Ahora nos presenta la novela “Chronicas apócrifas de un reyno del sur” puesta en circulación por la Editorial Espuela de Plata. No sabemos si por la atracción que ejercen los contrarios, después de una formación académica puramente científica, Guillermo López Lacomba ha participado en el nacimiento de varias revistas literarias y no de poco fuste, además de haber obtenido premios y reconocimientos por su hacer poético y narrativo, entre los que destacaremos: “Los oráculos”, “Al corazón que venza”, “Al fin enfrente”, “Podrás amor”, “En pleno desconcierto”, “Norma de la luz”, “Bestiario”, “Historia de Arcadio o tratado sobre el saber, usos y costumbres de gallos y gallinas” y “Luz de Luna, la Rusa, Doñamírame y Miss Boom Boom”.
Anda incluido López Lacomba en un buen número de antologías, de esas, dicen, que tienen poso y marcan tendencia, por lo que habrá de suponérsele a este vate y narrador cualidades más que suficientes, no sabemos si innatas o aprehendidas, para el asunto del decir y de manejar el verbo por tales arcadias, si no siempre pastoriles sí simbólicas y reconocidas al menos, por aquellos que han hecho de la lectura, un acto necesario e imprescindible para trasegar la vida con cierta lucidez.
En “Chronicas apócrifas de un reyno del sur”, Guillermo López Lacomba nos sorprende con una novela que pareciera tener en principio unas buenas dosis de hiperbólica y esperpéntica, para resultar, al final de su travesía, que la realidad por la que transitamos, amarrados cada cual a su cadena una vez que vinimos a nacer en el lugar en que fuere, suele tener más de portentoso olimpo especulado, e incluso de increíble acontecer, que de paraíso que conduzca por un lado al rigor y por otro a la mesura. Que el azar, ese producto imprevisible y necesario -habría que manifestar-, ahormado con el tesón cuando se da, pueden llegar a conformar individuos verdaderamente sorprendentes. Hay que resaltar en esta novela, cómo el humor y la picaresca no están reñidas con el buen hacer literario. Si leemos a conciencia esta novela podemos ver trazas de Quevedo, de Bécquer, de Céline, de Beckett o del polaco Witold Gombrowicz.
El tiempo histórico de “Chronicas apócrifas de un reyno del sur” habría que situarlo en esos inclasificables tiempos del tardo franquismo, cuando nos llegaban a este país los ecos del Mayo del 68 francés, que nos mantuvieron a los que los vivimos con los ojos como platos ante tamaña proeza ciudadana, por mucho que enojaran a André Malraux e incluso al general De Gaulle, y la posterior llegada a España de la democracia después de décadas de dictadura.
Escrita con mano de orfebre, el protagonista de esta novela, viene a demostrarnos no sin asombro por parte del lector, que uno puede ser declarado tonto -o sea, babieca, imbécil o inútil si lo desea- por una Junta Médica Militar, e incluso ser expulsado del glorioso ejército nacional por incapacidad manifiesta, y terminar siendo médico en ejercicio, no sabemos si con mucho o poco reconocimiento, pero, con todos los papeles para colegiarse y llevar a cabo esa encomiable profesión tan poco reconocida por quienes están llamados a hacerlo a día de hoy.
Entre el humor y la picaresca por un lado y el asombro y la vanguardia por otro, Guillermo López Lacomba sigue forjando una obra sólida cimentada en el buen hacer literario. Usted mismo.
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