En el año 844 d. C., los terribles hombres del norte de Europa, llamados vikingos, deciden llegarse hasta el territorio andalusí, concretamente hacia la ciudad hispalense, que aunque no era la capital, sí que era un emporio de riqueza y de cultura mahometanas; ya que como es sabido, la capital del emirato y del posterior califato omeya es Córdoba-Corduba-Qúrtuba. El emir Abd Al-Rahman II no ha pasado a mejor vida, luego será substituido por su hijo Muhámmad I/Mohámed I, nacido en el año 823, y emir omeya entre los años 852 y 886; fundador de la urbe de Madrid, y casado con la vascona Ushar. Durante su reinado tendrá que padecer rebeliones de los mozárabes o cristianos en territorio musulmán, y de los muladíes o cristianos apóstatas e incorporados a la religión del profeta Mahoma, para buscar una mejor situación política y económica, aunque una minoría lo haría por convicción. Esa expedición normanda citada remontará el río Guadalquivir, conformada por más ochenta barcos y alrededor de cuatros mil guerreros. En Coria del Río provocarían una matanza memorable, y cerca de mil personas fueron pasadas a cuchillo. Durante cerca de dos meses estuvieron sembrando el pánico entre los andalusíes de todo sexo y condición. En la capital hispalense se prolongó la matanza, a sangre y fuego, durante una semana; el éxodo andalusí fue muy grande, mientras que todos los prisioneros provenientes de África serían vendidos en Irlanda. Abd Al-Rahman II reaccionaría, y su caballería ligera aplastaría la resistencia vikinga, ya que los feroces hombres del norte no conocían, en lo más mínimo, como montar a caballo. Los prisioneros fueron enterrados vivos, mientras que la caballería de los almohades pisoteaba sus cabezas; algunas de estas cabezas cortadas servirían como candelas durante el banquete de homenaje al vencedor llamado Ibn Rustum. La magnífica novela histórica, que hoy les presento, narra un segundo episodio de las razzias vikingas contra Al-Andalus, y en este caso me estoy refiriendo a la del año 859, y en este caso incendiaron la Mezquita de Ibn Addabas. La respuesta del emir Muhammad I, ya citado, fue contundente, ya que su flota de guerra les amenazó con arrasar las tierras vikingas, esta advertencia no cayó en saco roto, y los hombres del norte no volvieron, durante un período dilatado de tiempo, a acercarse a Sevilla. Algunos se quedaron en la isla de Tablada, se convirtieron al Islam y se hicieron magníficos fabricantes de quesos.
“Corre el año 859. Una flota vikinga viaja hasta Sevilla, una de las ciudades más ricas del momento, con el objetivo de arrasarla y saquearla. Sin embargo, todo queda en fracaso, y los guerreros del norte son apresados por el gobernador de la ciudad, que exige un rescate desmesurado para su liberación. Cuando la noticia llega a la aldea, las mujeres deciden no rendirse y, junto con algunos niños y esclavos, contratan a un pequeño grupo de mercenarios que les enseñarán a luchar. Un año después, la expedición de rescate estará lista para zarpar. Parece una misión imposible, pues desde un principio, estará plagada de infortunios y adversidades, pero el destino es inexorable… Con gran agilidad narrativa y un conocimiento exhaustivo de la época, I. Biggi nos transporta al mundo de los vikingos en una incursión que arribó a nuestras costas. Una novela de aventuras que nos muestra el lado más humano de una civilización tan deslumbrante como terrorífica”. El volumen finaliza su odisea literaria con un capítulo denominado DRAMATIS PERSONAE, en el que están retratados, prístinamente, todas las mujeres y los varones que actúan en el libro y en la consiguiente narración, y como es obligado al lado de cada uno de ellos están los rasgos calificativos más destacados de todos ellos. En el poema escáldico DARRADARLYÓD se cita el grito de guerra de las valkirias: “¡Cabalguemos a lo lejos, a los lomos desnudos de nuestras monturas, empuñando las espadas!”. Los vikingos de los que hablamos en la novela-histórica proceden de Noruega, de una mitológica Aldea de Sven. La descripción de la tierra al sur de la de los normandos es de una riqueza lingüística fuera de toda duda. Todavía no se ha recibido la noticia de la expedición fallida del año 859. Un recién llegado, el mutilado Leif Bardarsson trae la desastrosa noticia sobre la hecatombe militar sufrida por los hombres de la aldea, que fueron en busca de riquezas y trofeos hasta Sevilla; ya que nada ocurrió como era de esperar. Los reunidos guardan un respetuoso silencio, cuando ante la pregunta de donde están el resto de los expedicionarios vikingos que partieron hacia Al-Andalus, la respuesta no deja lugar a más averiguaciones, ya que todos están muertos o prisioneros, el pasmo de los reunidos es innombrable. La siguiente pregunta les deja perplejos e irresolutos, el hecho luctuoso ha sido realizado por los diablos blamenn. “Nadie se movía. Aquellos rostros asustados no podían dejar de mirar al mutilado. Algunas mujeres se tapaban la cara con las manos y otras habían comenzado a llorar. Entre los normandos, la muerte era algo corriente, que se asumía sin grandes demostraciones de pena. Un barco lleno de vikingos siempre estaba expuesto a desaparecer en una tormenta, ser atacado o cualquier otra desgracia. La muerte de todos los hombres de la aldea suponía su desaparición y un montón de viudas y huérfanos. Sin embargo, esta idea aún no había pasado por las cabezas de aquellas mujeres sobrecogidas por la noticia. Eran los rostros de sus maridos, hijos, padres, novios y hermanos los que desfilaban por sus mentes. Rostros marcados, sin ojos, carentes de vida. La madre del jarl fue la primera en reaccionar y con un paño húmedo consiguió que el herido recobrara el sentido. Un cucharón de agua le fue puesto delante de sus labios y consiguió beber un poco de líquido, que se le escurría por las comisuras”. Este personaje, tan desdibujado por su situación física y anímica, es el portador de la pésima noticia, sobre la derrota bélica ocurrida en Sevilla. Es preciso recoger un gran rescate de monedas de oro, para tratar de convencer a los andalusíes de que devuelvan a los vikingos prisioneros en la urbe hispalense. El relato pormenorizado de la saga del viaje recorrido por los vikingos, en su camino hacia el meridión español es una delicia. El resto de la obra es preciso, justo y necesario que se lea sin perder ripio, para enriquecerse uno con tan precioso relato, que recomiendo sin ambages, ¡Sobresaliente! «Pars melior humani generis, totius orbi flos». Puedes comprar el libro en:
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