Fernando Calvo no tiene pelos en la lengua, ¿otro tópico? Pues no, el se muestra tal cual es y le importa un pito lo que puedan decir y opinar de él. Sabe que los datos no mienten y muchos, respecto a la Guerra Civil, se han ocultado por razones ideológicas. “Una guerra civil es eminentemente política e ideológica”, afirma y él quiere desentrañar las muchas manipulaciones que hubo por ambos bandos y que, curiosamente, se mantienen todavía. “He buscado un enfoque en donde predomine el contar la historia, en sus dos acepciones: computar los datos y relatar lo que sucedió”, apunta y continua diciendo “conocer los datos económicos del país es muy importante. España no era una potencia, pero tampoco un país atrasado. Era un país en vías de desarrollo que se estaba modernizando gracias a la dictadura de Primo de Rivera y de la Segunda República. España era, en aquella época, lo que ahora se denomina un país emergente”.
El autor de “La Guerra Civil. Una historia total” lleva estudiando nuestro conflicto entre hermanos muchos años y ha tratado los datos de una manera objetiva y precisa. “Respecto de la ayuda extranjera durante la guerra, los discursos están totalmente ideologizados. Alemania vendió 922 piezas de artillería a la España franquista y la Unión Soviética 1.106. Dichas piezas eran de 30 calibres diferentes las proporcionadas por los alemanes, mientras que las enviadas por la Unión Soviética eran de 100. Los que supone que las líneas de abastecimiento de la República estaban sobredimensionadas, mientras que la de los rebeldes al ser muchas menos tenían el abastecimiento más fácil. Los rebeldes pedían las piezas con un mayor criterio que los republicanos”, expone el autor madrileño. Respecto a la aviación, ocurría lo mismo. Los republicanos recibieron 1500 aviones y los rebeldes 1570. Todo muy parejo como vemos. “He querido hacer un libro sobre la guerra que no aburriese. Creo que estamos hartos de libros de 900 páginas muy ideologizados. Así, las conclusiones de ellos tienen más que ver con las posturas de ambos bandos que con la realidad”, sostiene a la luz de los datos. España era un país con 25 millones de habitantes que se dividió en dos partes con similares números de habitantes. La República mantuvo aproximadamente el 55% del territorio y de la población. Según Indalecio Prieto “la República tiene todas las de ganar”. Pero no fue así. ¿Por qué? “El tejido industrial de la República era del 80%, mientras que los rebeldes sólo tenían el 20%. En el caso de la agricultura era exactamente al revés. Un caso muy parecido a lo que sucedió en la Guerra de Secesión americana, sólo que allí ganó la parte industrial y aquí ganó la zona rural y agrícola”, expone Fernando Calvo. Son muchos los errores que cometió la República, luego los iremos viendo, pero quizá el fundamental fue que no organizó su ejército hasta mediados de octubre del 36, cuando procedió a disolver las milicias. Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros, asumió la cartera de Defensa en esas fechas y fue el encargado de crear el ejército de la República. Otro error fundamental es que no se supo parar el flujo de las fuerzas de África por parte de la Armada, que había quedado totalmente en manos de la República. “Si hubiese sido antes presidente Negrín, otro gallo le hubiese cantado a la República. Era una persona muy pragmática y resolutiva. “El público suele comulgar con ruedas de molino”Para Fernando Calvo, “la causa de la guerra fue la pobreza, la desigualdad y la injusticia de esa época. El detonante fueron dos asesinatos cometidos en Madrid. El primero el del teniente Castillo, muerto en las cercanías del oratorio de la calle Fuencarral y el crimen de estado de Calvo Sotelo, persona aforada y que fue sacada de su casa por la noche por una brigada motorizada a cargo de un militar republicano, fue el socialista Luis Cuenca Estevas quien le descerrajó dos tiros en la cabeza cuando le conducían al cementerio de la Almudena. Fue toda una declaración de guerra y muchos generales se sumaron al golpe militar por esa causa”. Desde ese momento, ya nadie creería que iba a ser una asonada al estilo del siglo XIX y sí un golpe de estado en toda regla. Ya se sabía que el ejército se iba a dividir en dos. La manipulación que se ha hecho de estos hechos ha sido muy grande por ambos bandos. “El público suele comulgar con ruedas de molino y cree lo que quiere creer. Estamos ahogados en tópicos”, asevera el autor. En su opinión, “la guerra fue posible porque hubo una juventud muy generosa por ambas partes y eso que en los dos bandos cocían habas. En el bando rebelde, estaban muy divididos entre requetés y falangistas que se llevaban a la greña y lo mismo sucedía entre los republicanos, con enfrentamientos entre los comunistas, anarquistas y los del POUM –que no eran troskistas ni mucho menos-”.
