Acabas de presentar "La chica que escribía cartas" en la Semana Negra de Gijón, ¿cómo ha sido la experiencia?
Cada vez que aparece un nuevo libro mío me invitan a la Semana Negra de Gijón, y cada vez es una sorpresa por la acogida tan favorable del público. Esta vez, además, fue mi presentador el autor tinerfeño Javier Hernández Velázquez, lo cual es un lujo. Para mí lo más interesante fue que al acabar el acto vinieron padres de chicos jóvenes a que les dedicara el libro y a hablar de su experiencia con sus hijos. Muchos desconocen qué vida llevan, tienen miedo a las sectas, dicen que los medios de comunicación, sobre todo el teléfono móvil, les han aislado. Y es un problema muy serio.
¿Cómo surge la idea de la novela?
Tal como lo explico en el prologo del libro, hace unos pocos años tuve la oportunidad de leer un manuscrito compuesto por numerosas cartas escritas por Karlota Rocha cuando tenía 14/15 años. En ellas expresaba visiones, ilusiones y temores de una adolescente frente a las realidades de un mundo que iba descubriendo. A partir de ahí me vino la idea de aprovechar esos escritos e incorporarlos en una trama: La desaparición de una adolescente en extrañas circunstancias al salir del instituto. Las cartas de Karlota aparecen en el libro tal como las descubrí sin, digamos, novelarlas y se convirtieron en las cartas de Lucía, la protagonista.
¿Qué importancia tienen esas cartas en la novela?
A partir de ellas he construido la personalidad de Lucía como alumna. Salen en capítulos intercalados en la historia aunque no parecen, al principio, tener ninguna relación con la trama…
La inspectora que investiga la desaparición de la adolescente es la misma que interviene en la busca del corredor de Sombras en la meta. ¿Es el principio una serie?
Efectivamente, reaparece con más años y experiencia. No lo tenía planificado, pero llegado el momento de introducir al investigador, rescaté a ese personaje que encaja bien aquí, al tener además una sobrina adolescente, lo que la hacía más sensible aún a ese tema. En principio no tendría porque salir de nuevo en otra de mis futuras novelas, pero quién sabe…
Tratas en ese libro con el mundo de los adolescentes. Ha pasado algunos años desde que lo fuiste. ¿Crees que es muy diferente a lo que tú conociste en tu época?
Lo es en muchos aspectos pero no en todos. Las normas, la disciplina, ñas libertades han cambiado. No soy de los que dicen que todo era mejor antes. A cada uno le toca vivir y afrontar su época. La diferencia es, claro, la tecnología. No existía Internet, ni teléfono móvil por ejemplo. En ese sentido son mundos diferentes. Pero no tan distintos en lo personal, en lo íntimo. La adolescencia sigue siendo el mismo paso de la infancia al mundo adulto. El decorado ha cambiado pero los actores siguen haciendo el mismo papel. Permanecen los mismos miedos, dudas e inseguridades. En los institutos existen los mismos grupos que antes: los chulos, los tímidos, los que se preocupan y los que pasan. Algunos disfrutan de esa época a tope, otros lo sufren a tope. C’est la vie!
¿Destacarías algunos temas que aparecen en esa novela?
Aparte de los problemas de la adolescencia, la inspectora se encuentra durante su investigación con varios temas delicados como la violencia de género, el estrecho margen que separa el sospechoso del culpable, y la relación de los jóvenes con sus nuevos ídolos, los youtubers entre otros.
¿A qué publico va dirigida?
Alcanzara sin duda a un amplio abanico de público. Desde los padres de adolescente, a la juventud, y sobre todo a los amantes del suspense y la intriga. Se trata de novela policiaca, novela enigma. La chica que escribía cartas va a interesar de un modo muy especial a adolescentes y padres de adolescentes. Una chica ha desaparecido. El lector compartirá con los padres las angustias y las ansias de saber pero también el miedo a enterarse de lo peor.
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