"Las tres hermanas", de Heather Morris

“Cuando son niñas, Cibi, Magda y Livia le prometen a su padre que permanecerán siempre juntas, pase lo que pase. Años más tarde, con solo quince años, los nazis mandan a Livia a Auschwitz y Cibi, que no tiene más de diecinueve, hace honor a la promesa y sigue a su hermana, decidida a protegerla o a morir con ella. Allí, juntas, luchan por sobrevivir. Magda, de diecisiete años, consigue esconderse durante un tiempo, pero finalmente también es capturada y trasladada al campo de exterminio. Las tres hermanas se reencontrarán en Auschwitz-Birkenau y, allí, recordando a su padre, se harán una nueva promesa: sobrevivirán”.

Estamos ante una novela histórica, yo diría que historicísima; ya que es una obra de emocionante supervivencia, dentro del genocidio que supuso el régimen del NSDAP, hermano gemelo del estalinismo. Existe un importante componente épico familiar. Estas tres hermanas judías eslovacas, que sufren como pocas un infierno criminal en La Tierra, y por su fuerza y cohesión sobreviven; la autora neozelandesa, que vive en Australia, no termina su análisis narrativo en el terrorífico Campo de Exterminio de Auschwitz, sino que analiza lo que representó el fenómeno de reconstrucción personal, de las tres hermanas, después de finalizada la conflagración bélica de 1939 a 1945, ya que las tres emprenden un viaje para conseguir la curación de alma y de cuerpo.

En toda esta obra, magnífica, se refleja el sentir colectivo de la comunidad hebrea tras el Holocausto a la que fue sometida por el III Reich; y no se deja al margen el comportamiento del resto de la comunidad europea, sobre todo el habitual cinismo británico churchiliano que no hizo nada para acabar con los campos y los trenes que conducían, como corderos al matadero, a aquellas pobres gentes, cuyo único crimen era, para los nazis genocidas, ser de otra raza y religión diferentes a las del resto de los alemanes. Hasta seis millones de judíos fueron asesinados, de forma inmisericorde, por los verdugos de la SS o de las Waffen-SS. “-Pero yo tampoco lo entiendo, Padre –interviene Magda-. Suena un poco confuso. –Es muy sencillo. –Menachem sonríe. No hay nada que le produzca tanto placer como hablar con sus hijas. De pronto siente algo en el pecho: debe recordar este momento, este día soleado, los grandes ojos de sus tres hijas-. Quiero que me prometáis, a mí y a vosotras, que siempre cuidaréis de vuestras hermanas, que siempre estaréis las unas para las otras, pase lo que pase. Que no permitiréis que nada os separe. ¿Lo comprendéis? Magda y Cibi asienten con la cabeza. –Sí, Padre, pero ¿por qué íbamos a separarnos?-pregunta Cibi, seria de repente. –No digo que vaya a ocurrir, tan solo quiero que me prometáis que, si alguien trata de separaros, recordaréis lo que hemos hablado aquí hoy y haréis todo lo que esté en vuestras manos para evitar que suceda. Sois más fuertes juntas, no debéis olvidarlo jamás. –La voz de Menachem tiembla, y se aclara la garganta. Cibi y Magda intercambian una mirada. Livi pasa la vista de una hermana a la otra y después a su padre, consciente de que se ha acordado algo solemne, aunque con poca idea de lo que significa. –Te lo prometo, Padre –dice Magda. -¿Cibi? –pregunta Menachem. –Yo también te lo prometo, Padre. Prometo cuidar de mis hermanas. No dejaré que nadie les haga daño, ya lo sabes.”

Este es el momento absolutamente solemne de la obra, y que es cuando las tres hermanas se juramentan para cuidarse mutuamente. Por todo lo que antecede, cuando Livi, que solo tiene 16 años de edad, aparece en un listado de los nazis de que será trasladada, desde su pueblo eslovaco, hasta un lugar extraño para trabajar para los nacionalsocialistas, su hermana mayor, Cibi, se apunta a ese viaje y la acompaña. El médico de la familia aprovecha el momento para ingresar, a Magda, en el hospital, y de esta forma salvará su vida. El destino les quedará, muy pronto, prístinamente definido, ya que esa extraña y lejana localidad es la tétrica de Auschwitz, en la lejana Polonia. Con Livi y Cibi ya en Polonia, Magda debe esconderse, porque acuden a buscarla cada semana, lo que la obliga a esconderse, beneficiándose de la bondad de una de sus vecinas, aunque otras muchas le dan la espalda. La madre Chaya y el abuelo materno viven momentos de angustia y de incertidumbre, ya que la situación de los judíos va de mal en peor.

Las hermanas, en Auschwitz, tratan de defenderse, sobre todo psicológicamente, de la mejor manera posible. Cuando termine aquella tragedia bélica se verán obligadas a realizar un ejercicio de introspección para recuperar su fenotipo, ya que el panorama postbélico no es más halagüeño, y se manifiesta largo y complicado. La novela-histórica-testimonio que hoy les ofrezco es una voz, que espero que no sea en el desierto, sobre la maldad intrínseca de que es capaz el ser humano. En esta obra está contenido uno de los episodios más obscuros del siglo XX, como fue el genocidio nazi contra los judíos, gitanos, Testigos de Jehová, y la que estaban pergeñando contra los católicos recalcitrantes; ya que como dijo el propio Adolf Hitler a Martín Bormann, al general Burgdorf y a Heinrich Himmler, ‘CUANDO ACABEMOS CON LOS JUDÍOS, NOS OCUPAREMOS DE LOS CATÓLICOS’; ya lo habían hecho, en parte, con el asesinato de personas principales de Cáritas, y de otros miembros de la Iglesia Católica de Alemania, la Noche de los Cuchillos Largos, etc.

Creo que estamos ante una obra impresionante, merecedora de todos los plácemes habidos y por haber, que debe servir para aportar otro importante grano al conocimiento del genocidio del siglo XX, realizado por aquellos individuos y sujetas descendientes de Bach, Händel, Telemann, Mozart, Hegel, Engels, Beethoven, Goethe, Federico I Barbarroja, y tantos otros de mayor o menos enjundia. En suma estimo, modestamente, que con este preámbulo podemos obtener el beneficio de la lectura para esta obra preeminente. Las fotos de las protagonistas son muy esclarecedoras y necesarias. «Errare humanum est, sed perseverare diabolicum. ET. Medice, cura te ipsum».

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