En "El agua del lago nunca es dulce" relatas la vida de una familia humilde de Gaia, ¿qué hay de real en el libro?
Conté la historia de una mujer que conozco en el personaje de Antonia, así que muchas de las referencias sobre ella son reales, y luego utilicé algunas de mis propias experiencias de mi adolescencia. La parte más ficticia es la de Gaia y su carácter, su voz, su forma agresiva de reaccionar.
¿Existe la familia o se basa en retazos de historias que ha recogido?
La familia existe, aunque sea diferente por algunas cosas a la que yo cuento, la dinámica en cuanto a las casas ocupadas y los distintos traslados de casa en casa son reales.
¿Hay algo de usted en este libro?
Crecí en ese lago, así que definitivamente hay mucho de mí en el libro, aunque no quería contar la historia de mí misma, sino ponerme al servicio de Gaia y su historia.
¿De su entorno quizás?
Los lugares, sí. Y también algunas experiencias como el acoso escolar, la traición, la muerte de algunas personas jóvenes y muy queridas.
¿Es tan caro el precio de la vivienda en Roma que es muy difícil vivir en la capital?
Roma es una ciudad cara, menos cara que Milán por ejemplo, pero sigue siendo muy caro vivir allí y es una ciudad grande y extendida, hay muchos edificios propiedad del Ayuntamiento de Roma que han sido abandonados y no se utilizan, por ejemplo, como viviendas para aquellos que necesitarían facilidades y apoyo. Una política de desalojos forzosos, sin pensar en dónde reubicar a los desalojados, ha caracterizado los últimos cinco años de la ciudad.
¿Crees que todavía hay gente como el protagonista que no sabe montar en bicicleta, que nunca ha ido al cine, que no tiene televisión en casa, etc.?
Creo que sí, no es tan absurdo, muchas personas no pueden permitirse ciertos lujos, viven del trabajo físico pesado y no tienen tiempo ni para ir al cine o aprender a montar en bicicleta.
En la sobrecubierta del libro (en España) se pregunta ¿cómo creer en un futuro mejor cuando la vida sofoca toda esperanza? Le pasaré la pregunta.
No creo que sea fácil creer en ciertas condiciones de vida, sin ningún privilegio. Mucha literatura y cine hablan de esperanza incluso en los peores contextos, y ciertamente la necesitamos, pero también necesitamos que nos digan, creo, que en ciertos casos no hay esperanza, vivimos al día, hacemos lo que podemos. La ficción americana se está volviendo, desde este punto de vista, cada vez más religiosa, cada vez menos esperanza, cada vez más Dios. No soy creyente y en Italia la fe religiosa no está tan extendida, no puedo dar a Dios como respuesta a los peores contextos. Son sencillamente terribles y hay que vigilarlos.
Esta novela está escrita con un estilo duro y penetrante, ¿qué le llevó a escribirla?
Es el primer libro que escribo en primera persona y me volqué en él, traté de entender las motivaciones de Gaia, sus pensamientos, de crear su propio lenguaje y luego me puse a escribir sobre la marcha, sólo después revisé y arreglé los excesos.
Este libro se ha traducido a una veintena de idiomas. ¿Crees que esta historia se entiende de la misma manera en todos los países donde se ha traducido el texto?
Yo también me lo pregunto, creo que no, que cada país notará diferentes matices lingüísticos o de sentido. Quizás países como España y Grecia, más cercanos a Italia, sean los que reciban consideraciones similares.
Con este libro ganó un premio y fue finalista en otro, ¿qué premio le gustaría ganar?
A mí ya me parece mucho.
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