Un libro que no puede evitar leerse con dedicación y apasionamiento. El autor se atreve a ir más allá, más al fondo, más lejos, aunque duela, pero lejos de lo que podría pensarse, no es un libro triste ni sentimental. Tampoco lo es académico, ni técnico, es un libro sobre “el arte de vivir”, de aceptar que la vida es imperfecta.
Partiendo de sus confesiones autodestructivas de planeación suicida, visibiliza un problema social del cual hay poca comprensión, incluso rechazo. El autor con valentía, en crisis personal, bloqueado, sin esperanzas, se enfrenta a sus ideas autolíticas y decide pedir ayuda.
Es, desde ese momento, cuando surge el otro protagonista del libro que hay que destacar; porque este recorrido lo realiza, junto a su psiquiatra quien le hará transitar por las tinieblas, el infierno, el vacío existencial y le guiará por el arte de cuidarse a sí mismo. Y como maestro y discípulo, establecen una relación que evoluciona y acaba en una amistad recíproca. A través del diálogo, de la confianza e incluso un fino sentido del humor, el Dr. D. Alfredo le muestra como reencontrarse, como crear su propia vida, dispuesto a decirle a Cuauhtémoc, incluso lo que no quiere escuchar. Le invita a investigarse y juntos a encontrar el camino. A través de conversaciones se abren debates y reflexionan sobre las equivocaciones vividas, la soledad, el rechazo, el hastío, dudas, miedos, angustias, el dolor, la culpa… a nombrar, verbalizar emociones, sentimientos y ambos transforman el sufrimiento en vitalidad. Y de la mano, guiado por su psiquiatra, el autor decide regresar a la vida.
El Dr. D. Alfredo posee el arte médico de transformar al paciente curando: cuerpo, mente y alma.
Hacer hincapié que escribir, hablar de la propia muerte es un tema controvertido en todas las sociedades, pero, el suicidio impacta en las vidas y literatura. En este caso, la literatura nos ofrece leer sobre un tema del que pocas veces se debate o dialoga. Un tema descuidado, incluso despreciado, visto con muchos prejuicios, pero actual y universal.
Estos relatos de vida se pueden sumar a la “Suicidología” disciplina perteneciente a la psicología y se define como “la ciencia de los comportamientos, los pensamientos y los sentimientos autodestructivos”, pero, también, es un libro sobre la filosofía de vida.
“Psicoloquía” es un libro noble, auténtico, lleno de frescura, una lectura de pensamientos ágiles, ideas agudas, sutiles diálogos donde el lector puede reconocerse, cuestionar sus ideas preestablecidas y ayudar al conocimiento de uno mismo y del mundo. Escrito con una voz libre, clara y despreocupada de cualquier formalismo narrativo, invita a pensar.
Cuando el lector finaliza la lectura necesita decirle al escritor: “estoy aquí y no voy a abandonarte, sigue escribiendo”.
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