍAS Y EL COMERCIO, FUE ESCENARIO DE GUERRAS Y LUCHAS POR LA HEGEMONÍA DEL MUNDO HASTA ENTONCES CONOCIDO. SU HISTORIA ES LA DEL ORIGEN DE EUROPA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL. EN EL TERCER VOLUMEN DE 'EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN LA EDAD ANTIGUA’, PIERRE GRIMAL NOS SITÚA EN EL PERÍODO QUE ABARCA DESDE LA CONSOLIDACIÓN DE ROMA COMO PRINCIPAL POTENCIA EN EL MEDITERRÁNEO, TRAS LA VICTORIA EN LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA, HASTA LA MUERTE DEL EMPERADOR AUGUSTO EN EL 14 D. C. ‘LA FORMACIÓN DEL IMPERIO ROMANO’ NOS MUESTRA LOS ACONTECIMIENTOS POLÍTICOS, LAS CORRIENTES INTELECTUALES Y RELIGIOSAS, ASÍ COMO LAS CONDICIONES, CÓMO LAS AGUDAS CRISIS Y ANTAGONISMOS DESENCADENADOS DURANTE LA REPÚBLICA ASENTARON LOS CIMIENTOS DEL IMPERIO». El genocidio imperialista de los romanos permitirá, que su viejo y leal enemigo cartaginés subsista no más de medio siglo; el genio y la ética de Aníbal pretendieron modernizar la forma de gobernar en la urbe tiria, pero Roma les tendió una añagaza y los púnicos/cartagineses cayeron en ella. El helenismo occidental tampoco estará preparado para ocupar ese espacio vacío, por lo que la potencia imperialista de Roma ocupará todo el Occidente y, por lo tanto, se encargará de la pacificación de todos los pueblos bárbaros que le pudiesen hacer frente: ligures; galos-celtas cisalpinos y de la Galia Comata o Melenuda, celtas e íberos en Iberia y, asimismo, los antañones aliados de los púnicos en el África septentrional, que fueron los númidas. No obstante, Aníbal había conseguido una alianza con Macedonia, reino con el que firmó un extraño tratado, que no ayudó a los cartagineses, pero sí creó entre los romanos un odio importante hacia los descendientes del rey Filipo II de Macedonia, padre que fue de Alejandro III Magno. La debacle cartaginesa había dejado al comercio oriental a disposición de las apetencias del SPQR; Roma será el árbitro y el amo de la nueva política europea. “La decadencia de Cartago no fue, sin duda, la única ni, quizá, la principal de las causas de la evolución que condujo a que Roma extendiese su Imperio por Oriente; pero sí uno de sus factores determinantes, y, en cualquier caso, lo que la hizo posible al comenzar este siglo II a. C.” La larga crisis sufrida por Roma, durante los últimos quince años, que incluso pudo suponer su desaparición, conllevó profundas transformaciones materiales, políticas y espirituales, entre el total de los ciudadanos de la urbe capitolina. La poderosa maquinaria bélica romana se había creado para luchar, en el sentido estricto del término, contra aquel general cartaginés, quien por su inteligencia preclara había colocado al SPQR al borde del colapso. “Sin embargo, es cierto que, en el curso de la lucha contra Aníbal, Roma había adquirido a un mismo tiempo el hábito terrible de guerrear y el no menos peligroso de vencer. Resulta fácil imaginar la exaltación que se apoderó de los ánimos, la fe de Roma en su destino, en su invulnerabilidad, sentimientos todos que habrían de animar durante siglos la política de Roma, y que, en gran medida, permiten explicarla”. Tras toda esta evaluación, Roma prosigue los avances, más fáciles, en Occidente, donde las estructuras sociales y políticas no están tan desarrolladas como entre los complejos reinos orientales; existen dos territorios que Roma apetecerá con delectación, y que son la Galia e Iberia, esta última a la que los romanos bautizarán como Hispania. El SPQR no es una república de mercaderes, como lo era la de los cartagineses; por lo tanto, los llamados negotiatores van por delante y acompañan a los legionarios, se encargan de ayudar a los vencedores del águila imperial, aunque en ocasiones pueden no ser romanos, este hecho motivará que muchos, de los patricios romanos, estén en contra de que la conquista y la provincialización del territorio conquistado se reduzca a la mera explotación económica de los pueblos derrotados. De todo ello, la gran joya de la corona republicana romana será, ¡cómo no!, la Hispania recientemente arrebatada a la familia de los Bárcidas o Barcas. Publio Cornelio Escipión “el Africano o el Viejo” conseguiría, en las tierras hispánicas, su mayor fama, y sus importantes victorias sobre Asdrúbal y Magón Barca conllevarían la propia liberación de Italia; en la nueva mentalidad imperialista de la oligarquía senatorial romana se había fijado, a sangre y fuego, que nada de lo que se ocupaba o conquistaba, manu militari, se evacuaba o abandonaba o perdía. Todo ello producirá, sin solución de continuidad, la agónica caída de la República del Senatus Populusque Romanus. “… los nuevos trastornos que surgieron con el tribunado de los Gracos no fueron el resultado de una acción subversiva emprendida gratuitamente por algunos ciudadanos facciosos, sino el efecto ineluctable de causas profundas, de un malestar social y espiritual, que, a su vez, brotaba de las ‘contradicciones’ políticas de la ciudad”. Hubo un intento desesperado de evitar el hundimiento republicano, pero acabó en tragedia, y sin cura posible, y es cuando Bruto, Casio, Casca, Metelo Cimber, Trebonio y, sobre todo, Decio Bruto, eliminaron por medio de un magnicidio al Dictador Perpetuo, Gayo Julio César, el las Idus o 15 de marzo del año 44 a.C.; pero la sangre derramada fue totalmente inútil, ya que de ella nacería el Principado o el Imperio de Augusto. Libro extraordinario, que recomiendo vivamente, y sin la más mínima reserva, de lo mejor existente sobre el hecho histórico narrado. «Corcillum est quod homines facit, cetera quisquilia omnia». Puedes comprar el libron en:
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