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Boudica. Amazonas en Britania (61. D.C.) |
Un nuevo esfuerzo editorial, merecedor de los máximos plácemes, de la Historia Rei Militaris, dedicado a una mujer paradigmática de la Antigüedad, quizás sea menos conocida que otras, verbigracia Livia, Cleopatra, Zenobia de Palmira, Agripina “la Menor”, Sofonisbaal (está inmortalizado por el pintor E. Delacroix), Popea, Berenice, y otras de mayor o menor enjundia. Pero, esta fémina forma parte de aquella pléyade de grandes personajes de la Edad Antigua, que lucharon contra el genocida imperialismo de Roma, para defender la identidad de sus pueblos, por ejemplo: Arminio, Decébalo, Viriato, Corocota, Gauzón, Mitrídates, Pirro, Aníbal Barca “el Grande”, etc., pero que sucumbieron con honor ante la voracidad imperialista del SPQR, léase Roma.
«Solo su mención trasciende la Historia. Menos conocida que otros importantes personajes femeninos de la Antigüedad, como Cleopatra o Zenobia. No ha sido obstáculo para que sus hazañas pervivieran durante milenios hasta convertirse en leyenda. El símbolo femenino del valor y la lucha por la libertad en Britania. Boudica. Soberana por derecho de los Icenos. Uno de los más importantes pueblos que habitaban la lejana Albión (la ‘Isla Blanca’. Como era conocida hasta el momento). Lideró también a otros muchos frente a la ocupación romana. La lejana Britania había conseguido mantenerse ajena a la ambición romana hasta mediados del S. I AC. Pero en el 61 DC. Los pueblos que aún resistían a la ocupación acumulaban ya cerca de dos décadas de enfrentamientos continuos con las legiones de Roma. Boudica se convirtió en una figura de renombre por méritos propios. Una Reina cuyo coraje y valentía hicieron temblar al todopoderoso Imperio romano. Nunca antes sus legiones tuvieron que enfrentarse a un ejército dirigido por una mujer. Y no hay duda de que jamás lo olvidaron».
Entre los pueblos británicos es considerada, Boudica, como un símbolo del valor y de la lucha por la libertad, siendo como era una mujer, lo que dificultaba más, si cabe, su estatuto sociopolítico. Su pueblo era uno de los más conspicuos de la denominada como ‘la isla blanca’ o Albión, los icenos. Su pueblo lideraría la rebelión o la lucha contra la opresión imperialista romana. Desde el año 41 d.C., los pueblos británicos comenzaron su lucha contra las legiones del SPQR; la lejana tierra de los britanos ya había conseguido mantenerse lejos de las apetencias de Roma, desde mediados del siglo I a. C. Cuando Gayo Julio César consigue domeñar el total de las Galias: Narbonense, Comata-Melenuda y Bélgica, pensó en cruzar el brazo de mar y llegarse hasta esas tierras consideradas tan misteriosas, todavía, y en esa época, para Roma. La egolatría de Julio César no podía resistirse a seguir incrementando su fama, ya que pretendía que se convirtiera en leyenda; Julio César conocía, como importante historiador que era, el valor de perpetuarse en la Historia; no obstante, tenía otras preocupaciones en la metrópoli, y pasaría casi un siglo antes de que el SPQR se interesase por la conquista de Britania. Será el emperador Claudio quien ordene una campaña, en toda regla, en el año 43 d. C., lo que permitirá al águila imperial romana conquistar una gran extensión del sur de la isla, y calificarla como provincia de Roma, con todos los pros y los contras pertinentes.
Como siempre los prefectos y los procónsules nombrados pretenden, stricto sensu, ser dueños y señores de vidas y haciendas. Los pueblos britanos se rebelarían constantemente contra esa depredación de Roma, y el número de desafectos y descontentos iría creciendo sine die. Todos ellos pretendieron encontrar líderes que los defendieran de las leyes del SPQR, pero era necesario que estos tuviesen carisma suficiente como para aglutinar a los demás a su alrededor, y Roma no lo permitía tan fácilmente. Los caudillos más importantes de este periodo son el catuvelauno Carataco y la icena Boudica. “Sin embargo, los britanos fueron incapaces de formar un frente común lo suficientemente poderoso como para haber evitado la conquista inicial de Claudio y, una vez asentados en aquel territorio, su anhelo se antojaba ya imposible. O eso parecía”. El objetivo final, obvio, de Boudica sería el de expulsar a los romanos al mar. Para ello, y conocedora, como pocos, de sus tierras, intentó una guerra de guerrillas, que aterrorizase a los romanos; para ello comenzaría por destruir las ciudades romanas, tales como Camulodunum, que era la capital provincial, o Londinium y Verulamium; hasta tal punto tuvieron pavor los hombres del Lacio de esta fémina, que el emperador del momento, Nerón, pensó seriamente en abandonar Britania definitivamente.
“Boudica se convirtió en el estandarte del odio hacia aquellos conquistadores que no solo pretendían apoderarse de sus tierras, sino acabar con sus tradiciones, explotarles más allá de toda lógica y, por qué no, maltratarles hasta la humillación más absoluta al ser considerados como bárbaros. Nadie mejor que aquella reina era capaz de personificar todo ese rencor acumulado en Britania. Sin mediar provocación había sido azotada en público y obligada a presenciar la violación de sus hijas, aún apenas unas niñas, mientras se apoderaban de todo cuanto le pertenecía por derecho”. Roma estaba acostumbrada, y estaba capacitada para metabolizarlo, el odio y el deseo de rebelión y de venganza que solía generar entre los pueblos conquistados; luego venía la aculturación y la romanización, con la pérdida de identidad, lo que servía para que los pudiese utilizar, como tropas auxiliares, contra otros pueblos a conquistar. Estamos, por lo tanto, ante una obra literaria muy bien construida, que nos permite conocer a uno de los grandes personajes de la Antigüedad, mujer que resume todo el dolor y el sufrimiento que todos los pueblos antiguos padecieron frente a la lupa-loba de Roma. En suma, mi felicitación por la obra, que nos descubre a otro personaje histórico conspicuo, como hubo muchos, y que dio su vida para evitar la opresión del imperialismo, muchas veces genocida, y devorador del SPQR. ¡Magnífica obra! «Reformare homines per sacra, non sacra per homines».
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