"Escape", ¿un nombre singular para un libro?
No sé si será singular, pero cuando se me ocurrió lo tenía clarísimo, tanto por la tecla Escape, muy relacionada con la historia y el protagonista, como por la historia carcelaria. Hay muchos títulos de obras de dicha temática que contienen esa palabra. Otra razón de que me gustara tanto, además de por su sencillez y contundencia, es que se trata de la misma palabra en castellano y en inglés, y ese tipo de coincidencias nos encantan a los asperger, como los palíndromos o los números capicúas.
¿Cómo nace esta novela?
Nace de mi trastorno del espectro autista, mi tendencia al aislamiento y de mi búsqueda constante de un lugar tranquilo, sin ruidos y con límites precisos, donde poder escribir.
¿Qué hay de usted en ella?
Mi síndrome de asperger, mis obsesiones, mi rigidez mental, mi sentido del humor bastante particular (según me dicen los demás), mi tendencia patológica a cuestionarlo todo racionalmente y a no procesar virus mentales socialmente compartidos, mitos, dogmas de religiones teístas y, sobre todo, laicas... No creo que se haya escrito una novela más autista que Escape, con permiso de El curioso incidente del perro a medianoche.
El libro está centrado en Madrid. ¿Podría Escape ambientarse en un entorno que no fuese una ciudad?
La novela no está enmarcada en Madrid, ni en ninguna otra ciudad concreta, pero puedo haber proyectado mi pasión por Madrid y mi vínculo con la ciudad, pues una de mis mejores amigas es de allí y la visito con frecuencia. Es decir, podría ser Madrid, no os voy a corregir a aquellos que así lo veáis. Además, no eres la primera persona que me lo dice.
¿A qué lugar de Madrid se dirigiría para ‘escapar’?
A la zona del Parque del Oeste cercana a Puerta de Moncloa y el mirador elevado con forma de OVNI, y a la plaza Pablo Ruiz Picasso, un parquecito rodeado de rascacielos que me recuerda mucho a Manhattan. Siempre que me acompañen mis amigas Araceli y/o Claudia (sin orden de preferencia). Soy un fanático tanto de mis amigas como de la naturaleza y las construcciones mastodónticas.
Describe con bastante interés los detalles que le rodean. ¿Se considera una persona observadora?
Es prácticamente lo único que he hecho desde que nací, pues nunca me ha gustado hablar ni interactuar socialmente excepto con personas muy concretas que conozca bien y con las que conecte.
En su día a día, ¿se siente constreñido por la tecnología? ¿Procura, en la medida de lo posible, desligarse de ella?
La tecnología, como internet o los videojuegos, puede ser una trampa más peligrosa para los autistas que para los neurotípicos. Alimenta nuestros defectos, blinda nuestra burbuja asocial y evita que nos enfrentemos a nuestras limitaciones. Yo nunca he tenido smartphone y sobrevivo con un móvil retro que solo tiene llamadas y sms para, por lo menos, desconectar de internet cuando salgo al exterior. Y además no llevo el móvil encima si no es estrictamente necesario.
¿Es el libro una crítica a la sociedad?
Me chirría la palabra "crítica" para "Escape" y mis novelas en general, porque eso implica, al menos para mí, cierta esperanza de que el ser humano y su mundo cambien mínimamente algún día. Más que para criticar, escribo como desahogo emocional y para reírme de todo.
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