Como para preparar los sentidos del lector, el autor coloca dos frases contundentes antes de entrar en materia. Una del británico John Berger: “Para el ojo humano, todo lo visible tiene un color.” y la otra del argentino Sergio Chejfec: “Creo que la literatura, si sirve para algo, es para ampliar la escala de los grises.”
Con esa incertidumbre planteada uno está ya en disposición de adentrarse en el texto y comprobar en primera instancia que el mismo está dividido en cinco partes: Cuaderno de artismos, Diccionartio (no es un error) básico de dudas, La vida indubitada, Del amor a la mentira (y otros deportes de riesgo) y Guía de últimas verdades.
Soy de los lectores que piensan -tiempo ha- que un libro de aforismos no puede ni debe leerse de un tirón incontenible, al igual que ocurre con un poemario. Cada aforismo necesita de su digestión en tiempo (variable para cada uno de ellos) y forma, porque, de no ser así, la esencia que contiene (a veces incluyen mundos autóctonos y singulares) no podrá ser digerida y sobre todo aprehendida, y, al final, entraremos en confusión por un lado y, al paso, no gozaremos de la dicha de la travesía, una de las virtudes de la lectura aparte de la de formarnos con la diversidad del pensamiento de la otredad escritora.
De ahí que me haya tomado mi tiempo y bebido a sorbos cortos -utilizando todos los sentidos al igual que cuando se cata un buen vino o se paladea una nueva comida-, la lectura de “La certeza del color”. Con paciencia, atención y disposición, siendo consciente del acto de leer y lo que ello supone: un aprendizaje.
Por este libro de aforismos circulan la poesía, la filosofía (dos pilares centrales del género), la literatura en sentido genérico, la pintura, el arte y sus diferentes manifestaciones, la actividad de la fauna asociada a la letra impresa: escritores, correctores, editores, distribuidores, librerías, bibliotecas y, por supuesto, lectores, aparte de la vida, la muerte, el dolor, el amor y su reverso, la orfandad (familiar o social), la justicia o la falta de ella, el compromiso con la otredad o los sueños y el valor añadido que suponen para nuestra completud como seres conscientes.
Un interesante texto “La certeza del color” de Álvaro Campos Suárez, escrito con rigor, con delicadeza, con sensibilidad, e incluso arriesgando en su apuesta por aportar seriedad y también humor, hay que decirlo, al difícil y siempre cuestionado mundo del aforismo, que algunos entienden que es un género nuevo porque en los últimos tiempos por fortuna está en boga, pero, que, desde que el hombre decidió explicar sus cuitas escribiéndolas, están presentes en la literatura universal, mal que les pese a los detractores del mismo.
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