Hasta hace poco tiempo no hemos tenido conciencia de lo importante que es para la salud el consumo de los probióticos. Un palabro que cada vez tiene más presencia en una sociedad que está tomando conciencia de lo beneficioso que es su consumo para obtener una microbiota adecuada. En el nuevo libro que acaba de publicar Arcopress, “SOS Probióticos”, escrito por José Antonio Barroso nos desgrana una relación de alimentos cargados de probióticos y que en algunos casos nos sorprenderán. Y es que ya existen numerosos estudios que determinan la necesidad de mantener nuestra flora intestinal activa y variada. Su defecto puede causar muchas disfunciones fisiológicas y mentales, entre las que puede que se encuentre el estrés postvacacional. Ahora se tienen evidencias que nos hablan de la conexión entre el cerebro y la microbiota. Los probióticos desde nuestro intestino, generan de forma natural serotonina, la hormona que contribuye al bienestar mental y que es conocida como la hormona de la felicidad. Últimamente se viene fomentando el consumo de alimentos y bebidas fermentadas que son nuevas en nuestra dieta. Barroso en su libro nos hace ver que si bien es cierto que pueden aportar una carga de probióticos, es bueno saber que los alimentos que ancestralmente nos vienen acompañando en nuestra dieta mediterránea, también pueden estar cargados de esos beneficiosos microorganismos. Podremos conocer en el libro que el chorizo, salchichón, salami, fuet, miel, bacalao, mojama, sardinas, arenques, jamón, yogurt, Kéfir, quesos, excepto los quesos fundidos y los quesos frescos, aceitunas aliñadas sin pasterizar o cerveza artesanal, son todos alimentos ricos en probióticos. Por tanto, ingerirlos durante las vacaciones es fundamental para afrontar con buena predisposición mental la incorporación al trabajo. También este especialista en la materia nos hace un recorrido por la alimentación ancestral de alimentos fermentados y nos alerta en este libro de cómo la flora intestinal de los actuales seres humanos ha ido degenerando por necesidades de la mercadotecnia que elimina en muchos casos los probióticos activos de los alimentos. “Numerosos estudios científicos, vienen a corroborar que los productos ricos en probióticos vivos y activos son un alimento funcional a todos los niveles, con múltiples efectos beneficiosos sobre nuestro organismo”, afirma el autor, quien añade a los productos antes mencionados como fuente de probióticos, otros alimentos que aportan nutrientes para fortalecerlos como es el caso de los ajos, las cebollas, las alcachofas, los espárragos, los puerros, las frutas, en especial los plátanos verdes, los cereales integrales como el trigo y la avena, y las legumbres y frutos secos; todos ellos, por tanto idóneos para ayudar a evitar el estrés postvacacional. José Antonio Barroso (Córdoba, 1950). Su vida profesional ha transcurrido unida al estudio de los métodos que intervienen en la transformación de los alimentos, en especial a la actividad de los microorganismos responsables de las fermentaciones. En 1983 funda una empresa de asistencia técnica de alimentos que se ha convertido en un laboratorio de primer nivel, dedicado al control de calidad y a la investigación, altamente especializada en el sector agroalimentario y medioambiental con numerosas empresas líderes del sector entre sus clientes. En colaboración con el Dr. Escribano, ha creado una línea de alimentación funcional, que permita a las empresas poner en el mercado alimentos que no solo sean fuente de nutrientes, sino que además incluyan los efectos beneficiosos inherentes a la funcionalidad. Puedes comprar el libro en:
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