Occidente inventó hace rato su propia versión de Oriente y esa es una buena estrategia para postergar aquello de conocerlo en realidad. El proceso de procrastinación operado desde el oeste del mundo incluye una generalización muy adecuada para ignorar cualquier diferencia posible entre las muy complejas y diversas culturas que se desarrollaron “del otro lado”. Para empezar, todos los que viven allí son “asiáticos y parecen todos iguales”, al menos para el consenso general. Como a partir de lo que llamamos el Cercano Oriente las similitudes con nuestro modo de ver las cosas se van diluyendo kilómetro tras kilómetro –en el sector más oriental de Turquía ya se pone más en evidencia el asunto- mucho antes de llegar al Lejano Oriente todo se ha convertido en una incógnita.
Japón se encuentra en el Lejano Oriente. Aunque aquel que observa a las multitudes de Tokio por la TV estadounidense o el turista alemán que recorre sus calles se tranquilizan de algún modo al ver ropas mayoritariamente occidentales, grandes avenidas y enormes carteles luminosos, una cultura con miles de años de historia diferente de la nuestra no desaparece así como así.
Yendo de lo macro a lo micro –el campo favorito para que se tornen mucho más notorias las contradicciones, perplejidades y paradojas universales- ¿qué le puede suceder a alguien que fue trasplantado de un sitio al otro, de Japón a la costa este de los Estados Unidos, sin lograr arraigarse allí y metamorfosearse en occidental (si es que eso es posible), cuando debe enfrentar la posibilidad de retornar a su país de origen?
Esa es precisamente la situación, el “no lugar” que ocupa Minae, la protagonista ya más que treintañera de Yo, una novela. Una mujer todavía joven que a los 12 años se mudó con su familia al centro oficial de todo lo occidental, los Estados Unidos, en los ruidosos ’60, sin lograr adaptarse ni por asomo al nuevo mundo, del que escapa sumergiéndose reiteradamente en la literatura de su país original. Veinte años después del trasplante Minae no domina el inglés, al que ha rechazado desde la adolescencia, como para dedicarse a ser novelista, tal su declarada ambición. ¿Y si escribe en japonés? No tiene la más mínima seguridad en cuanto a que el lector en ese idioma pueda apreciar sus trabajos, ni confianza en que ella, una inmigrante temprana, logre transformarse de la noche a la mañana en “una escritora japonesa”.
Pero no terminan allí sus vicisitudes ni sus intemperies anímicas. Tono, su novio, ha regresado al otrora Imperio del Sol Naciente; la madre de la joven se ha separado y vive en Singapur; su padre también se consiguió una vida diferente en otra parte y su hermana mayor, Nanae, quien dio la batalla para volverse estadounidense y por supuesto la perdió (lo sepa o no), sobrevive en Manhattan como ignota escultora y trabaja armando maquetas para un estudio de arquitectura. En cuanto a nuestra heroína de la soledad, está de últimas. Estudiante de posgrado de literatura francesa en una destacada universidad de la costa este (que huele a Yale desde la primera página) sabe cabalmente que deberá enfrentarse a una de las peores cosas que nos pueden suceder en esta vida: tomar una decisión que afecte definitivamente nuestra existencia. A Minae se le vienen encima los exámenes finales y tras ellos, deberá (¿podrá?) volver a Japón.
En una noche cuyo opresivo ambiente de aislamiento ahonda una fuerte nevada, mientras bebe autocompasivamente un Jack Daniel’s tras otro, Minae recibe en su celda universitaria uno de los acostumbrados llamados telefónicos de su hermana, a quien también perderá cuando regrese a un país que siguió su marcha perfectamente sin ella.
Minae es un híbrido, una creación de los cada vez más abundantes desplazamientos demográficos de nuestro tiempo. Como tal, no pertenece a un mundo ni al otro pero, para su mal, tiene plena conciencia de ello. Y es incapaz de ocultarse a sí misma su condición. La conversación con su hermana es el punto de partida para un extenso recorrido a lo largo de más de 400 páginas donde campean por sus fueros las dudas sobre la identidad, las conexiones y desconexiones familiares, la posibilidad de que el Japón recordado/imaginado no exista en la realidad; la incertidumbre acerca de la elección de una carrera que puede ser la equivocada; el titubeo entre el deseo de volver y la precaución de permanecer en el mismo lugar, entre otras muchas cuestiones abordadas por la gran autora nipona en este muy logrado trabajo de 1995, cuando tuvo su primera edición en Tokio bajo el título que puede traducirse como Shishosetsu de izquierda a derecha.
Nota aparte para las calidades que evidencia la traducción, realizada por Luisa Borovsky. La protagonista es un híbrido y, muy coherentemente, el texto también lo es. Como lo aclara Borovsky en sus notas, cuando su lanzamiento Yo, una novela fue promocionada como la primera bilingüe del país, al mixturar libremente el japonés con el inglés. Apelando a tipografías diferentes para las palabras inglesas y las niponas que contiene la versión original, se logra en esta cuidada edición reproducirla en sentido y forma en nuestra lengua.
La autora
Minae Mizumura es una de las más importantes escritoras del Japón actual. Nacida en Tokio en 1951, se mudó con su familia a Nueva York a los doce años. Estudió literatura francesa en Yale. En 1985 publicó un ensayo crítico sobre la obra de Paul de Man. Cuando terminó su carrera se instaló nuevamente en Japón y se dedicó a escribir ficción. Ha enseñado literatura japonesa moderna en las universidades norteamericanas de Princeton, Michigan y Stanford. Su libro Una novela real recibió el premio Yomiuri, uno de los mayores reconocimientos literarios de Japón, otorgado anteriormente a Kenzaburo Oé y a Yukio Mishima. También escribió textos críticos, artículos y ensayos. La herencia de la madre fue originalmente dada a conocer en Japón por entregas, a modo de folletín, y luego publicada como libro. En 2012 recibió por este título el prestigioso premio Osaragi Jiro a la mejor obra en prosa tanto de ficción como de no ficción. Adriana Hidalgo publicó también, de la misma autora, La herencia de la madre (2020) y Una novela real (2008 y 2011).
Notas
(1)Adriana Hidalgo Editora, ISBN 978-987-8388-87-8, 416 pp., Buenos Aires, 2022.
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