Pero sigamos con los errores cruciales de la República, para Fernando Calvo “son los que luchan a la defensiva los que tienen las de ganar. Como se vio en la Primera Guerra Mundial. También se dio algo parecido en el asalto a Madrid, donde los republicanos consiguieron parar a los rebeldes inflingiéndolos grandes pérdidas, sin embargo la República llevó a cabo las grandes ofensivas de la guerra y todas acabaron en fracaso”. La batalla de Brunete fue la primera, la de Teruel la segunda, batalla que no conducía a nada y la tercera fue la del Ebro, perfectamente ejecutada, pero que condujo a los soldados a una ratonera y se dejó desguarnecido el flanco de Cataluña y que propició que el bando franquista llegase hasta el mar. Allí tuvo lugar el mayor error del general Franco en la guerra. “Las tropas nacionales marcharon sobre Valencia, donde fueron paradas; si hubiesen tomado la dirección de Cataluña, se habría terminado la guerra mucho antes”, opina. Franco hizo una guerra lenta y de desgaste. “De él decían que era un general prusiano. Sus tácticas fueron muy similares a las que utilizó el general británico Montgomery en la Segunda Guerra Mundial. Sólo que Franco se decantó por el exterminio sistemático de sus enemigos”, concreta el autor. “El punto de inflexión de la guerra estuvo en la caída de Asturias. Desde ese momento los rebeldes tomaron la iniciativa que no perderían hasta el final de la guerra. En opinión del estudioso de nuestra guerra, “si hiciésemos un poco de política-ficción, la clave de la guerra fue que la República no ejecutó el plan P en 1937 y que consistía en atacar a los rebeldes bajando por el valle del Guadalquivir, algo que hubiese hecho que la zona nacional quedase dividida en dos”. El posible éxito de esa operación quedó patente el 5 de enero de 1939 cuando se produjo la última gran ofensiva republicana. Ideada por el general Rojo y llevada a cabo por el general Antonio Escobar. “Fue la mayor ofensiva republicana de la guerra y la que mayor territorio conquistó de todas las realizadas por los republicanos. La batalla de Valsequillo o de Peñarroya fue la última gran victoria del ejército republicano. Como el frente principal estaba en Cataluña, quedó empañada por ese motivo y por la posterior contraofensiva, pero sí dejó patente que si el plan P se hubiese ejecutado antes, a lo mejor el devenir de la guerra hubiese sido otro”. Dicho plan no se llevó a cabo por el enfrentamiento que había entre las diversas facciones del gobierno y porque los asesores soviéticos no estuvieron a favor de llevarla a cabo.
Hubo otro hecho que hubiese podido cambiar el curso de la guerra. “En la primavera del 38, el ejército francés se movilizó cerca de la frontera con España. Había seis divisiones de infantería y parte de la flota aérea de Francia, que tenían en Marsella, preparadas para invadir España, estuvieron a punto de hacerlo. Al final, Léon Blum no se atrevió a dar el paso para no provocar la Segunda Guerra Mundial, cosa que finalmente acabaría ocurriendo. Para finalizar nuestra entrevista, Fernando Calvo González-Regueral muestra su indignación con ambos bandos. “La España moderna debe a todos los muertos su reconocimiento. Es una vergüenza nacional que a estas alturas no sepamos el número exacto de muertos que hubo. Este dato está muy politizado y ahora hay recursos suficientes para conocer el nombre de todos los muertos y homenajearlos, sean del bando que sean. Yo me inclino a pensar que fueron aproximadamente 600.000 los fallecidos. Deberíamos saberlo con exactitud”, concluye el investigador e historiador de nuestra contienda. Puedes comprar el libro en:
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