Ya sé que no está el mundo para delicatesen. Las únicas delicatesen que se permiten son las gastronómicas. En lo demás vamos a saco, a bulto y a la yugular. Pero hay que parar esto, tío, o vamos a terminar como los protagonistas de “Viridiana” devorados por nuestra propia miseria.
Vicepresidentas, portavoces, ministros y ministras, edecanes independentistas, chambelanes podemitas, menesterosos intelectuales y tocapelotas varios, con gesto grave y contrito repiten como un mantra profano, que el emérito ha perdido la oportunidad de dar explicaciones. ¡Ellos! ¡Qué cinismo! “El rey está desnudo”, dicen escandalizados. Desnudo no, tío, lo que les gustaría es dejarlo en bolas. Alguna responsabilidad tendrán los medios de comunicación que con premeditación y alevosía han cebado la noticia creando expectación, especulando, divagando y montando el pollo. Cualquier cosa que hubiera hecho el Borbón la hubieran utilizado para dar de comer a su audiencia hambrienta de carnaza. No se trata de ser monárquico o republicano. Se trata de ser coherente y decente (que además rima).
Puedes comprar los libros de Begoña Ameztoy en: