Este libro, otra joya editorial de Ático de los Libros, narra un hecho real dentro del mundo del Pleno Medioevo, y se refiere al combate a muerte que se produjo entre un caballero y un escudero de la Francia del Medioevo, llamados de Jean de Carrouges y Jacques Le Gris, por la defensa del honor de una mujer; sería un ‘Juicio de Dios’. En el siglo XIV, los caballeros y los peregrinos tardaban varios meses en viajar desde París o desde Roma hasta Tierra Santa; los frailes y los comerciantes se demoraban un año o más, en recorrer la distancia, a través de la Ruta de la Seda, hasta China. Desde hacía más de 600 años, la Europa cristiana estaba muy alerta para frenar la amenaza musulmana, y se habían realizado diversas cruzadas contra el Islam. «‘La apasionante historia del último juicio por combate celebrado en París’. En 1386, pocos días después de Navidad, una multitud que incluía al mismo Rey de Francia, se congregó en un monasterio de París para presenciar un juicio por combate cuyos contendientes, el Caballero Jean de Carrouges y el Escudero Jacques le Gris, se habían hecho famosos en todo el país. Solo unos meses antes, a su regreso de una campaña en Escocia en medio de la Guerra de los Cien Años, Carrouges había recibido una terrible noticia: su esposa, la hermosa Marguerite, había sido víctima de una brutal violación a manos del que había sido su amigo, Le Gris, quien negaba los hechos. Carrouges llevó su pleito al Parlamento de París, que decretó un juicio por combate: el Caballero y el Escudero lucharían a muerte en una emocionante lid que demostraría quién mentía y quién decía la verdad. Pero si vencía Le Gris, Marguerite sería también ejecutada por haberlo acusado. En este ensayo, basado en fuentes primarias y narrado con el pulso de una novela, Eric Jager, especialista en literatura medieval, da vida a una Edad Media colorida y turbulenta y a tres personajes inolvidables que se vieron atrapados en un triángulo de intrigas, crímenes, escándalos y venganza. Sin duda, ‘El Último Duelo’ es al tiempo un relato apasionante y una investigación absorbente sobre la justicia, el honor y la situación de la mujer en la Edad Media». Aunque, cuando no guerreaban contra los musulmanes, los reyes cristianos luchaban por el poder, entre ellos, ya que todos estaban emparentados; para sufragar los gastos generados por estas guerras, los soberanos realizaban continuas subidas de impuestos, que generaban rebeliones entre sus súbditos; a la par se acometían devaluaciones monetarias, o se expropiaba a los judíos. Francia era la joya del feudalismo, con unos monarcas que gobernaban desde Saint-Denys, eran el primum inter pares. La Francia del Medioevo se había ido pergeñando a partir de los restos de la Galia romana, desde la Narbonense hasta la Comata; ya en el siglo IX el emperador Carlomagno, había resistido, desde Aachen o Aquisgrán, los embates expansionistas de los musulmanes hispanos. Y aunque con la monarquía de los Capeto ya es la más rica y poderosa nación de Europa, y de ello se van a encargar Richelieu y Mazarino, cardenales-políticos de la Iglesia católica, para llegar a ese punto habían padecido un terrible y pavoroso siglo XIV; ya que, en el año 1339, los ingleses cruzaron el Canal de la Mancha, e invadieron Francia en una cruenta guerra, llamada la de los Cien Años. Tras la batalla de Crécy, en 1346, en que lo más granado de la caballería francesa fue masacrada, los ingleses consiguieron conquistar Calais. «Una década después, en Poitiers, en medio de otra gran matanza de caballeros franceses, los ingleses capturaron al rey Juan y se lo llevaron a Londres, de donde lo liberaron solo tras recibir inmensos territorios en Francia, una legión de rehenes nobles y promesas de que se les pagaría un colosal rescate de tres millones de escudos de oro». Esta derrota arrasó el orgullo de los franceses, la nación se precipitó en una guerra civil, donde nobles rebeldes traicionaron al rey Juan II “El Bueno” (1319-1350-1364) aprisionado en Londres, y se unieron a los invasores ingleses que servían al rey Eduardo III Plantagenêt (1312-1327-1377); los campesinos asesinaron a sus señores, ya que los impuestos eran insufribles; mientras los volubles parisinos se dividieron en bandos, y se persiguieron por la ciudad hasta el exterminio. Los elementos atmosféricos se pusieron en contra de Francia, produciendo sequías continuas, que conllevaban pésimas cosechas continuadas, y para agravar más la cuestión, la peste negra se enseñoreó por Europa, entre 1348 y 1349, llevándose por delante a un tercio de la población del momento. Las ciudades y sus campos circundantes quedaron contaminados por/con miles de cadáveres insepultos; cada diez años, la peste negra, regresaría para cobrarse su macabra factura. Los franceses llegaron a la certidumbre de que Dios los había abandonado, por sus muchos pecados. Como todo se puede complicar más, si cabe, con el Cisma de Occidente, del año 1378, los cristianos-católicos se dividieron en dos bandos antagónicos e irreconciliables, según apoyasen al papa de Roma o al de Aviñón. El Papa de Roma bendijo la derrota francesa, apoyó a los ingleses, y los clérigos ingleses ya tenían el placet del papa, y vendieron indulgencias para financiar la guerra de conquista contra los denominados como ‘herejes’ de Francia. Un nuevo tipo de soldado-mercenario, los routiers, llamados ‘el flagelo de Dios’, vagaban por las carreteras y asolaban campos, saqueando pueblos y aldeas, para poderles apaciguar, los campesinos ya muy empobrecidos se veían obligados a abonarles onerosos impuestos. En esta situación histórica tan degradante, campesinos, ciudadanos y clérigos se dedicaron a construir murallas defensivas, para poderse defender de todo aquel marasmo de bandoleros que los expurgaban. Este es el momento histórico en el que se desarrolla esta extraordinaria obra de Historia, qué recomiendo vivamente y sin ambages, con la habitual calidad de la editora que hoy nos ‘regala’ este volumen. «In occasu saeculi sumus. ET. Errare humanorum est». Puedes comprar el libro:
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