Este libro de la editora Principal de los Libros, y que forma parte del grupo Ático de los Libros, se refiere a una denuncia absoluta sobre cómo se han comportado los capitalistas con el resto de los ciudadanos del planeta. No me puedo resistir a colocar, muy claramente, la definidora contraportada de esta obra denunciadora de las triquiñuelas de los capitalistas. “Hace tiempo, si un funcionario robaba, podía comprarse un coche o construirse una casa nueva, pero eso era todo. Si continuaba robando, el dinero se acumulaba hasta que no quedaba espacio donde ocultarse o se lo comían los ratones. Pero, entonces, a un reducido grupo de banqueros londinenses se le ocurrió una gran idea: los paraísos fiscales, lugares imaginarios donde el dinero podía moverse libremente. Esta innovación dio lugar a una ingente cantidad de riquezas ocultas que esquivan las leyes para proteger a sus poderosos dueños. Oliver Bullough, célebre periodista de investigación, nos acompaña en un viaje a Moneyland, un lugar secreto y sin ley, hogar de los superricos apátridas. Descubre cómo instituciones de Europa y Estados Unidos se han convertido en máquinas de blanqueo de capitales que han debilitado los cimientos de la estabilidad occidental. Identifica a los cleptócratas y conoce a los heroicos activistas que luchan por evitar que estos ladrones controlen el mundo entero”. Abunda más, si cabe, John le Carré en este análisis: “Si quieres saber por qué los sinvergüenzas de todo el mundo y sus respetables consejeros financieros caminan con la cabeza bien alta mientras el resto de los mortales pagan impuestos, este es el libro ideal para ti”. Cuando los revolucionarios franceses, que luego cometerían desafueros y crímenes sin cuento, entraron a sangre y fuego en la fortaleza-prisión de la Bastilla, se encontraron con que inauguraban el principio del fin del régimen de la monarquía de los Capeto; y se había producido el agotamiento de aquella anquilosada monarquía, tendente a todos los vicios. En el año de 2014 los revolucionarios de Ucrania, el país denominado por Piotr Ilich Tschaikowsky como la “Pequeña Rusia”, entraron con toda violencia en el palacio presidencial de Mezhyhirya, que provenía de la dictadura genocida comunista, y se encontraron con un auténtico emporio de lujo y de riquezas; todo ello formaba parte del mal gusto, y la tendencia a lo estrafalario inherente a un lamentable y desvergonzado ex-comunista llamado Víktor Yanukóvich. “Todo el mundo sabía que Víktor Yanukóvich era un hombre corrupto, pero no habían visto el alcance de su riqueza hasta entonces. En una época en que el nivel de vida de los ucranianos de a pie llevaba años estancado, el presidente había acumulado una fortuna de cientos de millones de dólares, como lo había hecho su círculo de amigos. Tenía más dinero del que necesitaría jamás y no disponía de suficientes salas donde guardar sus tesoros”. La mayoría de los presidentes o jefes de gobierno de los diferentes Estados de La Tierra viven en palacios o complejos que pertenecen al Estado que rigen, solo algunos los poseen de su propia propiedad. Los revolucionarios de Ucrania recurrieron a los conservadores del Museo Nacional de Arte de Kiev para que se hicieran cargo de todos aquellos tesoros, los cuidaran, y de esta manera pasasen a formar parte de la propiedad de todos los ucranianos, pudiendo ser exhibidos. Quizás Ucrania sea uno de los pocos Estados del planeta Tierra, que no han tenido el más mínimo reparo en sacar a la luz museística, los frutos repugnantes del mal gusto de su gobernante, a todo ello lo denominaron como OBJETS TROUVÉS. “No obstante, el público seguía acudiendo al museo y la cola de entrada llenó la carretera durante días. La gente que esperaba parecía alegre y avanzaba con lentitud para desaparecer tras la fachada del museo. Cuando salían después de la visita, se los veía agobiados. Junto a la última puerta, había un libro para dejar comentarios. Alguien había escrito:‘¿Cuánto puede necesitar un solo hombre? Horror. Siento náuseas’”. Cada capítulo de esta obra está dedicado a un personaje o país donde el enriquecimiento es fácil y espurio a la par. Destacaré el tercero dedicado a la reina del Caribe, que se refiere a la minúscula isla caribeña de Nieves. Se independizó del Reino Unido de la Gran Bretaña en el año 1983, conformando la federación de San Cristóbal y Nieves; pero el azar comenzó a sonreír a aquellos once mil habitantes, y les proporcionó una posibilidad de lucrarse sin freno. El hecho consistió en que un golpe de estado africano, concretamente en Liberia, la nación creada por los esclavos negros manumitidos por una orden federal del presidente estadounidense, que se llamaba James Monroe, en el siglo XIX, conllevó la compra de tierras en África Occidental, y desde el principio los golpes de estado han sido continuos y la inestabilidad política y económica permanente. Los armadores norteamericanos se frotaron las manos, ya que a partir de ahora sus buques iban a navegar con esa bandera liberiana de conveniencia. El primer ministro de la isla, Daniel Simon, fue asesorado por el abogado y economista Bill Barnard. “El señor Barnard y su equipo sentaron las bases de toda la infraestructura –recordaría Daniel-. Escribieron el borrador y prepararon el texto de la ley, para que se aprobara en la Asamblea de Nieves”. Esta pequeña isla sería el paradigma del latrocinio económico de guante blanco. Otra isla introducida en el mundo de la corrupción se encuentra en el canal de la Mancha, y es la isla por antonomasia de los fideicomisos, Jersey. “Se dice que se remontan a la Edad Media, cuando los caballeros partían a las cruzadas y querían preservar el control de sus propiedades para sus esposas e hijos. Los caballeros entregaban los bienes a un hombre de confianza a condición de que los ingresos que se generasen fueran a parar a sus hijos”. Como resumen final se puede indicar, que el planeta está siendo devorado por un grupo de macarras avariciosos disfrazados de políticos, quienes abonan muy pocos impuestos, y se aprovechan de todos los subterfugios habidos y por haber, para esquilmar a los honrados ciudadanos que trabajan y penan para sostener el repugnante edificio del capitalismo explotador. En suma, una obra que recomiendo, y de lectura obligada. Gracias por la información. «Venari, lavari, ludere, ridere hoc est vivere». Puedes comprar el libro en:
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