Se puede ser reina por accidente? Le sucedió a quien estos días celebra su jubileo de platino tras sumar setenta y dos años en el trono, una marca sólo superada por el Rey Sol, Luis XIV. Isabel II se ajustó la corona a consecuencia de la muerte prematura de su padre, Jorge VI, quien, a su vez, sólo estrenó la suya tras la abdicación de su hermano, Eduardo VIII. No menos accidentada fue la elevación a los altares de quienes merecerían orquestar, a cuenta de sus otros tantos discos de platino, la banda sonora de la inquilina de Balmoral. Setenta y dos años reinando Isabel. Sesenta los ‘Rolling Stones’ que iniciaron en Madrid su última gira europea, generando el mismo fervor intergeneracional que concita la reina madre.
Observas la turba de gruppies de la monarca nonagenaria y la de sus ‘Satánicas majestades’, con Mick Jagger rozando los ochenta, y no puedes dejar de estremecerte ante tanto candor. ¿Cabe alguna diferencia entre las tiernas ancianitas que aguardan el paso de la carroza regia blindadas de bibelots ‘Windsor Style’ y las que agitan su artrósica osamenta al compás de ‘Sticky Fingers’? Ah, la devoción popular, siempre anhelante de divinidades que den sentido a su vida. Siglo XXI, a un paso de la civilización cuántica y seguimos rindiendo culto a los ídolos de la tribu.
El rock también tiene sus contradicciones. La más ardua, aquella que encarnan los ‘Rolling’: haber nacido como un emblema de rebeldía y verse condenados seguir meneando un culo octogenario con las pretensiones de un adolescente, sesenta años después. ¿Qué decir de toda esa parafernalia suntuaria, sus jets privados, sus alojamientos principescos, su tratamiento de altezas reales, en contraste con la medianía plebeya de sus fieles?
Asociamos la idolatría con lo reaccionario. No digamos ya si esa idolatría se focaliza en tronos y altares. ¿Los hay en el mundo del rock? Por más que los vistamos de iconos transgresores -hace sesenta años- los ‘Rolling’ hoy resultan indiferenciables de los Windsor. Dos familias reales habituadas a las turbulencias y a las que se les perdona todo, porque su adoración entra en el ámbito de la mística.
En Madrid los ‘Rolling’ tocaron por primera vez en vivo y en directo ‘Out of Time’ -Fuera del Tiempo-. Vale para Lizzy II y para Mick I. Cuatrocientos millones de libras en el patrimonio de inversiones de la primera -eso sí, libres de toda indagación por parte de la Fiscalía-. Cerca de quinientos, en dólares, para Jagger. Y sin embargo, ‘I Can’t Get No Satisfaction’. Pobres plutócratas, sin nosotros no son nada. Pero, nosotros, sin ídolos a los que adorar, ¿en qué nos quedamos?
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